Escapando del mal fario
Si barrunto un sepelio, intuyo una mirada estrábica o atisbo un gato negro, deshago el hechizo cambiando de ruta; pero nunca puedo esquivar al lúgubre cuervo que se me cruza, a pesar de los quiebros que realizo a ese pájaro de mal agüero, cada vez que sobrevuelo algún lago cristalino.
Me gusta la musicalidad y el clima que recrea tu micro Pablo. Por otro lado, nadie puede escapar de una mala racha... el cuervo negro es implacable para todos.
ResponderEliminarTu que siempre eres el primero en comentar y sino, estas de los primeros... Me gusta ser tu primer comentario de este "lúgubre" y "místico" Marzo. JEJE
Un beso Pablo,
Raquel, me alegra que te guste el ritmo del relato. para mí es importante.
EliminarEste mes estoy un poco atrasado así que pocas veces estoy siendo el primero en comentar ;-), aunque a mí me ha encantado que seas tú la primera.
Un beso fuerte.
Pablo.
Aunque no nos guste aceptarlo, mucho de lo que llamamos 'mala suerte' es consecuencia de nuestros actos; de igual forma, este desdichado cuervo no se reconoce en su propio reflejo.
ResponderEliminarGran historia, Pablo. Un abrazo.
Gran comentario, Vicente. De los que enriquecen el relato que descansa encima de vuestros comentarios. Estoy de acuerdo contigo en que la 'mala suerte' o 'buena suerte' es consecuencia de nuestros actos.
EliminarUn placer que te hayas pasado por aquí, mi querido amigo.
Un abrazo.
Pablo.
Pues no sabía que el cuervo también era un pájaro de mal agüero, a mí siempre me han resultado muy simpáticos, será que tengo algo de bruja. Genial micro, Pablo, con una prosa muy sonora y muy cuidada. Me ha gustado mucho. Lagarto, lagarto ;o)
ResponderEliminarMe alegran tus palabras, Belén. Ya ves, el cuervo es un pájaro de mal agüero debido a esa fama que se le ha dado: recuerda el magnífico poema de Poe.
EliminarUn beso y muchas gracias por pasearte por estos lares.
Pablo.
Pablo, nos has descrito en ese cuervo, que no se fía ni se reconoce en su reflejo en el lago, a un gran supersticioso.
ResponderEliminarImposible escapar del mal fario tratándose de un cuervo. Lo difícil a veces es escapar de uno mismo.
Buen relato.
Besos
Efectivamente, Pilar: lo difícil es escapar de uno mismo, o imposible. De ahí la importancia de conocerse, admitir los propios errores y convivir contigo en armonía.
EliminarUn beso enorme, mi querida Pilar.
Pablo.
Cruzo los dedos para no encontrarme con cuervos como el de tu relato, mi querido Pablo, de esos que vuelan bajo porque dicen que hace un frío del carajo, o dicho de otro modo, que no saben levantar el vuelo y echan la culpa a los demás.
ResponderEliminarUn beso
Tú ten cuidado con las cerraduras, mi querida Margarita, que a los cuervos o grajos, que son los que vuelan bajo cuando hace un gélido clima que te sube por el cuerpo (vamos, un frío del carajo) te guardaré yo.
EliminarUn besote muy fuerte y gracias por venir.
Pablo.
Es difícil conocerse uno mismo, y más todavía reconocerse en lo negativo. Todos hemos pasado alguna vez por ese lago cristalino pensando que el reflejo que vemos no es el nuestro. No podemos escapar a ese reflejo, sí hacer algo por cambiarlo. Muy interesante y bien contado, Pablo. Un abrazo.
ResponderEliminarHas dado en el clavo, Juana. Es importante conocerse y admitir los propios errores (es de humano equivocarse)para poder evitar caer de nuevo en ellos.
EliminarMe alegra que te haya parecido bien contado. Lo trabajé mucho, hice varias versiones y, al final, esta es la que quedó.
Un beso.
Pablo.
Tu relato me parece una muy original recreación del famoso refrán sobre la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio. Me gusta mucho esa sutil guasa que impregna todo el relato, Pablo. Ese tono a fábula con la que dejas al descubierto el 'descuido' en atribuirnos defectos con la misma intensidad que decidimos endosárselos a los demás.
