Secretos a la luz
El abuelo guarda secretos tras las arrugas pero, como no quiere llevárselos con él, cada domingo nos desvela uno antes
de anochecer.
Ayer el sol tardó mucho en ocultarse. Tanto como al abuelo le costó pronunciar el nombre de la mujer que más quiso. La abuela se hizo la sorprendida.
Ayer el sol tardó mucho en ocultarse. Tanto como al abuelo le costó pronunciar el nombre de la mujer que más quiso. La abuela se hizo la sorprendida.
Qué bien escrito, Juana. Y que historia tan enternecedora, con ese giro final que me ha hecho sonreír al imaginar la cara de la innombrada abuela.
ResponderEliminarMe gustó mucho.
Un beso.
Muchas gracias, Pablo, por tu amable comentario. Me alegro de que te haya gustado. Otro beso para ti.
EliminarCuando la abuela se sorprende al final, bueno se hace la sorprendida, me hace sospechar que ella ya conocía el nombre de esa mujer.
ResponderEliminarBuen relato Juana Mª.
Besos.
Así es, Javier. La abuela ya conocía el tema, pero de eso hace ya mucho tiempo. El abuelo idealiza ese amor de juventud que fue intenso pero muy corto. Gracias por comentar. Besos.
EliminarUn relato precioso, como todos los tuyos. Esos dos párrafos nos susurran, más allá de sus cincuenta palabras, que la historia no escrita es tan dulce como el poso que nos deja a los lectores.
ResponderEliminar¡Enhorabuena, Juana! Un beso de una admiradora.
Gracias por valorar así de bien mis micros, Patricia. Creo que peco de redondearlos demasiado. Otro beso para ti.
EliminarCuando una persona siente cerca su final ya no tienen sentido los secretos. En este caso, este hombre tuvo uno guardado durante muchos años, sin saber que su mujer también lo conocía, lo que demuestra que ella le quería doblemente, pues pese a todo transigió con ello.
ResponderEliminarMuy interesante y bien narrado.
Un abrazo, Juana Mª.
Ella sabe que el abuelo tuvo un amor de juventud que terminó contra la voluntad de él. Lo tiene idealizado. Cuando el abuelo lo cuenta a la familia, ella relativiza los sentimientos del que ha sido su pareja y padre de sus hijos. Han sido felices y para ella es lo que cuenta. Gracias, Ángel, por comentar. Otro abrazo para ti.
EliminarCuentas una historia preciosa de un amor oculto que se revela en la vejez, cuando ya no hay razón para el secreto. Me gusta la reacción de la abuela. Cuánto amor.
ResponderEliminarEnhorabuena, Juana. Besos.
Sí, ella lo quiere mucho. Ha compartido la vida con él, y que a estas alturas hable de aquel amor de juventud para ella no tiene mayor importancia. Ella se ha sentido querida. Gracias, Carmen, por comentar. Besos.
EliminarEn ocasiones olvidamos que los miembros de nuestra genealogía son tan imperfectos como nosotros y que sus «errores» también forman parte de nuestro origen.
ResponderEliminarCreo que quienes hemos sido bendecidos con abuelos parlanchines encontramos particularmente bello tu relato, Juana.
Un abrazo fuerte.
De mayor se siente mucha nostalgia de lo que ocurrió en la juventud. Se idealiza hasta la mili. Algunos lo pasaron fatal, pero cuentan sus batallitas con verdadero entusiasmo. Con los amores de juventud a veces pasa lo mismo. Como se suele decir "cualquier tiempo pasado fue mejor". No suele ser así en muchos casos. Gracias por comentar, Vicente. Otro abrazo.
EliminarLa vejez tiene una enorme ventaja: permite decir lo que se ha ocultado durante mucho tiempo sin apenas inmutarse. En el caso de tu micro, Juana, parece que se trata de un "secreto a voces". El hacerse la sorprendida de la abuela da a entender que no quiere hacerle pasar mal rato. Se ve que lo quiere muchísimo y que ha perdonado aquello que sucedió en el pasado. Me ha gustado mucho, Juana. Te felicito.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
María José
Efectivamente. Lo que el abuelo cuenta como un secreto a la familia, esta ya lo conocía. La abuela en vez de decírselo así de claro, prefiere hacerse la sorprendida y relativiza lo que el abuelo acaba de contar. Lo quiere mucho, aunque él vaya contando cada domingo, con mucha carga de nostalgia, cosas que vivió en la juventud. Gracias, María José, por tus interesantes palabras. Otro abrazo fuerte para ti.
