El hundimiento

El filósofo caminaba por una plaza turinesa cuando vio que un cochero daba fuertes latigazos a su derrengado caballo. Para evitar que el castigo continuara, se arrojó sobre el animal y abrazó su tembloroso cuello. Luego, las lágrimas brotaron de sus ojos y resbalaron hasta su negro y abundante bigote.
Escrito por Erique Angulo - Twitter

38 comentarios :

  1. Nos muestras de forma clara la anécdota, que no conocía, protagonizada por Nietzsche y ese pobre caballo que para algunos puede que represente a la humanidad y es azotado, inmericorde, por su cochero. Me ha gustado mucho, Enrique. Saludos y suerte.

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    1. Jesús, ya que has sido el primero en comentar mi microcuento, incluiré en esta respuesta una curiosa coincidencia que me ha sucedido hoy.
      Esta mañana he pasado por una de las bibliotecas públicas de mi ciudad para dejar un par de libros, luego, me he paseado por las estanterías con intención de coger algún otro, no tenía ninguna idea concreta y, finalmente, de lo que he visto, me he decidido por un libro de poemas y por otro titulado ¿Le gusta ser malvado? Que va de una conversación que un tal Peter Hamm –no sabía quién era hasta hoy- mantiene con Thomas Bernhard.
      Pues bien, en las primeras páginas -leídas hace unas horas- que el autor ha titulado Advertencia preliminar, encuentro lo siguiente referido a Thomas Bernhard: “Con frecuencia era sin duda el puro espíritu de contradicción el que lo empujaba y, cuando se expresó de forma tan obstinada contra la compasión, recordé a Nietzsche, que la condenó también, pero luego, en Turín, abrazó a un jamelgo maltratado”.
      O sea, el día en que aparece publicado en Cincuenta palabras mi microcuento sobre ese mismo episodio de la vida de Nietzsche, leo sobre él en un libro que he cogido al azar.
      Me alegro de haber dado a conocer la anécdota y de que te haya gustado. Muchas gracias por tu comentario, un abrazo.

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  2. Enrique he intentado localizar de que filosofo nos estabas hablando, pero me ha sido imposible, gracias a Jesús descubro que es Nietzsche.
    De nuevo en un relato tuyo haces referencia a un gran personaje de la cultura o el conocimiento mundial.
    Buen relato Enrique y del que estoy seguro que con tus excelentes comentarios sabremos ver todo lo que nos quieres decir.
    Un abrazo.

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    1. Javier, las pistas para descubrir que se trataba de Nietzsche, eran un filósofo, que vivió en Turín y que lucía un bigotazo que no sé cómo podría comer la sopa sin que se le quedasen los fideos entre los pelos.
      Aparte de eso, estaba la propia anécdota a la que me refiero, la cual fue crucial en su vida, pues tras ese episodio ya no volvió a la normalidad.
      En cuanto a Nietzsche, es una figura muy controvertida pero esencial, se ha escrito mucho y se escribirá mucho sobre él, y, como en todo, quien se acerque a sus escritos y a los escritos sobre él sacará sus conclusiones y se hará una idea del personaje.
      En lo que me atañe, he leído mucho de él y sobre él, y le tengo mis reparos y le pongo muchas objeciones, lo mismo que con otros grandes de la literatura, lo que no es óbice para que, como ese chorizo que nos sube el colesterol, no pueda uno resistirse a ‘degustarlo’.
      Muchas gracias, Javier, por tu comentario, por esa generosidad perenne que tienes con todos, eso dice mucho, y bueno. sobre ti, un abrazo.

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  3. Gracias, Enrique, por compartirlo. Me encantan los micros basados en intrahistoria, y si además menciona el maltrato animal, miel sobre hojuelas.
    Salud.

