Último rescoldo
Mi madre acostumbraba a encender una hoguera cada veinticuatro de junio. Decía que era para purificar nuestra alma castigada durante el año. Permanecíamos junto a ella toda la noche y tiznábamos nuestro calvario con sus pavesas.
Este año no hubo fuego, solo las cenizas de papá bullendo en el olvido.
Este año no hubo fuego, solo las cenizas de papá bullendo en el olvido.
Bonito y melancólico recuerdo a una madre, en su primer aniversario.
ResponderEliminarLo has contado con sencillez y mucho sentimiento. Impresionante la última frase.
Besito virtual, Mª Belén
Gracias María Jesús. La sencillez siempre tendría que habitar en nuestros días.
EliminarBeso virtual de vuelta con un abrazo grande bonita.
Un relato de gran belleza que hurga en las brasas de la tradición para encontrar el «último rescoldo» de quien se ha ido.
ResponderEliminarMagnífico, Mª Belén.
Un abrazo.
Toda hoguera tiene rescoldos de aquello que en su momento tuvo vida.
EliminarMuchas gracias Vicente. Un abrazo grande.
Antes o después todos estamos condenados al olvido, ni siquiera seremos referencia para nuestros descendientes tras varias generaciones, es algo inexorable. Hay muchos motivos para escribir, algunos inconscientes; probablemente entre ellos sobresalga un intento de inmortalidad; a él me acojo para decir que en el futuro este relato hermoso y realista seguirá siendo un rescoldo acogedor.
ResponderEliminarUn abrazo, Belén
Cuando seamos olvidados, cuando nuestras letras se extravíen en el tiempo, será el momento en el que la inmortalidad de nuestra esencia solo sea un rescoldo inapreciable.
EliminarGracias Ángel por ser tan acogedor y encantador siempre.
Un beso enorme.
A mí me da que ese olvido bulle como debe.
ResponderEliminarPero tus relatos producen sensaciones tan bonitas, que los calvarios y castigos se diluyen.
Un beso, M.Belén.
Bulle, bulle mucho y como debe. Gracias Patricia, todo calvario alguna vez termina y todo castigo a veces debería ser eterno.
EliminarUn beso preciosa mañica mía.
Queda un rescoldo, después de leer el relato, que palpita en ese gerundio incandescente. Triste y hermoso. Bien logrado.Saludos
ResponderEliminarUn poso que tardarán el olvidar y unos corazones que comienzan a palpitar.
EliminarGracias Colegio Bandarán.
Un abrazo
Nada nos pertenece entre la tierra y el cielo.
ResponderEliminarBuen relato.no hay consuelo.
Saludos.
Nada somos y nada nos pertenece, que gran razón llevas Jose Juan.
EliminarGracias. Un abrazo.
Estupendas esas llamas que purififan y abren la puerta a una nueva vida. Un beso y enhorabuena por este magnífico relato.
ResponderEliminarUna nueva y tranquila vida brota de esas cenizas tan amargas.
EliminarGracias mi bombón.
Mil besos Belén.
Magnífico relato, Mª Belén. tan bien contado que da pena que solo dure cincuenta palabras.
ResponderEliminarMe encantó esa alegoría de las noches de San Juan.
Besos.
Pablo
Gracias Pablo. Y lo dificil que es cuadrar las 50 palabras como tú sabes muy bien maestro.
EliminarUn beso grande.
Me ha encantado tu relato, Mª Belén. La última frase me ha emocionado especialmente, por mis propias circunstancias personales. Yo opino como Pablo: es una pena que dure sólo cincuenta palabras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un abrazo grande María José, Cuídate mucho.
EliminarGracias bonita.
Precioso relato Belen, esa primera parte en la que uno ve la hoguera, la alegria. Pero tu frase final es bellísima, esconde tanto amor y melancolía, me encanta.
ResponderEliminarBuen relato Belen, me ha gustado.
Besos.
Toda frase en la vida tendría que contener esas palabras tuyas tan bonitas: amor y melancolía.
EliminarGracias Javier. Un beso.
Quizás me equivoque, pero lo que entiendo es que con ese último rescoldo se han acabado para siempre los calvarios que infligía papá y no harán falta más hogueras purificadoras. Me ha encantado, Mª Belén, siempre imprimes en tus escritos esa sensibilidad tan tuya. Un beso grande.