EliminarTodos guardamos secretos, pero yo pienso que hay cuentas que no merece la pena saldar por el daño a terceros. Y si su mujer no lo hubiera sabido...
ResponderEliminarEs una gran historia, Juana, con mucho fondo y trasfondo que has sabido plasmar con la sencillez de la elegancia, posándola sobre 50 palabras que juntas conforman un relato livianamente denso. Felicidades.
Un abrazo.
Tal como dices, si ella no lo hubiese sabido, podría haber sido algo duro. En este caso yo no lo imaginé así. Quise presentar a un abuelo nostálgico de su juventud y a una abuela con los pies en el suelo, segura, y no dispuesta a que un recuerdo de su pareja enturbiase toda una vida. Muchas gracias, Antonio, por tus interesantes y generosas palabras. Otro abrazo.
EliminarSuele ser el resplandor de la luna el que propicia la atmósfera adecuada para contar, pero tú has preferido la luz radiante del sol para que los secretos no pierdan su brillo, y los gestos, tampoco.
ResponderEliminarParece que, además de la abuela, también el nieto conoce la historia de ese amor "prohibido" que, sin nombrarlo, se apropia de todo el relato y de mi curiosidad.
Un saludo, Juana
El abuelo siente cercana la muerte y anhela los años jóvenes. Es un poco vanidosillo y quiere que la familia sepa que tuvo otro gran amor. Algo que los demás ya conocen. La abuela le sigue el juego, ha compartido con él toda una vida y no concede apenas valor a ese "secreto a voces" del abuelo. Gracias, Margarita, por tu tiempo y comentario. Un abrazo saludable.
EliminarQué bonito Juana. Todo matrimonio necesita una buena dosis de complicidad y respeto. La abuela sabía y callaba y al final hasta se hacía la sorprendida... Precioso.
ResponderEliminarSí, ella prefiere seguirle el juego a su marido, sabe que para él es importante en estos momentos. Lo quiere y considera que no merece la pena a estas alturas entrar en profundidades. Muchas gracias, Aurora, por leer y comentar. Saludos.
EliminarAlrededor del hogar, los lazos cómplices de la familia. El abuelo pícaro y la abuela dulce. Son muchos años juntos. Muchos sinsabores y muchas alegrías compartidas. Este abuelo es un narrador nato, pero esa abuela que se hace la sorprendida, sabe urdir los hilos que tejen una relación tan larga en el tiempo y que perdurará en hijo y nietos. ¡Qué sabia la edad que sabe ser cómplice! Y qué sabia tú para saber traernos ese "diminuto instante inmenso en el vivir". Gracias Juana por compartirnos tu delicadeza y sensibilidad.
ResponderEliminarMe encanta lo que dices de "el abuelo pícaro y la abuela dulce". Así los había imaginado al escribir el micro. Gracias a ti, Manuel, por tus interesantes y hermosas apreciaciones. "Ese diminuto instante inmenso en el vivir". Una joya de frase. Mil gracias y un abrazo.
EliminarEsa joya de frase, como dices, Juana, es un verso de Silvio Rodríguez, de la canción "Y nada más"; por si quieres deleitarte escuhándola cantada.
EliminarParece que hay dudas sobre quién era la amada.
ResponderEliminarA mí no me cabe la menor duda:
La que el lector considere.
O lo considera el lector o haces la II parte.
Muy buen relatao Juana.
Besos.
Lo bueno que tienen algunos micros es que pueden interpretarse de varias formas. A mi me cuesta escribirlos y peco de redondearlos. En este parece que podría, aunque ya he comentando cómo lo imaginé yo, verse de otras maneras. Por lo cual me alegro, y como dices que cada lector considere su versión. Gracias, Isidro, por verlo de esa forma. Besos.
EliminarMe gusta el tono familiar y entrañable que utilizas en el micro con ese abuelo revelando cada domingo al anochecer sus secretos confesables a los suyos. Como dice Isidro, el lector elige, y yo quiero ver que quien robó el corazón del anciano fue la que se hizo la sorprendida al escuchar su nombre. Con tu permiso, me doy ese gustazo. Felicidades, Juana. Un beso.
ResponderEliminarComo no quiero repetirme en lo dicho anteriormente, me parece ideal tu interpretación, Matrioska. Es una versión muy romántica del micro. O sea que permiso concedido. Mil gracias, por tus amables palabras. Otro beso para ti.