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    1. Las intrahistorias, tanto de personajes conocidos como de gente de a pie, por decirlo con una frase hecha, darían y dan para tomos enteros.
      Esta de Nietzsche es, desde luego, intrigante, pues no sabemos exactamente qué le ocurrió para que perdiese la razón, pero, desde mi punto de vista, creo que en sus escritos se mostraba mucho más fiero y soberbio de lo que en realidad era, todos quienes le conocieron hablan de su trato amable.
      Para mí estaba muy falto de cariño –con las mujeres no tuvo demasiada suerte-, y ese derrumbamiento al ver cómo un bruto maltrataba de forma salvaje a un caballo, quizá revela de él más que muchos de sus escritos.
      Gracias, Dipandra, por tu comentario y encantado de compartirlo. Un abrazo.

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  4. Tus micros siempre nos amplían horizontes, Enrique. La historia que narras es una anécdota que marcó la vida de Nietzsche. Tras lanzarse a proteger al caballo del maltrato al que lo sometía el cochero, el filósofo cayó inconsciente. Ahí comenzó su enfermedad mental, su hundimiento, su paso por diversas casas de salud, que no le impidieron seguir escribiendo en momentos de lucidez.
    Aquí destacas la humanidad del personaje, su reacción frente a la violencia con ese abrazo y esas lágrimas.
    Gracias por descubrirnos, una vez más, retazos del espíritu de grandes personajes. Y gracias por obligarme a bucear en aguas virtuales hasta encontrar el origen, no sé si el sentido, de tu historia.
    Mi enhorabuena y un fuerte abrazo.

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    1. De entrada decir que si de verdad amplio algún horizonte, si consigo aportar algunas cosas a esta balsámica página, me siento muy reconfortado y contento por ello.
      En el caso de este microcuento, ese episodio crucial de la vida de Nietzsche me ha impactado mucho desde que lo conocí, y da mucho que pensar sobre él y su obra.
      Por lo que he leído, no se sabe qué enfermedad le produjo ese colapso mental del que ya nunca se recuperó, creo haber leído en algún libro que podría haber estado relacionado con la sífilis.
      Hay también otro aspecto de ese episodio que me interesa bastante, y es el lugar donde ocurrió: Turín, la hermosa ciudad donde está la Sábana Santa, unos cuantos monumentos, museos y lugares de interés que sería prolijo enumerar, y que también está muy relacionada con la magia negra.
      Pues, que yo sepa, en Turín, aparte del derrumbamiento mental de Nietzsche, se produjeron los suicidios de Emilio Salgari, Cesare Pavese y Primo Levi.
      Y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid –y el Arlanzón por Burgos, que es donde estoy-, recomiendo un libro original, ameno, ilustrativo e ilustrado por el mismo autor con unos espléndidos dibujos, se titula La inmensa soledad, y el autor es Frédérik Pajak, cuyo subtítulo viene como anillo al dedo a todo lo anterior: Con Friedrich Nietzsche y Cesare Pavese, huérfanos bajo el cielo de Turín.
      Muchas gracias, Carmen, por tu comentario y por haberte molestado en indagar sobre el episodio en cuestión. Un fuerte abrazo de vuelta.

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  5. Hay cosas que, simplemente, no pueden suceder, una de ellas es no aprender de tus relatos o tus comentarios. No conocía este episodio protagonizado por Nietzsche, ahora sí, gracias a ti. Qué pasó por la cabeza de aquel hombre tan especial para que actuara de esa forma sólo él lo ssupo, pero podemos imaginarlo y hasta empatizar con él. Hoy día, en general, parece que nos hemos vuelto más correctos, pero en aquellos años ese castigo a un caballo debía de ser algo de lo más corriente. Seguro que ni el cochero ni los transeúntes comprendieron la actitud del filósofo, al que tildarían de loco. El que el abuso y la crueldad sobre los más débiles sea moneda corriente es propio de una sociedad enferma, que camina por una senda tan equivocada que sólo puede conducirle a ese fin que se sustancia en el título. No sólo se disfruta y aprende con tus relatos, también con los comentarios. Yo no voy a ser menos y quedo a la espera de ellos.
    Un abrazo fuerte, Enrique

