Mejor relato de abril 2013


*Gana "Garabatos" por haber sido más popular antes de la votación.

Las aventuras del imprevisor Dr. Klausen (II)

Cuando el artefacto estuvo listo, irrumpió en 2007. En casa los niños lo llamaron "viejo" e insistieron en visitar Egipto, viaje que ya había sufrido hacía seis años. Escaleras arriba escuchó a su mujer yaciendo consigo mismo. Entonces comprendió, contrariado, que debía hallar la forma de regresar a su tiempo.

Escrito por Álex Garaizar
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Adiós

No habían vuelto a hablar.

Lo sé.

Hubo silencio. Una mirada profunda, escudriñadora, con memoria, con años, finalmente con más afecto que rencor, cruzó entre ellos. Segundos. Minutos. Treinta años. Una vida.

Nos veremos allí contestó.

Esbozó una sonrisa. Una mueca. Y cerró los ojos en la paz más profunda.
Escrito por Faroni

Morir de éxito

Una enorme pila de papeles desbordaba la carpeta de ‘pendiente’, el correo electrónico llevaba horas colapsado y el teléfono comunicaba sin descanso. Entonces recordó el trato: un puesto en aquel reputado gabinete de asesores o el cheque en blanco de la sencillez. Le asustó haberse convertido en un mediocre más.
Escrito por Pistacchio

Maldad

El jefe ha dicho que estamos a punto de conseguir el objetivo. Ya quedan pocos sitios ocupados. Casi todo el mundo sabe, inexorablemente, lo que "tiene que hacer". Las gentes gimen, sin remedio. Hoy han dicho en televisión que hay personas pasando hambre. ¡Maravillosa, esta economía de mercado tan humana!
Escrito por Rafael Domingo Sánchez - Web

Mierda...

“¡Listo!” pensó al mirarse al espejo por última vez antes de bajar. Caminaba seguro de que ese día todo resultaría perfecto, de medalla. Metros por encima, como por arte de magia, un pájaro simpatizó con él y dejó caer un regalo justo a la altura del bolsillo de la camisa.
Escrito por Carmen Balibrea

El estirón

Temblaba en la cama hacía semanas y esa tarde no paraba de vomitar. Su madre percibió el ardor de su frente al besarle. Recuperó el sismógrafo de su axila: cinco grados. Le arropó y dejó tebeos nuevos en la mesilla.

Cuando Hierro mejoró, había dado un estirón de once centímetros.
Escrito por Lola Pacheco

La ausencia

Cuatro platos, cuatro vasos y cuatro cubiertos. Éramos tres en la mesa y un gran vacío instalado en el alma. Es lo que ocurría cada domingo en mi casa. Mi madre solía imaginar que mi padre volvería pronto, un domingo cualquiera, y debía encontrar la mesa como cuando se fue.
Escrito por Suesem - Twitter