EliminarJuana, una belleza de micro por todos los sentimientos que encierran tus 50 palabras. Los abuelos eran de otros tiempos, cuando la mujer hacía como que no se enteraba si se producía alguna infidelidad. Una cuestión de educación.
ResponderEliminarMe ha gustado como nos lo cuentas.
Enhorabuena!
Besos
En este caso, como aquel amor del que el abuelo siente tanta nostalgia (nostalgia que realmente siente por todo lo que recuerde su juventud) la abuela ha aprendido a relativizar los sentimientos del abuelo sobre el pasado. Para ella cuenta la vida plena que han tenido juntos y lo demás son "pelillos a la mar". Agradezco mucho tus apreciaciones y cómo has valorado el micro, Pilar. Besos.
EliminarSin duda, la vejez es la hora de ir capitulando, de intentar poner en orden nuestras cosas, quizá, si uno tiene la valentía para ello, de decirles a nuestros seres queridos nuestras verdades más dolorosas. Eso parece ser que es lo que ha decidido el protagonista de tu microcuento. Así, cada domingo –se supone que porque ese es el día en el que la familia se reúne para comer y charlar- va desgranando historias de su vida que los demás desconocen o, quizá, han olvidado. Pero parece ser que le queda por desvelar la más dolorosa, la que ha guardado en el fondo de su corazón: la de un gran amor.
ResponderEliminarY no sé si hace bien al contarla, sobre todo a su mujer, que es con quien ha compartido su vida, ella ha sido la mujer real, la que le ha dado hijos, los cuales, a su vez, le han dado nietos. Gran parte de lo que hoy es se lo debe a ella, así que decirle que su gran amor fue otra mujer no deja de ser una crueldad, además, esa mujer es sólo una idealización, una quimera que, de haberse convertido en realidad, tal vez hubiese acabado en fracaso. Pero suele ser muy humano eso de perseguir humo e irrealidades y despreciar o minimizar lo que somos y tenemos. La sorpresa de la abuela no sé si encierra escepticismo, burla, resignación o un poco de todo.
De lo que no cabe ninguna duda es de que tu historia intimista y llena de matices es estupenda. Mi enhorabuena, Juana, un abrazo.
Como siempre, haces un sesudo y acertado análisis del micro. Me quedo con lo que dices de "además, esa mujer es sólo una idealización, una quimera que, de haberse convertido en realidad, tal vez hubiese acabado en fracaso. Pero suele ser muy humano eso de perseguir humo e irrealidades y despreciar o minimizar lo que somos y tenemos". Estoy totalmente de acuerdo. Por eso explico que la abuela relativiza los sentimientos del abuelo, porque sabe que habla desde la nostalgia que le produce recordar su tiempo de juventud. Ella se queda con todo lo bueno que ha vivido con él, y hasta se hace la sorprendida (pero no está dolida) al escuchar el nombre de una mujer, de la que ya habían oído hablar en otras ocasiones. Veo, no obstante como he comentado a otros compañeros, que se pueden dar otras interpretaciones del micro, lo que me alegra mucho. Gracias por tu minucioso comentario y generosa valoración, Enrique. Otro abrazo.
EliminarPrecioso relato Juana, empezando por el título, qué bueno es contar secretos a la luz, sin tapujos, sin vergüenza y le pese a quién le pese. La abuela sorprendida, el nieto como excusa para contar lo que la abuela ya sabía... una auténtica delicia que se saborea más con una segunda y si se puede, con una tercera lectura.
ResponderEliminarUn beso grande.
Malu.
Muchas gracias, Malu, por valorar tan elogiosamente el micro. Otro beso grande para ti.
EliminarBuena historia, Juana. Me gusta el modo en el que nos introduces en ella, creando expectación desde las primeras palabras. Y me gusta, claro, el sorprendente desenlace en el que no puedes dejar de ver la expresión impostada de la anciana.
ResponderEliminarGenial.
Besos.
A ciertas alturas de la vida la comprensión y la tolerancia suelen adquirir su máxima dimensión.
ResponderEliminarMuy bello relato, Juana, en el que se respira la paz y la chispa del momento.
Un abrazo.
En nuestra juventud Silvio Rodriguez fue todo un referente y sus canciones nos acompañaron durante años. Soy un poco mala para recordar algunas letras, pero recuerdo perfectamente la melodía de "Y nada más", así como "Ojalá", "Te doy una canción", "Playa Girón" y otras. Además tuvimos la suerte de escucharlo en directo en Pamplona. ¡Qué años aquellos! Muchas gracias por el apunte, Manuel.
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