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    1. En esta página tan participativa, democrática en el mejor sentido de la palabra –ahora que la pobre parece estar hecha unos zorros- y respetuosa, todos aprendemos de todos, lo que yo pueda aportar lo hago con la mejor de las intenciones y lo que consiga en tal sentido me satisface grandemente.
      Así que si por mi microcuento has llegado a conocer esa anécdota de la vida de Nietzsche, pues me alegro mucho. Yo también he quedado enterado de muchas cosas que desconocía en mis singladuras por estas Cincuenta palabras y sus comentarios.
      Lo que le ocurrió a Nietzsche en aquel momento es desde luego un misterio, ya he apuntado más arriba lo referente a una posible enfermedad que hubiese coadyuvado en su hundimiento en la locura, y parece que tenía antecedentes familiares por parte de su padre; en mi modesta opinión, creo que se exigió demasiado, que incluso representó un papel, que se obsesionó con la voluntad de poder y con el superhombre, pero que le faltó lo que todos necesitamos: afectos e, incluso, algunas dosis de autoengaño, pues nuestra naturaleza tiene muchas carencias y no se la puede forzar más allá de ciertos límites.
      Es lo que revela para mí el episodio del caballo, es como si en ese momento se hubiese desbordado la presa de su emotividad tanto tiempo contenida, y la hubiese volcado en un pobre animal que estaba siendo castigado injustamente.
      Seguramente, para quienes lo presenciaran considerarían que se trataba de un loco y sí, ese debió de ser el momento en que su cerebro se pasó de rosca. Por otra parte, no creo que hubiese entre la gente mucha empatía con el sufrimiento de un animal como muy bien apuntas.
      Muchas gracias, Ángel, por tu comentario y por la atención que me prestas. Un abrazo igualmente fuerte.

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  6. El superhombre llorando cuando ve golpear un caballo. Detrás de tanta filosofía de la voluntad, había sentimientos.
    Buena forma de narrar lo que le sucedió a Nietzsche.
    Saludos, Enrique

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    1. Cuando uno lee ciertos pasajes de la obra de Nietzsche, parece que el superhombre por el que aboga fuese ya él mismo, pero lo cierto es que era un ser enfermizo, que sufría mucho de la cabeza y del aparato digestivo, aparte de su miopía y su miedo a acabar como su padre que murió a la temprana edad de 35 años. Y a todo eso hay que añadir una vida muy solitaria.
      Así que quizá hizo una apuesta demasiado alta con su vida, fue muy inflexible, tanto con los seres humanos como con él mismo, y, como Freud advirtió no somos dueños de nosotros, fuerzas subterráneas operan al margen de nuestra voluntad y nos pueden acabar derrumbando.
      Desde luego, los sentimientos son vitales, de no serlo, seríamos una máquina que actuaría de acuerdo con un programa.
      Muchas gracias por tu comentario, Plácido, un abrazo.

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  7. Hola, Enrique,
    La anécdota de Nietzsche y el caballo, sucedida en la última etapa de su vida, es uno de los «pasajes» que mayormente se citan para reivindicar la figura de «El filosofo del martillo».
    Al igual que con Richard Wagner, el apropiamiento que de su obra hicieron Hitler y otras figuras del nazismo (a lo que contribuyó sustancialmente su hermana Elisabeth Förster-Nietzsche), terminó por envolver la figura de Nietzsche en un halo de maldad fuera de todo contexto.
    Nietzsche es más un filósofo de la aristocracia que de la injusticia. De hecho, suele decirse que es el filósofo más malinterpretado del siglo XIX.
    Una perla la que nos compartes este mes.

    Un abrazo «Más allá del bien y del mal».

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    1. P.D. ¿Lo de «El hundimiento» es por la cinta/libro que narra los últimos momentos de Hitler?