ResponderEliminarMe gusta tu historia, tus historias; cuando escarbas en ellas, no dejas de encontrar.
Una magnífico relato. Enhorabuena.
Un abrazo.
Querido y admirado Antonio, si los comentarios suelen enriquecer los relatos el tuyo ha subido el nivel del mío mucho más arriba de lo que ha sido capaz el escritor.
EliminarRealmente el refrán que comentas viene muy bien para que la fábula tenga la explicación o moraleja deseada.
Te agradezco enormemente tu aportación que ha abierto el fondo del relato que, ni yo mismo, estaba seguro que se pudiera entrever.
Un fuerte abrazo.
Pablo.
Hay una cosa muy clara en tu relato, Pablo, y es que su protagonista es bastante supersticioso. Otra cosa es que tenga mala suerte. Posiblemente esté libre de ella, aunque de no ser así, desde luego que el pobre lo tiene muy difícil en su tarea de escapar del objeto que se la acarrea. Me parece un planteamiento muy ingenioso llevado a cabo con esa gran calidad literaria que te caracteriza y que en este caso, tanto por su estilo como por su vocabulario, nos trae sensaciones de clásico del romanticismo decimonónico. Sin duda un relato para añadir a esa exigente libreta en la que guardas tus favoritos. Por lo que a mí respecta no creo que sus bellas imágenes se me vayan de la cabeza en mucho tiempo.
ResponderEliminarEnhorabuena, amigo, y un fuerte abrazo. A ver si los pasos sevillanos te inspiran alguna historia.
Mi querido Enrique, si la calidad literaria te ha parecido grande uno de los culpables de mi mejora, según tu opinión, eres tú mismo. Leer tus relatos me enseñan a escribir cada día mejor, o al menos eso me parece sin querer ser pretencioso. También me enseñan otros compañeros de esta comunidad, como el que está encima nuestra: un escritor con mayúsculas del que hablamos mucho en nuestro reciente encuentro por Sevilla. Antonio, tanto Enrique como yo pensamos que eres un crack.
EliminarEn cuanto a guardarlo en mis favoritos, este mes la libreta ya tiene su tope con tu relato y el de Matrioska, otra autora de la que aprendo con cada uno de sus escritos.
Como siempre haces, has realzado mis cincuenta palabras, perfectamente analizadas por esa pluma que tienes y manejas con tanta maestría.
Te diría muchas cosas más, pero ahora tengo que dejarte pues he de recoger al superhéroe del cole; así que dejo aquí unos puntos suspensivos... y pronto, seguimos.
Un abrazo, amigo mío.
Pablo.
Pablo tu cuervo protagonista tiene difícil evitar el mal fario, aunque tal vez lo que deberá hacer es reconocerse a si mismo. Y como para mi tu relato de hoy es una verdadera fabula, creo que hay muchas personas que les hace falta reconocerse a si mismas para poder cambiar el rumno de su vida.
ResponderEliminarMuy buen relato Pablo, me ha encantado, me ha gustado mucho.
Abrazos Pablo.
Javier, totalmente de acuerdo con tu comentario. hace falta conocernos por dentro para gustarnos por fuera. Me alegra mucho que te guste el relato.
EliminarUn abrazo, querido amigo. Me gustan mucho tus comentarios.
Pablo.
Una narración exquisita. Enhorabuena, Pablo.
ResponderEliminarGracias, José Ramón. Si te ha parecido la narración exquisita, como digo algunas veces, misión cumplida.
EliminarUn placer que te hayas pasado por aquí para decírmelo.
Un abrazo.
Pablo.
Cuidado con los cuervos, Pablo. No se debe jugar con ellos porque todo lo ven y todo lo saben. No importa cuán profundamente nos escondamos dentro de nosotros mismos ni cuántas veces gritemos Nevermore!
ResponderEliminarEl mes que viene sabrás más. (Sí, yo también escribo sobre cuervos y me gusta que el tuyo haya salido primero).
Abrazos emocionados.
