Interpretación infantil
Tras la misa de doce, esperó a la puerta de la iglesia. Por fin vio salir al cura con su negra sotana. El mismo que en el confesionario, le había formulado preguntas demasiado íntimas.
Sintiéndose ya libre de pecado, le tiró una piedra. Las siguientes fueron arrojadas por sus amigos.
Sintiéndose ya libre de pecado, le tiró una piedra. Las siguientes fueron arrojadas por sus amigos.
Está claro que esa frase "quien esté libre de pecado que tire la primera piedra", este chico la ha interpretado al pie de la letra. Y él después de confesarse estaba libre de pecado. Además ese cura era algo "curiosón" y morboso diría yo.
ResponderEliminarBuen relato, Isidro, me ha gustado.
Un abrazo.
Está visto que no es sólo aprender las cosas de memoria. Es necesario entender el verdadero significado. Luego, pasa lo que pasa y los chichones y pedradas están a la orden del día.
EliminarMuchas gracias, Javi.
Un fuerte abrazaco.
Isidro, a mí me ha encantado esa interpretación infantil que tu protagonista ha hecho de los consejos del cura, un poco cotilla preguntando preguntas tan íntimas. Quizá la próxima vez se piense los consejos que da.
ResponderEliminarMuy bien escrito, aunque eso no es de extrañar viniendo del creador de “Microrrelatos para ratos”. Quien no lo tenga que vaya rápidamente a comprarse un ejemplar o se ponga en contacto con el autor.
Un abrazo.
Pablo
Decidídamente eres mi mejor agente literario. No te he contratado porque sé que no tienes precio, amigo Pablo.
EliminarMil gracias por tu generosos comentario.
Dos abrazacos (Por si alguno se quedase por Despeñaperros)
A mí también me gustó, al cesar lo que es del cesar y en este caso lo del crío era justo. Muy bueno!
ResponderEliminarSuerte Isidro!
No caí en ponerle César de nombre al muchacho.
EliminarMil gracias por comentar, Sandra.
Un fuerte abrazo.
Tu microcuento me ha recordado épocas pasadas de mi vida, épocas de confesionario en las que, efectivamente, algunos curas hacían preguntas demasiado atrevidas, demasiado íntimas que, analizadas ahora con la perspectiva que da el tiempo y la poca madurez que uno pueda haber adquirido, resultan bastante mosqueantes.
ResponderEliminarSi eso se une a los muchos escándalos que han ido saliendo a la luz, se deduce que esa iglesia que tanto poder tuvo en el franquismo -y que aún tiene el suyo por aquello de que el que tuvo retuvo-, se empantanó en el sexto mandamiento, y le hizo el caldo gordo al poder dictatorial, y –salvo encomiables excepciones- cumplió poco o nada con ese mandamiento de estar al lado de los más necesitados y los más débiles.
Así que creo que ese chaval es bastante más avispado que el chaval que fuimos nosotros, y que ha aplicado al pie de la letra las palabras que le ha dicho el cura; pues, al quedar absuelto de sus pecados, ya puede tirar esa primera piedra que dice el Evangelio, y claro, sus amigos, por mimetismo, han decidido tirarle unas cuantas más, así que como el cura no haya andado listo para refugiarse en la iglesia, ha podido sufrir un grave descalabro.
Y eso denota que con su comportamiento no ha conseguido ganarse el respeto y el cariño, al menos, de esos chavales, no sé qué opinarán de él el resto de feligreses. Pero ya se sabe que el hábito no hace al monje, ni al cura, me temo.
Muy sutil esa ironía que se respira en tu genial historia, Isidro, enhorabuena y un abrazo.
La diferencia es que nosotros, a pesar de que no comprendíamos cientos de cosas, si sabíamos -no sé porqué- que lapidar a un cura no era un acto recomendable ni siquiera de broma. Eso lo entendíamos todos!. jejeje!
EliminarMuchísimas gracias por tu generoso comentario.
Un fuerte abrazaco.
Todos los que fuimos niños en una época que puede parecernos lejana nos reconocemos en la incomodidad de ese confesionario respondiendo preguntas que denotaban una curiosidad malsana. Aunque sea una anécdota personal, me ha recordado al cura que venía al instituto público donde yo estudiaba y que suspendía las clases cuando le apetecía para confesarnos a uno por uno, o para hacer salir a una compañera y pasear con ella por el patio rodeándole los hombros con su brazo. Nadie tuvo la osadía de lanzar la primera piedra. Yo me vengué mintiendo y no pisando más confesionarios.
ResponderEliminarTu protagonista, libre de pecado tras la absolución, pone en práctica la frase de la Biblia y, aunque sea censurable cualquier forma de violencia, no podemos más que sonreír ante esta ocurrencia infantil.
Muy bueno, Isidro. Un fuerte abrazo.
Al parecer casi todos hemos sufrido esas presiones, confesiones y confusiones de unos años que ahora se nos antojan en blanco y negro. La tiranía del tiempo, sus épocas, modas, etc. Son cosas implícitas de la edad.
EliminarMuchas gracias, querida amiga. Un fortísimo abrazo.