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    2. Vicente, tocas un punto muy interesante en tu comentario, y es la relación que hubo entre Nietzsche y el nazismo, y más bien, como dices, fue el nazismo el que se apropió de él, sobre todo por mediación de su hermana, un personaje bastante nefasto a mi entender, casada con un tal Bernhard Förster, un rabioso antisemita que se fue a Paraguay a formar una colonia de arios puros, donde se suicidó.
      Elisabeth, hermana del filósofo, expurgó y distorsionó sus escritos y se adhirió al nazismo, del que recibió apoyo y fondos para la conservación y transmisión del archivo de su hermano, con lo cual, envenenó grandemente su obra y le dio una muy mala fama.
      Nietzsche no era antisemista, pero sí lo fue Wagner, lo que no quiere decir que, de haber vivido en la época del nazismo, lo hubiese apoyado.
      Lo que sí resulta más inquietante es que se apuntase al partido nazi uno de los filósofos más importantes del siglo XX, Heidegger, el cual estaba muy influenciado por Nietzsche.
      Como dato curioso, apuntar que hay un libro que se atribuye a Nietzsche, el cual lo habría escrito en su época de ‘locura’ y que, probablemente, sea apócrifo, que se titula Mi hermana y yo, en el que se arremete contra la hermana y la madre.
      En cuanto al título, El hundimiento, se lo puse pensando en la biografía que sobre el filósofo escribió Curt Paul Janz que, entre otras, publicó Alianza Editorial, en cuatro tomos, titulando el último: Los años del hundimiento.
      Pero también pensé en la película, el libro no lo he leído, por eso mismo que tú has dicho de las relaciones entre Nietzsche y el nazismo. Pero creo que resulta evidente que el filósofo no hubiese considerado superhombres a los jerarcas nazis, sino una panda de matones incultos y sanguinarios.
      Un abrazo de vuelta, y en vez de más allá del bien y del mal, creo que es mejor estar del lado del bien.

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  8. Enrique, de nuevo aprendo al leer tu micro. Me ha encantado conocer esta anécdota de Nietzsche que desconocía.
    Enhorabuena, Enrique.
    Besos

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    1. Pilar, me alegra mucho que, a través de este microcuento, hayas conocido esa anécdota de la vida del filósofo Friedrich Nietzsche, creo que es de esas que, una vez conocidas, no suelen olvidarse, tanto por la emotividad que contiene como por los interrogantes que despierta.
      Muchas gracias por tu comentario, besos de vuelta.

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  9. He leído muy poco de Nietzsche, por no decir casi nada, y tampoco conocía la anécdota que narras de forma magistral, pero me ha atrapado cómo has agarrado ese instante, la fuerza con la que has transmitido esos segundos o escasos minutos que marcan una vida y la pueden llevar por caminos ¿ya trazados? ¿por construir?. Fantástico. Me ha recordado a una escena de Humillados y Ofendidos de Dostoievsky en la que también muere o es apaleado un caballo en plena calle, ahora no recuerdo exactamente. Un abrazo Enrique.

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    1. Cristina, me ha gustado mucho que hayas recordado una escena similar a la que le ocurrió a Nietzsche en la novela de Dostoyevski Humillados y ofendidos. Si no recuerdo mal –y la memoria no suele fiable-, creo que una escena parecida la vivió el propio Dostoievski, y la contó en alguno de los artículos que, posteriormente, fueron reunidos en libro bajo el título Diario de un escritor, eso mucho antes de que tal hecho le ocurriese a Nietzsche.
      Nietzsche admiraba mucho a Dostoievski por su perspicacia psicológica, por cómo trató el tema del nihilismo en novelas como Los endemoniados y Los hermanos Karamazov.
      En cuanto a leer al filósofo alemán, pues es elección de cada cual, no se le puede negar su inteligencia y el dominio de la lengua, pero, como dijo Thomas Mann en un ensayo que le dedicó, su voz se fue haciendo cada vez más chillona, no sé si porque ya le iba minando la enfermedad mental que le llevó hasta el episodio del caballo y luego a depender de los demás, en última instancia, de su madre y su hermana.
      Muchas gracias por tu comentario, un abrazo de vuelta.