ResponderEliminarHas acertado de pleno Matriosca. Una vida de tormento que acaba en ese fuego purificador. Ya nunca más habrá que quemar el dolor.
EliminarGracias por tus palabras siempre tan cariñosas.
Un beso enorme bonita.
'Bullendo en el olvido', qué bonita forma de subrayar el final de un sufrimiento tan intenso que todo deseo de olvido se volverá irremediablemente recuerdo.
ResponderEliminarBelén, haces melodía con las frases. Y no sé cómo, pero cuando termino de leer y me miro las manos, están cubiertas de pavesas que se han posado imperceptiblemente sobre ellas.
Muy bonito. Enhorabuena.
Un beso.
Leer tus comentarios es leer poesía.
EliminarAsí es, un gerundio que expresa un sufrimiento merecido por dar una vida tan tormentosa. Los recuerdos quedarán en esas pavesas hasta que el viento por fin acabe con ellas.
Muchas gracias Antonio.
Un beso de verso.
¡Qué bien lo has contado!
ResponderEliminarLa noche de San Juan y las pavesas que suben y bajan al pairo de la lumbre. Aunque yo creo que las cenizas de papá nunca estarán en el olvido. Se guardan en el corazón.
Besicos, amiga
Hay cenizas que se merecen guardar allá donde hay un latido, otras es mejor dejar que se pierdan en el olvido.
EliminarGracias Cabopá.
Un beso bien grande bonita.
Pues yo lo veo como Patricia y Matrioska... Me alegro de que no haya más hogueras, y que no sea necesario "tiznar nuestro calvario con sus pavesas", por muy bonito que suene con tu siempre bella prosa. Y según el castigo infligido por papá, vete a saber dónde estará bullendo - muy abajo! -.
ResponderEliminarUn beso y un buen abrazo M.Belén.
Pues lo ves muy bien M. Carme. Ya nunca más hogueras para quemar el sufrimiento, ahora solo esperar que ese rescoldo se apague y siga bullendo abajo, muy abajo...
EliminarGracias. Un besito cariñoso.
Belén, me parece que tus bellas 50 palabras encierran mucho dolor vivido en esa familia. Tu última frase me deja entrever que el calvario ha terminado.
ResponderEliminarMe ha gustado!
Besos
Una vida llena de dolor, un calvario en vida. Una hoguera que purificaba el pesar que sentían. Hoy por fin, esos rescoldos les hacen sonreír.
EliminarGracias Pilar. Un beso bonita.
¡Bienvenidas las hogueras de San Juan que todo lo purifican! Y bienvenidas sean tus letras, Mª Belén, ya vengan con rocío, ya vengan con cenizas.
ResponderEliminarBeso.
Bienvenido seas siempre a mis letras Carles, es una gozada saber que estás al otro lado y me lees.
EliminarToda hoguera tiene escondido un secreto en sus cenizas...
Un beso enorme. Gracias.
Bien valen veinticinco comentarios para estas cincuenta palabbras.
ResponderEliminarAhora son veintiseis que te dicen lo bueno que es, lo bien hecho que está.
El pobre padre dejó de subir al calvario en el dia de San Juan.
No lo dices, pero por fin al pobre padre le dejaron descansar en paz.
Siempre pasa igual
Al final todos acaban descansando hasta el padre.
Vaya un muy bien hecho
Un abrazo de los dos.
He borrado el anterior por errores mecanográficos
A veces hay que dejar quemar hasta el último recuerdo, otras es mejor atesorar las cenizas y descansar junto a ellas.
EliminarSea como sea, muchas gracias jose maria.
dos abrazos y dos besos.
Un texto bello, muy poético, al que el título da todo el sentido. Un calvario que termina una noche de San Juan en la que, sin embargo, desaparece el fuego purificador. Enhorabuena poeta (creo que los cambios han sido muy positivos).
ResponderEliminarTodo cambio siempre ha de ser a bien. Siempre corregir cuando no consigues llegar a quien te lee.
EliminarTodo calvario termina, todo fuego se extingue y la vida continua a veces con lágrimas otras con sonrisa.
Gracias Anónimo. Intuyo quien puedes ser, gracias de nuevo.
