Estrategias
Lo fusilaron antes de despuntar el alba. Primero, un par de leyes ilegalizaron su resistencia. Luego, algunos infundios, imprescindibles para su desprestigio. Después, sobornos y recompensas para conseguir su captura. Finalmente, otro par de leyes para justificar la pena de muerte. Sin mártires, sin violencia, de una forma absolutamente civilizada.
Un desarrollo muy inteligente: comienzas por el final de la historia, sigues cronológicamente por las diversas vicisitudes que las leyes van encaminando a tu protagonista hacia ese final desvelado y rematas con una conclusión llena de sátira. Encima, todo adornado con ese vocabulario tan exquisito al que nos tienes acostumbrados.
ResponderEliminarMe parece un gran relato, Luis.
Un abrazo.
Pablo.
Lo primero Luis felicidades por esos 25 relatos en 50palabras.
ResponderEliminarEl relato de hoy está claro que tu protagonista no tenía salvación, hubieran hecho cualquier cosa pqra condenarlo, y tú al escribirlo por ello empiezas ya con su fusilamiento, luego cuantas el como, pero el fínal sería el mismo.
Buen relato Luis, me ha gustado.
Un abrazo.
Cuando a los que tienen la sarten por el mango alguien les resulta incómodo siempre encuentran la manera de quitárselo de en medio. Si unas leyes le amparan, se sacarán de la manga otras que no lo hagan. Bajo esa "forma absolutamente civilizada" que nos dices, se oculta el abuso de poder y la injusticia. Muy interesante, Luis. Saludos
ResponderEliminarAplaudo tu ironía, Luis, y tu critica bien estructurada, para denunciar la injusticia.
ResponderEliminarPara pensar...
Luís, enhorabuena por tus 25 relatos en 50 palabras.
ResponderEliminarMe gusta como has planteado tu relato, empezando contándonos el final, puesto que su muerte era inevitable, ante quien legisla a su antojo y hace lo imposible hasta lograr sus objetivos totalmente injustos. Un crimen institucional vestido de legalidad.
Muy buena tu ironía final.
Enhorabuena.
Besos
Muy buen micro, Luis. Aquí se ve claramente cómo la legalidad no tiene que ver tanto con la justicia como con el poder.
ResponderEliminarUn beso.
No sé si felicitarte primero por este relato rotundo, sintético y crítico, por tus bodas de plata -bañadas en oro- en 50 palabras, por lo bien que escribes, por tu no cumpleaños o... No sé. De cualquier modo y manera ¡Felicidades!
ResponderEliminarUn abrazo, Luis
Una vez descritas las circunstancias, magníficamente y con cierto estilo periodístico, creo que podríamos situar geográficamente el hecho entre Víznar y Alfacar, allí donde dicen que "mataron a un ruiseñor porque quería cantar". Te refieras o no a Federico, me parece un bello homenaje a casos similares, así como un grito en contra de las grandes barbaries que a lo largo de la historia ha cometido la necedad humana.
ResponderEliminarUn abrazo, Luis.
Un relato orwelliano que me recuerda los 'ajustes' de las leyes en «Rebelión en la granja».
ResponderEliminarGenial.
Un saludo afectuoso.
Leyes, infundios, sobornos, todo una parafernalia para justificar un asesinato con fundamentos vanos. Cincuenta palabras perfectamente hilvanadas y necesarias, engarzadas entre ese principio concluyente y un final que resume el revestimiento con el que se ha disfrazado un crimen consentido. Hablando de números, felicidades por esos veinticinco, que estás hecho un chaval.
ResponderEliminarUn abrazo grande, Luis
Muy buen relato sobre los abusos de los poderes facticos. La delgada línea entre lo legal y lo ilegal... entre el bien y el mal.
ResponderEliminarUn saludo Luis.
Los crímenes de Estado, siempre amparados por leyes dictadas a la medida del poder, han cometido grandes injusticias revestidos, eso sí, de civilizacien. Muy bien estructurado y con la ironía necesaria.
ResponderEliminarUn abrazo, Luis.
Felicidades Luis, por estas bodas de plata con cincuenta palabras y por esta critica cargada de ironía, relato que deja bien claro que lo legal no es siempre lo más justo.
ResponderEliminarBesos.
Malu.
Las cosas bien hechas siempre tienen premio. O castigo, vaya usted a saber.
ResponderEliminarUn placer, siempre, leerte.
Abrazos.
Esa retahíla de cabos atados, como un martilleo impenitente hacia el despiadado y aséptico desenlace, dota a tu relato de una gran fuerza, Luis. Además, está lúcidamente resumida la infamia del terrorismo de estado contra el ciudadano incómodo, aquél que piensa fuera del tiesto.
ResponderEliminarImpactante relato. Muy bueno. Enhorabuena.
Un abrazo
Relato frío en su ejecución, pero con bomba termonuclear en su interior.
ResponderEliminarEnhorabuena, Luis, nos has dado una clase magistral.
No se te dan para nada esos 25. Aparentas 150, por lo menos.
Besos.
Genial!Saludos
ResponderEliminarCivilizadamente hemos destruido pueblos, civilizadamente estamos destrozando el planeta. Las leyes no son dogmas de fe. Genial micro, Luis, donde ironizas sobre el poder y la justicia. Enhorabuena por el relato y por tus bodas de plata. Un abrazo y mucha suerte.
ResponderEliminarAhí van otras 50:
ResponderEliminarGracias a todos. Cantidad y calidad no suelen ir parejas, pero … Actualmente estoy cruzando un estéril desierto productivo y me he detenido bajo una palmera para asombrarme. Asombrarme de ver tanta gente buena con los que me gustaría celebrar, por lo menos, por lo menos, las bodas de platino.
Pues venga, Luis, ve preparando los cocos, que estos no dan miedo.
EliminarCómo silenciar al incómodo buscando herramientas torticeras que se adapten a la propia complacencia moral. Muy bueno, Luis, enhorabuena por el micro y felicidades por esas 25 criaturas tuyas. Un beso.
ResponderEliminarRecorrido desde el final el que nos haces, Luis, de una historia que trata sobre cómo silenciar al que incomoda, al que no gusta a quienes quieren que todo siga igual porque a ellos así les va bien o mejor. El título tan acertado como escueto. Ese sobrio "Estrategias" nos indica cómo hay quienes saben entretejer o urdir (mejor esta palabra) para quitar de en medio al molesto, a quien no sigue los cánones establecidos.
ResponderEliminarVa mi me gusta y con ese clic va también mi enhorabuena por tu historia y por el hecho de haber llegado a los nada fáciles veinticuatro relatos.
Un abrazo, Luis, y nos seguimos leyendo. Porque estoy seguro de que vas a salir de ese "estéril desierto productivo". Tienes que salir...
* "Veinticuatro más uno = ¡¡Veinticinco!! (que ya te había quitado uno). Lo siento... :(
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