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  10. Desbordante, el desquiciante, el desquiciado Friedrich Wilhelm Nietzsche. Una personalidad que brilla con luz propia en el orbe intelectual de una época convulsa, y una obra que seguirá discursando frente al poder de los siglos en su controvertida fundamentación.
    Me fascinan la determinación y arrojo con que abordó la "misión" de escribir su obra, la clarividencia que mantuvo ante el alcance que el mismo vaticinaba, y me deja perplejo su capacidad para resistir bajo el peso apremiante de la soledad y la enfermedad hasta dar término a su objetivo primordial de su vida, que no fue otro, creo, sino su propia obra.
    El pasaje que con tanto tino has elegido, nos permite, gracias a la sencillez y la plasticidad de tu escritura, recrear su contradictoria personalidad y su alma. Hecha, a mi entender, de absolutos contrapuestos que le hacían vivir permanentemente en estados de tensión - lo cual fue bueno para alcanzar las más altas cimas con su obra, pero fatal para caer en las profundas simas de una emocionalidad desequilibrada en lo personal y en lo social -.
    Felicitarte por esas dos soberbias imágenes que nos deja el relato para deleitarnos en su belleza estética, o para dolernos de su contenido humano: la del hombre abrazado al animal golpeado (doble de su alma sufriente), la del llanto derramado sobre su bigote de ser roto y quebrado en el dolor de intentar ser sin ser en los demás.
    Me invita también tu relato a reiniciar la lectura de El caminante y su sombra, que me aguarda a medio leer. Así que, Enrique, nos vemos en casa de Friedrich, si le pillamos de buenas, igual nos invita a beber. Un abrazo.

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    1. Desde luego, Nietzsche debe figurar entre los que hicieron de la literatura y el arte la razón casi exclusiva de sus vidas; también podría haber tenido algo más de suerte, él que predicaba el amor fati –amor al destino-, que se inventó esa idea tan vertiginosa del eterno retorno de lo idéntico, pero ni la salud ni las relaciones, sobre todo las amorosas, le fueron favorables; y su caída en la locura, los creyentes podrían interpretarla como un castigo de Dios, de quien él anunció su muerte.
      Lo que sí es cierto es que en sus cartas se muestra mucho más humano que en sus escritos filosóficos y poéticos; no sé si demasiado humano, frase que incluyó en uno de sus libros, pero en algunas de sus misivas sí aparecen quejas sobre su salud, su soledad y los problemas más grandes o más pequeños que a todos nos trae la vida.
      Lo que resulta evidente es su importancia, que él mismo previó, filosófica y cultural, su influencia, sus acertados pronósticos sobre el futuro.
      En su novela Sigfrido, el escritor Harry Muslich hace estas sorprendentes observaciones:
      -Hitler fue engendrado en julio de 1888, justo cuando Nietzsche comenzó a padecer tastornos mentales.
      -Nietzsche escribió que se le ligaría con algo monstruoso, una crisis nunca antes vivida en la tierra.
      -Hitler hizo realidad las angustias y la megalomanía de Nietzsche.
      -Hitler y Nietzsche vivieron 56 años.
      -La demencia de Nietzsche duró los años que estuvo Hitler en el poder: doce.
      Esto por volver al tema que apuntó en su comentario Vicente Varas, sobre sus relaciones con el nazismo. Me impactaron tanto esas casualidades que las anoté.
      Así que la sombra de ese caminante es alargada, y como dices, su obra se seguirá estudiando y se polemizará sobre ella tanto en pro como en contra imagino que durante siglos.
      Muchas gracias, Manuel, por tu generoso comentario, que te sea fructífera esa lectura nietzscheana y un abrazo de vuelta.

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  11. De nuevo otra clase maestra dentro de un microrrelato. Con todos los que estás escribiendo se podrían hacer mejores enciclopedias que algunas de las que existen.
    Gracias por escribir de lo que escribes y cómo lo escribes.
    Un abrazo.
    Pablo.

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    1. Lo primero, Pablo, alegrarme porque esa operación de tu mujer haya salido bien y se esté recuperando, y desearos que todo vuelva a la normalidad en la mayor brevedad de tiempo posible.
      En cuanto a mis ‘clases’, pues si en realidad se asemejan algo a eso, se debe a que para algunos de mis microcuentos he escogido temas que me son caros, sobre los que he leído bastante, aunque sin ser un especialista ni mucho menos, y a los que puedo aportar algunas cosas, compartirlas con vosotros y disfrutar de esta relación tan enriquecedora en todos los sentidos, principalmente, en el humano.
      Así que gracias a ti, gracias a todos, y decir que sentí mucho no poder asistir, finalmente, pues en un principio sí que tenía la posibilidad, a la ‘quedada’ de Madrid. Otra vez será, que dice la canción.
      Un abrazo fuerte.