Las religiones se basan en interpretaciones de los libros sagrados. Este niño ha hecho la suya, tan válida como el hecho de que el confesor pregunte lo que no debe. En estos tiempos de consumismo descreído quizá deberíamos cultivar más el espíritu, pero la aplicación inapropiada de las normas que alguien establece, a partir de esa necesidad humana de trascender, nunca trae nada bueno.
ResponderEliminarUn relato lleno de lucidez, trasfondo y un buen juego de palabras, pues eso es lo que hacemos aquí, jugar con ellas, con cincuenta en concreto.
Un abrazo fuerte, artista
Lo malo de las interpretaciones de los libros sagrados, es que son muchas y a veces se hacen propias y se consideran con perfecto y total derecho a imponerlas y entonces... ¡Se lía la que se lía! Y debe ser intrínseco a la naturaleza humana, porque surgió con ella y aún lo llevamos adherido a nuestras espaldas.
EliminarMil gracias por tu generoso comentario, amigo Ángel.
Dos fuertes abrazacos.
Esa lectura literal de la biblia que hace la ingenuidad propia de este niño valiente, que lanza la piedra y arrastra a los demás con su acto, le convierte en un nuevo líder, en un Jesús redivivo que expulsa a los mercaderes del templo.
ResponderEliminarDa mucho juego tu micro, levanta muchas heridas que aún no han cicatrizado, pues el sacerdocio está tocado en su verdad, la religión patina sobre un lozadal mezquino donde la fe se ha convertido en un tapadera para tanta inquinidad.
Este niño de tu relato, aún no ha nacido. Es una metáfora feliz de la justicia divina que con mano inocente pone fin al reino de la falacia. Ojalá veamos resurgir alguna la verdad resplandeciente que las todas las religiones prometieron.
Un relato con esa factura que tienen los tuyos, que por un lado, escuecen, y por otro, hacen las delicias del lector. Un abrazo, Isidro.
Llevas razón, creo que ese niño no ha nacido y también reconozco que pensé que podría levantar algunas ampollas y en esto de las religiones me gusta ser políticamente correcto (¿O debería decir, "religiosamente correcto"?
EliminarPero bueno, no olvidemos que es la mentalidad infantil. jejeje!
Muchísimas gracias por tu magnífico comentario que me ha cautivado desde el principio.
Un fuerte abrazo, Manuel.
La sabiduría de la inocente niñez. No tomar la palabra de Dios en vano y, a la vez, lapidar al cura, cabeza visible de anquilosados planteamientos religiosos. Genial, Isidro. Un abrazo.
ResponderEliminarYa se sabe de los niños y los borrachos...
EliminarMuchas gracias, Salva.
Un fuerte abrazo.
Hay que ver!! Lo que hace estar libre de pecado... Aunque tu relato es bastante más serio, me ha venido a la mente "La vida de Brian". Cuando alguien se atreve a dar el primer paso en alguna acción siempre le salen seguidores. Ni quiero imaginarme la cantidad de niños, ya adultos, que se habrán quedado con las ganas de liarse a pedradas con algunos de los de la sotana.
ResponderEliminarMuy buen relato, Isidro!! Besos
La perspectiva del tiempo hace, muchas veces, que nos arrepintamos de hechos que hicimos o de los que no hicimos; pero no debemos olvidar el contexto de cada momento, que siempre nos condiciona como una enorme losa.
EliminarMil gracias Olga por leer y comentar.
Besos.
Isidro, me parece que tu relato oculta más de lo que muestra. El niño al verse libre de pecado tira la primera piedra a quién, en mi opinión, le ha hecho daño y parece ser que no es la única víctima del sacerdote, cuando los demás niños se atreven a lanzar piedras contra él.
ResponderEliminarMuy buen micro, Isidro.
Besos apretados.
Efectivamente se ocultan cosas, sentimientos, recuerdos, ideas buenas, malas ideas... en fin, aunque yo lo haya escrito, creo que dejo campo libre a la imaginación y al recuerdo de cada cual. No me quedaba otra.
EliminarMil gracias, amiga pilar por tu generoso comentario.
Un besazo.
Me ha gustado, me ha gustado mucho, es visual y de dura realidad. Un beso.
ResponderEliminarMe alegra mucho que te haya gustado, Maite. Un beso.
EliminarImpresionante.
ResponderEliminarImpecable desarrollo de un hecho mil veces contado, pero presentado con tanta destreza que se disfruta como algo original. Aunque ésta sea una de las múltiples interpretacion que atesora y que lo hacen merecedor, de largo, de estar en la final... y más allá. Una verdadera lección de como decirlo todo con un texto absolutamente cinematográfico.
Sé que es mucho decir, pero de lo mejor que he leído en esta nuestra comunidad.
Enhorabuena, Isidro.
Un abrazo.
No sabes como me gusta que te haya gustado.
ResponderEliminarMil gracias por tan generoso comentario.
Un fuerte abrazo, Antonio.
Ese cura parece que ve más la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio.
ResponderEliminarBuen micro, Isidro.
Besos que espero que no se queden atrapados en Despeñaperros.