Por fin esa familia va a respirar tranquila. Aunque para que el olvido acabe con ese rescoldo del padre tendrá que pasar mucho tiempo. Hay recuerdos que son como los tatuajes, difíciles de borrar. Me ha gustado mucho cómo lo has contado, Mª Belén. Un abrazo.
ResponderEliminarEl dolor sufrido se graba en la piel, siempre queda una pincelada de él, pero si se ha sido fuerte para soportar el tormento, más se es para comenzar de nuevo.
EliminarGracias Juana.
Un beso preciosa.
Un bello texto detrás del que se intuye toda una historia de sufrimiento. Un fuerte abrazo. Gloria
ResponderEliminarAsí es Gloria. Una vida de tormento, unas llamas que por fin acaban con ello.
EliminarGracias, un beso grande.
Un bello micro que tizna de poesía el dolor de una familia. Por suerte, ya no harán falta más hogueras purificadoras porque ya puede bullir el olvido.
ResponderEliminarEnhorabuena por el relato, Belén. Un abrazo.
Es la última hoguera y el último latir del sufrimiento. Poético comentario Carmen.
EliminarGracias, un beso.
Precioso relato del fugaz paso por la vida, una llama que solo el olvido termina consumiendo. Genial, Mª Belén. Un abrazo.
ResponderEliminarToda vida queda consumida en el último rescoldo que agoniza.
EliminarGracias por tan bonito comentario Salvador. Un beso.
La purificación tras el calvario, la redención en el olvido. Me gusta cómo has manejado tan complejos conceptos para hacernos sentir el sufrimiento larvado de esas personas sometidas. Levantas la piel de una herida que, en nuestros días, sigue de sangrante actualidad. Preciso e intenso. Felicidades.
ResponderEliminarUn comentario que es poema, sentimiento y acertado.
EliminarLa purificación del dolor, las cenizas de la liberación. Piel abierta en el momento liberado de dolor.
Gracias Manuel. Un beso
Me uno a lo que apuntan Patricia, Matri y M. Carme.
ResponderEliminarDice mucho ese último rescoldo y sobre todo esas cenizas que bullen para ser olvidadas para siempre y no tener que tiznar nunca más su vidas, ni de pavesas, ni de tristezas.
Grande, Mª Belén, nos dejas un potente 50 palabras este mes.
Felicidades, un beso grande.
Malu.
Grande tú y tus comentarios.
EliminarBullir...que bulla mucho tiempo y que ellos olviden esas pavesas de sufrimiento.
Un beso enorme lleno de potencia bañada en cariño Malu.
Tú eres especial. Muassss...
Como siempre, con tu toque poético y estupendo. Eres grande, Mª Belén. ¡El fuego! Fuego purificador, hacedor de olvidos y de marcas imborrables. Gran relato. Suerte
ResponderEliminarMuchas gracias Luis. Tu lectura siempre es importante para mi. Esa fuerza, ese poder del fuego que con todo puede.
EliminarUn beso.
Has sabido darle el encanto, con la hoguera purificadora, y la dureza, con el final, de lo que nos habla el relato. Muy bueno. Un beso.
ResponderEliminarGracias Maite. Cuando las llamas pretenden quemar todo el dolor, cuando oyes bullir la liberación...
EliminarUn beso.
En el adiós, cuando supone liberación, también puede haber belleza. En tus letras en cambio la hay siempre. Me encanta tu relato, pero sobre todo esa serenidad interior que se intuye en la frase final ante una ausencia que no produce dolor.
ResponderEliminarEnhorabuena, Belén.
Un beso.
La calma llega cuando se oye bullir a quien te ha causado dolor.La belleza está en casí todo lo que nos rodea y sabemos apreciarlo,como en tu comentario colmado de cariño.
EliminarGracias Enrique, un placer siempre tu lectura.
Un beso grande.
A pesar de llegar tan tarde, tus letras aún desprenden calor. Y alivio.
ResponderEliminar¡Qué buena eres, Mª Belén!
Un beso grande
Nunca se llega tarde a mi espacio y más si eres tú quien viene. Adelante, abro la puerta y nos tomamos un café calentado en esas bullientes brasas.
EliminarMil besos preciosa Margarita. Gracias.