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  12. Parece que todos hemos localizado al filósofo incomprendido. No conocía yo esa anécdota que tan claramente nos narras. Así que, gracias por hacernos indagar en la cultura, en la filosofía, en las letras...
    Muy bueno. Un beso.

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    1. Realmente, Nietzsche fue bastante incomprendido, como muchos otros artistas y literatos, los cuales, una vez muertos, resurgen y se agigantan hasta colocarse en la parrilla de salida con los más grandes de todas las épocas. Algunos son capaces de preverlo, lo hizo Stendhal, y lo hizo también Nietzsche, que admiraba mucho al novelista francés.
      La anécdota en cuestión es tremenda en todos los sentidos, como los son sus años de posterior oscuridad, así que si gracias a este pequeño microcuento la has descubierto, pues me alegro, y muchas gracias por el comentario, Olga, un beso de vuelta.

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  13. Yo me hago la misma pregunta que Vicente. Pero doy por hecho que has querido mandar un mensaje con la figura del superhombre, y el final del movimiento Nazi.
    Me encantan tus micros.
    Un abrazo,

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    1. La pregunta de Vicente ya se la he contestado a él por lo que atañe al título del microcuento, en cuanto a las relaciones de Nietzsche con el nazismo, también he expuesto mi opinión, que no es, ni mucho menos, la de un especialista, y sobre la que los mismos especialistas debaten y debatirán sin ponerse de acuerdo, como en todo. Ya lo dijo Woody Allen: “Los intelectuales son como la mafia: se liquidan entre ellos”.
      De todas formas, estas palabras que aparecen en el Anticristo: “¡Qué los débiles y los fracasados perezcan!, primer principio de nuestro amor a los hombres. Y que se les ayude a morir”, causarían gran satisfacción a Hitler y su camarilla si es que llegaron a leerlas. Y lo que está claro es que las llevaron a la práctica.
      Bien es cierto que cuando las escribió se supone que había entrado en la curva final de su colapso mental, pues firmaba como el Crucificado, y el episodio del caballo fue ya la gota que colmó el vaso, pero dejan un mal sabor de boca para quienes sabemos lo ocurrido en el siglo XX.
      Muchas gracias por tu comentario, Raquel, un abrazo, igualmente.

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  14. Tengo la mala costumbre, o la mala cabeza, de leer o ver algo y olvidarlo a los cinco minutos. Y no es exageración, ahora mismo intento recordar una historia que leí anoche, y que además me encantó, y ni siquiera sé de qué hablaba. Después, incluso años después, leo o veo algo que me produce un "run run", alguno de tanta envergadura que hasta noto cómo se mueve mi cerebro en busca de la huella que dejó ese algo que leí o vi y que olvidé con la facilidad que me caracteriza. Es lo que me ha pasado con esta "anécdota" del filósofo y el caballo que usted nos cuenta con su estilo peculiar, creando una imagen en tres dimensiones y con música de fondo.
    Lo bueno de leer sus relatos (y sus tuits) es que disfruto como una niña, sin traumas, sin huellas en el cerebro, y, además, espero ansiosa sus respuestas a los comentarios porque sé que serán incluso mejores, porque, permítame el atrevimiento, a usted hay que leerlo (y escucharlo) sin límites, sin márgenes, con tiempo.
    Lo malo de leer sus relatos es que aparecen mis complejos cuando quiero comentarlos (y quiero porque lo merecen), ¿y ahora qué digo yo que esté a la altura de las circunstancias?, ¡qué vértigo!
    Voy a resumirlo (yo sí gano mucho cuando hablo poco) en que la mente es apasionante, nunca sabremos lo que pasó en la de este filósofo para lanzarse a abrazar al caballo, pero las nuestras se sentirán mejor intentando buscar una explicación que nos sirva, a la vez, para seguir dejando huellas en nuestro cerebro que nos indiquen que estamos caminando.
    Un cordial abrazo, Enrique. Y mi admiración.