Nota: Tráfico despejado en Despeñaperros. Aprovechen a la vía libre. Se aproxima ciclón. Recibida mercancía Twin kisses. Thanks.
EliminarMuchas gracias, Asun.
Besos vía virtual.
Yo diría que es una "reinterpretación" de lo vivido...
ResponderEliminarMuy doloroso para las víctimas siempre, a los que les debe suponer un esfuerzo "librarse de ese pecado",impuesto desde posiciones de poder indignas de su hábito..
A los que les apetezca, está noche en Salvados, de La Sexta, Jordi Evole desarrolla el tema con entrevistas...
Gran micro, Isidro...Un abrazo
Gracias Rafael. Estuve viendo el reportaje que citas y me resultó tremendamente duro. Tb.resulta increíble que hace apenas 30 años, todavía existiesen tan explícitos abusos.
EliminarUn fuerte abrazo, Rafa.
Me gusta, y mucho, que tenga amigos que no caiga en esa trampa tan....ojalá cundiese el ejemplo entre algunos feligreses mas, especialmente entre los niños
ResponderEliminarOjalá las prescripciones religiosas que aportan todas las religiones, se aplicasen con el auténtico sentido, moralidad y ética que todas unánimemente pregonan y al parecer, todas unánimemente tergiversan.
EliminarMuchas gracias por leer y comentar, Luisa.
Un abrazo.
El catolicismo tiene un fallo: todo se perdona. Y hay cosas que son imperdonables.
ResponderEliminarEnhorabuena por el micro, Isidro. Saludos
Yo creo que el problema no es de perdonar más o menos. Es tan complicado que que no se ha encontrado solución en más de dos mil años.
EliminarMil gracias, Plácido.
Un abrazo.
Pues si que resulta literal la forma de actuar de esos inocentes que, lamentablemente, puede que ya no lo sean, o también puede que se algunos se aprovechen y por una especie de mimetismo infantil,canalicen su agrevidad sobre el ¿pobre? cura que debería servirles de "guia espiritual" y no solo sonsacar, sabe dios con que intenciones, lo que debería pertenecer a la intimidad. Suerte, Isidro. Un abrazo.
ResponderEliminarLo malo de los escritos religiosos, son las múltiples interpretaciones que se hacen. Me imagino a los dioses de todas las religiones, cabreados ante tanta interpretación en su nombre "¡Así no hay manera!" -dirían.
EliminarMuchas gracias, Jesus. Un fuerte abrazaco.
¡Qué interpretación tan personal hace tu prota de la famosa frase!. Eso es tomárselo al pie de la letra y lo demás, lluvia de piedras.
ResponderEliminarIngenioso y sorpresivo, Isidro.
Abrazo virtual
Sabes que las interpretaciones, fantasías y creencias infantiles, pueden llegar a ser muy muy sorpresivas.
EliminarMuchas gracias Mª Jesús por leer y comentar.
Abrazos.
Hola, Isidro.
ResponderEliminarUn texto impecable en el fondo y en la forma. Un título que nos sitúa en la peripecia, en la historia. Un cura mórbido, pecaminoso y un Jaimito que, sabiéndose libre de culpa, arrojó la primera piedra, siguiendo el dictado bíblico, que el niño interpreta a su conveniencia y para su desquite y venganza. Como el cura debía hacer lo mismo con todos los niños, para satisfacer su morbo enfermizo, interminable, le llovieron luego las pedradas de sus amiguetes. No se le estuvo mal empleado. Me encanta tu relato. Mi gran enhorabuena con un abrazo muy grande.
Muchas gracias don Eduardo. Un gusto tenerle por esta casa y un placer tener tu comentario y lectura.
EliminarUn fuerte abrazo y espero que nos veamos pronto.
Muy ingeniosa tu historia y muy acertado su desarrollo, Isidro. Has plasmado una situación en la que podríamos decir que la justicia divina (no olvidemos que en el antiguo testamento las lapidaciones a veces son mandadas por Dios) se vale de la inocencia infantil para castigar al culpable, logrando un resultado extraordinario. De antología, amigo.
ResponderEliminarEnhorabuena y un abrazo.
Muchas gracias por tu comentario, amigo Quique.
EliminarDos abrazacos y felices fiestas.
Historia terriblemente dura, tras la apariencia de un "juego" infantil. Me ha parecido magistral, Isidro. Mi enhorabuena. Te deseo un año 2018 lleno de creatividad, como la que has reflejado en este micro (y en tantos otros...). Abrazos.
ResponderEliminarLo mejor de la mentalidad infantil es su ausencia de convencionalismos, prejuicios... por lo que las interpretaciones pueden resultar de lo más variopinto a la vista de un adulto, pero a veces, son las más certeras.
EliminarMil gracias, Mariajo y mis mejores deseos para ti y para Jesús.
Que relato tan orginal y redondo sobre la pedofilia en el clero. Me gusta cuando pagan los pecadores, me pone mucho. (Contenta, me pone contenta). jajaja
ResponderEliminarUn saludo querido Isidro.
Me alegra mucho que te haya gustado.
EliminarMil gracias por leer y comentar, amiga Raquel.