La voz
Paseando por París escuché a un fantasma. Una mujer, demacrada y desdentada, estaba cantando desde el suelo, de forma perfecta, a Edith Piaf.
Me acerqué para darle una moneda, pero alzó su mirada y me negó con la cabeza.
—¿Por qué cantas entonces? —le pregunté, sorprendido.
—Canto para no morirme.
Me acerqué para darle una moneda, pero alzó su mirada y me negó con la cabeza.
—¿Por qué cantas entonces? —le pregunté, sorprendido.
—Canto para no morirme.
Y para alimentarse, y alimentarnos, para movernos por dentro o hacernos pensar, para llorar, recordar, olvidar....... la música puede servir para tantas cosas!
ResponderEliminarDuro día, perdonad el retraso!! Totalmente de acuerdo, la música es el ritmo de nuestras vidas... así lo marca nuestro miocardio! Gracias por comentar!
EliminarGenial debut.
ResponderEliminarMe ha encantado. Enhorabuena y gracias
¡Muchas gracias Pablo!! Un placer haceros disfrutar. ¡Un saludo!
EliminarMuy buen comienzo. Bienvenido y a disfrutar...
ResponderEliminarMuchas gracias, Rafael. ¡A disfrutar de las letras!
Eliminar¡Qué bueno! Me ha venido a la mente una frase de una canción ... "Dicen que el que canta su mal espanta".
ResponderEliminarBesos.
Malu.
Mil gracias Malu, la verdad es que a esta mujer le servía tanto como para que fuese su única base de sustengo. ¡Un saludo!
EliminarFabuloso! Non, rien de rien, non, je ne regrette rien...
ResponderEliminarJusto. Exactamente esa es la que estaba cantando. ¡Lo has clavado, Patricia!
Eliminar'Canto para no morirme', qué hermosa frase y qué triste a la vez. Bonito micro, Dani.
ResponderEliminar¡Bienvenido! Un saludo.
Muchas gracias, Chusa. La frase lleva preñada una melancolía y una pasión que solo pueden sentir los que se agarran a la vida con la punta de los dedos. ¡Un abrazo!
EliminarGran relato! Con una buena melodía todo pinta de otro color.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias Jose. En ocasiones es lo único que nos queda para seguir al timón, el ritmo de una canción.
EliminarCantar para no morir... escribir para poder seguir cantando.
ResponderEliminarGenial
Bienvenido
¡Muchísimas gracias Gil! Entre alguien que se muere cantando y alguien que se muere escribiendo lo único que cambia es el medio en el que se transmiten las pasiones. ¡Un abrazo!
EliminarSomos perecederos, pero tenemos a nuestra disposición algo que si no es eterno se le acerca mucho: las artes, entre las que la música ocupa un lugar privilegiado. Si nos acercamos a ella quizá tengamos alguna esperanza de burlar a la muerte, algo de lo que parece convencida esa mujer que tan bien retratas.
ResponderEliminarUn saludo y bienvenido
Gracias Ángel! A esa mujer se le ha caído casi todo, pero sólo una cosa la mantiene en vida... lo que late en su alma.
EliminarAunque hay más de los otros, que sí lo hacen para sacar unos eurillos...
ResponderEliminarMe gustó...
Un saludo
Gracias Rosy! Hay más de los otros, sí... los que cantan sólo por el placer de dar su vida a la voz son pocos.
EliminarUn precioso retrato de la melancolía, con banda sonora incluida.
ResponderEliminarBienvenido, Dani, y enhorabuena.
Saludos.
Gracias Enrique! La música rodea todo lo que hacemos, genial que menciones lo de la banda sonora, porque en esta historia es el hilo de vida que le queda a la mujer. Un abrazo!
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