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    1. De entrada, Margarita, decirte que eres asaz amable, y que me has dejado un extraordinario comentario fruto de tu gran imaginación y sensibilidad, el cual he leído varias veces.
      Lo que dices de la memoria, pues nadie sabe cómo labora esa señora tan misteriosa, cómo ordena los recuerdos, las ideas, lo que aprendemos, o medio aprendemos y lo que olvidamos, que es la mayoría de las cosas que vivimos, aunque algunas de ellas, a veces, salen a flote como ese cadáver que un asesino arrojó al mar con una piedra atada a su cuerpo.
      Yo creo no tenerla mala pero, cada vez con más frecuencia, se me van las ideas en un abrir y cerrar de ojos, me viene una a la cabeza, me digo, ya la apuntaré, pasan unos minutos, quiero apuntarla, y ya no recuerdo de qué iba eso tan extraordinario que había surgido de las profundidades de mi mente.
      Seguramente, habrás leído alguna vez esa anécdota de la vida de Nietzsche, y si mi microcuento ha refrescado tu memoria, pues me alegro por ello, y me alegro también de que algunos de mis comentarios –e incluso mis tuits, con los que intento desengrasar un poco mi cabeza de la suciedad que nos deja el ininterrumpido transcurrir de sucesos mundiales, muchos de ellos absolutamente deleznables y hasta horrorosos, intentando seguir, a la distancia que me corresponde, o sea, bastante lejos, a nuestro gran maestro don Miguel de Cervantes- te sean de algún provecho, y sobre todo, que disfrutes como una niña, si soy capaz de conseguir eso, me siento más que feliz y complacido.
      En cuanto a complejos, no tienes que tener ninguno, pues tus comentarios están a la altura de todas las circunstancias y, en lo que me atañe, los recibo con gran expectación y agradecimiento.
      En cuanto a la mente, aparte de apasionante, creo que es más grande que nosotros que somos sólo un apéndice de ella –peor sería ser una hernia-, y que es mucho más lista, y esto sí que es un misterio y de los gordos.
      Te devuelvo ese cordial saludo y te expreso igualmente mi admiración.

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  15. Me ha encantado que hayas hablado de la anécdota del caballo de Turin (así la conocía yo). Pocas veces se expone la estrecha relación entre filosofía-vida-literatura. Te agradezco, Enrique, todo lo que me enseñas, en los relatos que escribes.
    Un abrazo.

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    1. Suele ocurrir que en las vidas de grandes escritores hay episodios que parecen inventados por ellos mismos, o por otros de igual o superior genio.
      La forma en que acabó Nietzsche es muy trágica y, en cierto modo, él mismo se convirtió en eso que despreciaba: un ser débil, dependiente, con la mente hecha mixtos, por decirlo de alguna manera; tal fue así, que tras pasar por algunos centros para enfermos mentales quedó al cargo de su madre, primero, y de su hermana, después.
      En definitiva, que la vida es mucho más grande que nosotros, pobres cañas pensantes, que dijo Pascal.
      Muchas gracias por tu comentario, María José, un abrazo.

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  16. Los filósofos siempre me han parecido poetas de lo intrincado, de aquello que subyace detrás de lo que los demás sólo percibimos. Seres dotados de gran sensibilidad, e inteligencia para emplearla en entender el mundo, en mostrarnos al resto que nada está hecho, o quizá sí.
    Nietzsche, como otros, sabía ver más allá de las dimensiones que conocemos, aquellas donde sentimientos como el dolor son universales independientemente del ser que lo sufra, sea humano, árbol o caballo.
    Todo esta reflexión me regala tu relato, Enrique. Una buena historia que subraya el lado humano de unos de los más sobrenaturales seres que han conseguido plasmar por escrito su pensamiento.
    Enhorabuena por tu maestría.
    Un abrazo.

