Poner una vela y rezar

No podemos hacer más. Está en el hospital, malherido tras el impacto de una maceta caída del balcón. Sólo nos queda rezar al diablo para que se lo lleve. Ya le dije a Andrés que lanzaba el tiesto demasiado pronto. Mala hierba... No nos desharemos del jefe fácilmente. ¡Maldito cabrón!
Escrito por M. Carme Marí - Web

8 comentarios :

  1. En las guerras de todos los tiempos cada ejército se ha creído en posesión de la verdad y tocado por lo divino. No importa que se hagan atrocidades cuando se supone que son para erradicar un mal y además están bendecidas. Muy mala persona tiene que ser este jefe, encima, resistente, pero Andrés y su compañero/a también son de armas tomar, o de transformar tiestos en armas.
    Lástima que se nos termine Cincuenta Palabras, pero gracias a esta querida página y a su fantástico promotor hemos coincidido y ya no hemos dejado de hacerlo y ahí seguiremos, al pie del cañón. Si hay que rezar y poner velas para seguir así, se hace.
    Un abrazo grande Carme

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    1. No pretendía justificar asesinatos, más bien poner una sonrisa si conseguía enredar al lector en la primera mitad del texto, haciéndole creer que rezan por la curación cuando no sólo lo hacen para que se muera sino que además han causado el mal que padece.
      En contacto seguiremos, seguro, tenemos otros foros donde leernos, aunque echaremos de menos esta nuestra casa...
      Un beso Ángel.

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  2. Juegas con el equívoco del título. Aparentemente, se trata de pedir la salvación de un enfermo. Aquí son los trabajadores quienes han intentado asesinar, con torpeza y dudoso resultado, al odiado jefe.
    Dentro de la crudeza del golpe asestado y de la vela al diablo se esconde el humor negro.
    Un relato original en su deliberada ambigüedad del comienzo. No me despido de ti, Carme, porque dejamos la página pero tenemos ocasión de leernos y vernos en otros contextos. Agradezco a Cincuenta Palabras -y a Álex- haberte conocido y contar con tu amistad. Besets.

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    1. Me gusta que digas "intentado asesinar con torpeza"... me suena a dibujos animados y así me gusta pensar el relato.
      Acerté si engaño un poco al lector al principio.
      Encantada estoy con tanta buena gente que habita en esta página, y seguiremos en contacto seguro! ;-)
      Un petó.

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  3. Tendríamos que haber puesto un emoticono para calificar la reacción ante los relatos. al tuyo le habría puesto una sonrisa enorme, casi carcajada, pero seguida inmediatamente de un carita de tristeza con lágrima, porque qué cabrón el susodicho, cuánto se debe haber sufrido bajo la tiranía de semejante tipo para necesitar oraciones y velas para deshacerse de él.
    Sabes el poder que tienen tu textos, MCarme, qué voy a contarte. Han sido un disfrute y fue un placer compartir contigo aquella quedada que, para mí, queda vivencia de una experiencia singular y única en mi paso por Cincuenta.
    Besos y un fuerte abrazo.

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    1. Manuel, me quedo con la carcajada. Creo que pensé el relato sólo con esa parte más gamberril y no busqué los motivos de la cabronadas sufridas por los que ponen las velas. A veces los lectores van más allá que los autores, en mi caso lo he visto en diferentes relatos con tan buenos comentaristas que hay por aquí (reflexión que dejaba en el prólogo del último recopilatorio - por cierto, vuelvo a felicitarte aquí por el tuyo!!!).
      Manuel, ¿cómo puedo seguirte por otros lares? Veo este blog poesiaenboca.blogspot.com.es pero ¿quizá tienes otros?
      Además de tus relatos, en tu caso vamos a echar de menos esos juegos malabares con los títulos para componer increíbles puzles argumentales cada mes..
      Espero que de una forma u otra volvamos a coincidir en otra quedada. Si no es de 50, quizá en las de microrrelatistas "en general"? (la que se organiza alrededor de mayo).
      Un abrazo fuerte y un beso de vuelta.

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  4. Jajaja Ciertamente, mala hierba nunca muere. Me ha encantado tu giro de tuerca.
    Besos Carmen.

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    1. Ya pasa que se quedan para fastidiar!
      La sonrisa con el giro inesperado era lo buscado :-)
      Gracias por tu comentario Raquel!
      Un beso,
      Carme.

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