Método de riesgo

Entrelazados, rodamos pendiente abajo, absortos en nuestros deseos y sensaciones. Las terminaciones nerviosas estaban tan activadas que cualquier golpe o magulladura de la caída nos pasaron totalmente inadvertidos. Nuestros cuerpos solamente respondían a los estímulos que nos regalábamos. Ninguno reparó en la cercanía del precipicio. El coitus interruptus fue brutal.
Escrito por Rafael Domingo Sánchez - Twitter

2 comentarios :

  1. Es de comprender (y hasta de envidiar) esa concentración, pero un precipicio es un precipicio y todo lo precipita, o lo detiene.
    Simpático e intenso relato, Rafael.
    Un abrazo grande

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  2. Ja, ja. Precipitados amantes, Rafael.
    Un micro sensorial e impactante. Un fuerte abrazo.

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