Estoy seguro que al ver que el protagonista del relato es un cuervo te has acordado de nuestro admirado Poe. Además, también sale un gato negro, o se atisba, que es otro guiño a uno de sus cuentos que más me gustan. Si además hay un entierro, o se barrunta, e imaginamos que es prematuro, tenemos otro relato de Poe.
EliminarMi querida Patricia, ya me froto las manos esperando ese ansiado relato que nos espera en el que das vida a otro cuervo, y que además parece sabio.
Un besico también emocionado.
Pablo.
Querido Pablo,qué buen relato nos dejas este mes. A mí también me ha venido a la mente el refrán al que hace mención Antonio. Hay que ver cómo nos cuesta ver nuestras faltas, pero que pronto vemos los pequeños fallos de los demás.
ResponderEliminarEl relato es impecable, te mando un beso grande con mi enhorabuena.
Malu.
Malu, al igual que le he dicho a Antonio, enriqueces el sentido de mi relato al incorporar ese refrán en tu comentario. A veces no sabes lo que interpretarán los lectores de esas cincuenta palabras y cuando veo que sois unos lectores tan ejemplares, me pregunto que por qué temía de que la interpretación no saliera a la luz.
EliminarQue me digas que es impecable mi aportación de este mes, me llena de alegría y a mi musa, que la tengo aquí a mi lado, de orgullo.
Un fuerte beso.
Pablo.
Parafraseando a Wang Wei "Qué clase de animal es un poeta y para qué sirve". En tu caso debe ser un águila, siempre solitario aunque se adentre en terreno de cisnes. Enhorabuena.
ResponderEliminarPepe, me dejas sin palabras ante tus magistrales palabras y la cita de Wang Wei. Solo me queda agradecerte el que te hayas parado por aquí para dejarme tu generoso comentario.
EliminarUn fuerte abrazo.
¡Qué bueno, Pablo! Tu protagonista está siempre avizor y dispuesto a señalar el lado oscuro en los demás, aunque es incapaz de ver y reconocer su negro pelaje, por lo que yo también me barrunto que su mal fario le perseguirá siempre. Enhorabuena, me ha encantado de principio a fin. Un beso enorme.
ResponderEliminarExacto, Matrioska. Así es el cuervo que a veces llevamos dentro: dispuesto a criticar los defectos ajenos e ignorándose a sí mismos.
EliminarGracias por lo de ¡Qué bueno! pero para bueno, el relato, con título incluido que te has sacado de la manga este mes. Ese sí que es bueno. ¡Qué bien escriben los Núñez! ;-)
Un besazo.
Pablo.
"Alas negras, palabras negras", dice siempre el gran George R. Martin, pero eso es porque no conoce tus relatos, Pablo.
ResponderEliminarBuena historia de una huída imposible en forma de cuervo superticioso.
Abrazos, Pablo.
Gracias Carles. El gran George R. Martin no conoce esta comunidad y a sus moradores en el que no existen tronos pero sí juegos de palabras excelentes como el tuyo de este mes. Por cierto, gracias por enseñar a la vez que divertir. Tu relato de este mes además de una bueno ha resultado de lo más didáctico.
EliminarUn abrazo, Carles y espero ansioso que llegue mayo para conocernos en persona.
Pablo.
Disfruté de tu relato, escrito con humor sutil y fina inteligencia.
ResponderEliminarEs un placer leerte, Pablo.
Abrazo
Hola, Georges. Da gusto escribir si encima recibo esos piropos que me regalas.
EliminarGracias por pasearte por aquí.
Un abrazo.
Pablo.
Huimos de aquellas figuras que por creencias inexplicadas nos anuncian lo peor. El problema viene cuando nosotros mismos representamos aquello que más tememos, algo que nunca se podrá evitar ni esquivar. Pobres cuervos, por no cantar como ruiseñores ni tener hermosos plumajes son señalados como mascotas de brujas. Es su sino y no pueden evitarlo, pero estoy seguro que el de tu relato es descendiente del de Poe, pues en nada le desmerece, como también debe ser pariente de otro que Patricia Richmond ha dicho que nos tiene preparado.
ResponderEliminarEs un placer encontrarse con tus letras, sea en relatos o comentarios, con el buen hacer y la humanidad que compartes.
