Libre albedrío

Y en aquella noche sin luna, despojados al fin de toda vergüenza, juntaron sus almas fundiéndolas en una. Así los descubrió la mañana, fría como sus cuerpos desnudos, enredados en preguntas ya sin respuesta y salitre de mar.

Nadie culpó a la muerte. Más bien, dijeron, les pudo el amor.
Escrito por Graciela Rodiño

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