Motu proprio

Confundida, la muchacha no trató de evitar el nuevo encuentro. Sabía que la buscaba como paño de lágrimas porque, dijo, le tenía mucha confianza; y aunque ella no olvidaba lo que un día antes le había insinuado, dejó a un lado la precaución. Salió aína, callada; simplemente, se dejó llevar...
Escrito por Gustavo Lino

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