Un abrazo fuerte, Pablo
Querido Ángel, qué más quisiera que fuese mi cuervo descendiente del de Poe o del de Patricia.
EliminarHablas de la mala fama de los cuervos y también quiero reivindicar la de los gatos negros, tan inocentes y bellos.
Como siempre tengo que agradecerte ese esmero que pones en diseccionar nuestros relatos y las palabras tan amables que salen de tu pluma.
Un fuerte abrazo, amigo mío. No sabes las ganas que tengo de dártelo en persona en un futuro no muy lejano.
Pablo.
Es dificil esquivar la mala suerte, huir de ella, esconderse... Siempre parece que nos acecha y creo que este cuervo no puede alejarse ni siquiera de su propio reflejo.
ResponderEliminarUn 50 con toque poético al estilo de Poe. Bien tramado y llevado hasta el final.
Un placer leerte siempre Pablo.
Un beso grande.
Cómo me alegra que vuelva a salir Poe porque lo adoro.
EliminarPara prosa poética la tuya.
La solución para que la mala suerte no aparezca es mirarla de frente sin esconderse y sin miedos infundados.
Muchas gracias por tu comentario y por muchas cosas más que tú y yo sabemos.
Un besote grande.
Pablo.
Yo me pregunto si realmente la mala suerte existe o es solo un cúmulo de circunstancias, en este caso adversas, y nuestra propia forma de ser.
ResponderEliminarAl cuervo le ha rodeado desde siempre la superstición. Tu ave no ha tenido un juicio de la historia muy gentil que digamos, eran aves carroñeras, y se las vincula con brujas, calabozos y ataques a las cosechas. Tiene mucho que ver el cine también, que ha contribuido a decirnos que los cuervos son malos. Tampoco ayuda mucho que uno mismo sea un cuervo...
Me ha gustado mucho tu reflejo en el lago. Un beso.
Hola, Olga. Estoy de acuerdo con todas tus apreciaciones y a la defensa del cuervo, también quiero sumar como he dicho antes la del gato negro.
EliminarMe encanta que te haya gustado ese reflejo del lago. No veas la de vueltas que le di al coco buscando el sitio ideal para que se pudiera ver el cuervo a sí mismo.
Un besote.
Pablo.
Exquisito relato de principio a fin: el vocabulario, las supersticiones, y el reflejo del cuervo en el lago, con su enseñanza moral, como toda buena fábula.
ResponderEliminarMe he gustado mucho, Pablo. Un abrazo.
Carmen, me encantan tus palabras y cómo has diseccionado en pocas palabras lo que se ve y lo que se insinúa del relato. Se nota que eres buena cincuentera.
EliminarMuchas gracias por pararte por aquí.
Besos.
Pablo.
Igual que en algún comentario anterior, en tu relato veo una fábula.
ResponderEliminarEse cuervo, con el que nos podemos identificar, huyendo de todo lo que para él es rechazable, pero incapaz de reconocer sus propios errores.
Gran relato, Pablo. Un abrazo.
Gran interpretación, Jose. Me alegran mucho tus palabras. Tanto como cuando veo tu firma debajo de un relato porque siempre tienen una personalidad que los hace de mis preferidos. En mi encuentro con Enrique y Miguel en Sevilla tu forma de contar también estuvo presente en nuestras conversaciones y te aseguro que te admiramos bastante los tres.
EliminarUn fuerte abrazo.
Pablo.
Un relato permite contar, sin necesidad de explicar, para que llene nuestros sentidos. En el tuyo nos trasmites una historia cargada de poesía que nos hace plantearnos si merece la pena buscar la paja en el ojo ajeno.
ResponderEliminarPrecioso relato.
Crispín, que palabras más bellas dedicas a mi relato. Efectivamente el buscar la paja en el ojo ajeno nos hace más mezquinos. Es la forma ideal para engañarse a uno mismo, haciendo daño a los demás.
EliminarUn fuerte abrazo.
Pablo.
Excelente micro, Pablo. Si uno no intenta conocerse, mal podrá reconocerse aunque tenga frente a sí el más cristalino de los espejos.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias, Sandra. Que te parezca excelente mi relato es el mejor de los premios. Desde luego si uno no quiere reconocerse ni ver sus defectos, además de no ser feliz nunca, se sentirá como un vampiro ante un espejo.