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    1. Desde luego, sin la filosofía, que iniciaron los griegos, nuestra civilización occidental sería mucho más pobre en ideas, y si algún filósofo estaba cerca de los poetas era Nietzsche, cuyos modelos eran Heine, Hölderlin y Gohete, los mayores poetas en lengua alemana, al menos, mientras él vivió.
      En cuanto a la filosofía, consideraba a Schopenhauer su maestro, quien poseía también un estilo claro y sugestivo.
      Así que con esos modelos y con una prosa arrebatadora fruto de su gran inteligencia –no en vano era filólogo- sus escritos son adictivos y te dejan poco menos que noqueado.
      Pero el ‘soporte’ de esos grandes dones y capacidades no parecía estar a la altura y acabó quebrándose, por otra parte, la muerte siempre está ahí acechándonos a todos y se puede llevar a un Mozart a los 35 años.
      Muchas gracias, Antonio por tu comentario, en cuanto a maestría no tengo ninguna, por decirlo con un refrán, soy, como mucho, un aprendiz de todo y un maestro de nada.
      Un abrazo.

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  17. Veo en tu hermosísimo relato un zoom progresivo que nos lleva de la imagen de la plaza de Turín, pasando por una figura humana abrazada al cuello de un caballo, hasta unas lágrimas que acaban penetrando en los pelos de un bigote. Y en todo ello, como protagonista, la compasión sin concesiones de alguien que, en plena posesión de sus facultades mentales, la combatió ferozmente como concepto nocivo para la humanidad. Hay autores que con el tiempo han ido renegando de sus posturas pasadas. En este caso pienso que es su interior más puro, una vez despojado de todo proceso racional, el que refuta una parte importante de su doctrina, de la que, por cierto, en general me siento admirador con el debida perspectiva.
    Deslumbrado una vez más con las perlas que produce esta excepcional conjunción tuya entre cultura y sensibilidad artística.
    Un abrazo, Enrique.

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    1. Enrique, suscribo todas tus palabras sobre ese Nietzsche, que derrotado por la enfermedad, muestra un lado de su idiosincrasia que había tenido férreamente sujeto, al menos en lo que se refiere a sus escritos destinados a la publicación, porque, al parecer, en su trato con las personas era muy amable, y en sus cartas muestra debilidades que jamás aparecen en ninguno de sus libros.
      Lo que sí creo que hizo es arriesgar mucho, apostar muy fuerte, exigirse más de lo que su ‘hardware’ podía dar de sí, ser, a veces, demasiado cruel consigo mismo y con los demás, quizá por ese odio que sentía hacia lo humano, demasiado humano, algo que él, a pesar de su portentosa inteligencia, también era.
      Yo también soy admirador de su obra, de hecho, es de esos autores de los que quiero leer todo lo que han escrito –lo cual no me ocurre con muchos-, a pesar de que a veces siento como que me pellizca el corazón.
      Muchas gracias por tu inteligente comentario y por tus amables halagos. Aportar algo a esta página, compartirlo, me supone una gran satisfacción personal.
      Un abrazo.

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  18. No tenía ni idea de este episodio en la vida de Nietzsche, así que cuando leí el micro pensé que era fruto de tu rica imaginación. Lo bueno que tiene "CINCUENTA PALABRAS", además de otras muchas cosas, es lo que se aprende. De todos modos, lo has contado con esa sabia sencillez que te caracteriza. Un abrazo, Enrique.

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    1. Juana, me alegro de que hayas tenido noticia de ese episodio de la vida de Nietzsche por este sencillo microcuento, en el que me he limitado a contar, de forma lineal, lo que he leído acerca de ese suceso que supuso el hundimiento mental definitivo del filósofo de la voluntad de poder.
      Y tienes toda la razón al decir que en esta página se aprende, además de las muchas otras cosas que dices entre las que, en mi opinión, una de las más importante es el respeto y la amabilidad entre todos quienes aquí escribimos y comentamos.
      Un abrazo de vuelta.

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  19. Hola Enrique, es genial ler tus profundos y sabios relatos. La anécdota de Nietzsche la desconocía, ahora bien, la historia en si me evoco, la parábola del Cochero que contaba Gurdjieff, que es igualmente de profunda.
    Aunque supongo que no hay que ir tan profundo, para ver que la calidad humana la podemos ver en la forma de comportarnos con los seres inferiores (o que nosotros consideramos inferiores).
    Un gran abrazo.

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