EliminarUn beso muy fuerte.
Pablo.
Leyendo el micro, he visto clarísimo al cuervo, y a muchos personajes ante el reparto de bienes del protagonista del sepelio.
ResponderEliminarMuy bueno, Pablo
Gracias, Maria Jesús. me alegro que hayas visto al cuervo y a los buitres que van tras el ataúd.
EliminarUn beso muy fuerte y gracias por pasearte por aquí.
Pablo.
Puedes cambiar el paso a la mala suerte, pero es imposible escapar al enfrentamiento con la vida. No hay excusas, tú eres quien decide tu camino. Me ha gustado mucho, Pablo. Un abrazo.
ResponderEliminarExacto, Salvador. la mala suerte es un cúmulo de coincidencias, pero no hay excusas para escapar al enfrentamiento con la vida, es más, hay que cogerla con ganas y afrontarla cara a cara.
EliminarMuy acertadas tus palabras.
Gracias por pasearte por aquí.
Un abrazo.
Pablo.
¿Se puede pedir más? Grata sorpresa leerte Pablo, incluso cuando la carretera aprieta por mi largo viaje...gracias por hacer mis horas de camino tan amenas. Un beso y felicidades por 50 palabras tan bien encajadas.
ResponderEliminarMuchas gracias Geyna. Para mí es una grata noticia todo lo que me cuentas en tu comentario. ¡Qué de recompensas da el escribir aquí en cincuenta!
EliminarMil besos y buen viaje.
Pablo.
Me ha encantado, Pablo. El enfoque poético con que envuelves el microrrelato hace que atraiga al lector de una manera irremisible. Es bello y con significado. Lo tiene todo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tu comentario sí que lo tiene todo para dibujarme una enorme sonrisa en la boca, María José.
EliminarMe alegro mucho que te hayas pasado por aquí a dejarme tus hermosas palabras.
Besos.
Pablo.
Hola Pablo, me gusta mucho ese modo que tienes de ver las cosas. En tu micro nos muestras lo imposible que es cambiar el porvenir. Tarde o temprano sucederá. Y, nada ni nadie, podrán salvarnos de lo que nos espera. Un abrazo.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo, Carmen: el porvenir es imposible cambiarlo y uno no puede mirar hacia otro lado mientras lo espera.
EliminarMe alegra que te guste el modo de ver las cosas y me agrada enormemente que te hayas parado aquí para dejarme tu comentario.
Un besote.
Pablo.
Pues el cuervo lo tiene harto difícil, por lo menos cada vez que sobrevuele un lago cristalino (lo único positivo de todo el microrrelato por lo que veo y leo). Porque ese mal sino que lleva consigo (y en sus aciagas plumas negras) lo va a perseguir de por vida. ¡Y mejor que no grazne! Ya que entonces... ¡¡Apaga y vámonos!! Es que el cuervo es como un martes y trece: están marcados ambos y parece que nadie estará dispuesto a redimirlos de tal condena.
ResponderEliminarOtro gran microrrelato, amigo y paisano Pablo. Una vez más estructuras a la perfección, escoges las adecuadas palabras para el texto y para el título y todo para dejarnos (a mí por lo menos) nuevamente con la boca abierta.
Así que va mi me gusta por delante y con este clic mi más sincera enhorabuena también. Y por supuesto un abrazo, de los optimistas, de los que se ofrecen a los amigos y, además, magníficos cincuentistas. Nos seguimos leyendo...
Querido José Antonio, boquiabierto me dejas tú cada vez que disfruto de tus comentarios; y no solo los que dedicas a mi persona, tan generosos y elaborados, sino a todos nuestros vecinos cincuentistas.
EliminarEse abrazo lo recibo con gran alegría y con una petición: que pronto nos lo podamos dar en persona.
No hay martes y trece, sepelios, gatos negros, espejos rotos, saleros derribados por el azar, cuervos o miradas estrábicas que puedan romper el hechizo que provocan tus letras al ser esparcidas en esta, nuestra comunidad, en la que reinas en la lista de autores, tanto por la cantidad de relatos como por la calidad de los mismos, menor, aunque parezca imposible, a tu calidad humana.
Gracias por ese click que tanto me gusta recibir.
Un fuerte abrazo, mi querido paisano y amigo.
Pablo.
Mi pereza para escribir desde el móvil me hace a menudo que se me pase comentar muchos de los relatos que leo y me gustan.
ResponderEliminarCreí que ya te había comentado lo que me ha impresionado tu relato pues me parece sobervio por su calidad narrativa y temática.
Me sigues sorprendiendo en cada escrito.
Genial amigo Pablo. Un abrazo.
Muchísimas gracias, Isidro. Me alegra mucho que mi relato te haya gustado y que te hayas pasado por aquí para decírmelo. Siempre es grato verte por aquí.
EliminarComprendo perfectamente lo que dices del móvil y, no solo es la pereza, sino los autocorrectores que cambian malévolamente las palabras que quieres poner sin pedir permiso.
Recibe un fuerte abrazo de tu amigo Pablo, mi querido Isidro.
Pablo.
Pablo, sin ninguna superstición –y diré que mi manera de ser supersticioso es hacer lo contrario de lo que dicen las supersticiones- voy a comentar tu microcuento.
ResponderEliminarDe entrada, se me ocurre que lo de las supersticiones es un retal más de los innumerables que componen eso que llamamos ser humano. ¡Estamos hechos de tantas cosas!: Manías, costumbres, miedos, aficiones, amores, rechazos, fobias, recuerdos, experiencias... Hacer con todo eso algo que pueda ser hospitalario –por decirlo con palabras de Antonio Machado- me parece un milagro.
Yendo ya al protagonista que, en primera persona, nos confiesa el trabajo que tiene y lo que le limitan sus supersticiones -aunque parece tomárselo con humor-, pues añadir que, de una u otra manera, todos podemos vernos reflejados en él, ya que ¿quién no tiene en su carácter alguna carencia que le merma? Por ejemplo, te gusta bailar, pero eres un patoso, tienes que hablar en público y te tiembla la voz y las ideas se te escapan, te encantan los viajes y te da miedo montar en avión, etcétera.
Así que por ahí anda el pobre personaje cumpliendo mil rituales para escaparse del mal fario, pero hete aquí que, a pesar de todos esos cuidados, el supersticioso en cuestión tiene una bestia negra, en este caso con alas, que no sé, si como apunta Ángel, estará emparentada con el famoso cuervo del poema de Poe.
Y de ese pájaro de mal agüero, como él mismo apunta, no puede escaparse cuando sobrevuela un lago cristalino, y hasta algún charco, supongo.
Y para culminar de forma redonda el microcuento, añades una doble ironía; por un lado, la del absurdo de las supersticiones –y de tantas otras cosas que nos limitan y coartan-, y por otro, la del absurdo de que uno sea la víctima de sí mismo, debido a nuestra ceguera para gestionar muchos de los asuntos más importantes de nuestras vidas.
Mi enhorabuena por tanto, mis aplausos y mis saludos.
Enrique, la enhorabuena te la doy yo a ti por esa generosidad con la que nos regalas tus comentarios, siempre certeros y amables, y que enriquecen enormemente nuestras cincuenta palabras.
EliminarEs un verdadero placer que te hayas parado a adornar este rincón con tus palabras.
Un fuerte abrazo.
Pablo.
Mal asunto ser supersticioso, hay un montón de cosas a esquivar, o no hacer, o contestar, o .. buf.
ResponderEliminarCon tu historia queda claro, y además, nos lo cuentas con bellas palabras.
Un beso Pablo.
M. Carme, es muy incómodo ser superficioso: todo el día esquivando cosas debido a manías sin sentido. Además, su encima no se conoce uno así mismo, estaremos tan perdidos como el cuervo que enloquece cuando ve su reflejo, del que no puede escapar si no es volando bajo una superficie opaca, aunque tarde o temprano, volverá a verse y a huir de él mismo.
ResponderEliminarMuchas gracias por pasarte por aquí. Es un placer encontrar tan buena gente en este rinconcito.
Un besazo.
Pablo.