Caza humana
Tras destrozar la puerta, la marabunta entró en tropel dentro del vestuario, encontrándolo vacío. Alguien había escapado por la ventana y corría veloz por un camino oscuro, sin asfaltar. Otro que se les escapaba después de hundir en la miseria al equipo local, sacándose de la manga un falso penalti.
Encarna nos cuentas una historia que es pura realidad, justo esta semana salieron en la televisión unas imágenes donde unos energúmenos, como tus protagonistas, apaleaban a un árbitro.
ResponderEliminarBuen relato Encarna, el título genial.
Abrazos.
A la caza del negro. Rememora el relato las persecuciones esclavistas, que ágilmente has conducido hacia una realidad que evidencia la intolerancia colectiva como una jauría sedienta que expía sus frustraciones sobre un chivo expiatorio al que se le ha ocurrido arbitrar una competición deportiva.
ResponderEliminarBuen tema para pararse a reflexionar y un buen relato, Encarna. Saludos.
Triste realidad la que nos presentas. Por cualquier tontería, el mejor de los hombres puede transformarse en el peor de los animales. Muy bueno, Encarna. Saludos
ResponderEliminarMuy buen título y una definición exacta de los fanáticos deportivos: la marabunta.
ResponderEliminarMe ha gustado.
Saludos.
Genial. Por mi casa acaba de pasar corriendo el pobre árbitro.
ResponderEliminarMuy original. Y el título, fantástico.
Un saludo.
Pablo.
«Los árbitros son humanos y cometen errores», solemos decir cuando los perjudicados son los rivales; ahora que, si el afectado es el equipo de nuestros amores, nuestra reacción suele ser muy distinta. Je, je, je.
ResponderEliminarUna magnífica crítica a la parcialidad, el fanatismo y la violencia.
Saludos, Encarna.
Y es en ese preciso momento en que nos ponemos el traje de fanático aficionado cuando nos desnudamos de ese otro tan necesario que se llama humanidad. Triste, pero muy habitual. En el fútbol y en muchos otros terrenos. Muy acertadas tus letras.
ResponderEliminar¡¡Besos!!
La de árbitro de fútbol no sólo ha sido siempre una profesión eternamente cuestionada, sino también no exenta de riesgo. Por suerte, el de tu relato, condimentado a partes iguales de simpatía y dramatismo, podrá seguir ejerciendo, al menos de momento.
ResponderEliminarUn saludo, Encarna
Buenísimo, le he visto salir por la ventana Jajajajaja. Enhorabuena, muy bien contado.
ResponderEliminarEl salvajismo de la marabunta hace que se pierdan los valores individuales de la persona. Buen relato, Encarna.
ResponderEliminarUn abrazo.
Encarna, has retratado muy bien a la jauría en la que se convierten algunos energúmenos que frecuentan los campos de fútbol, que convierten al árbitro en el objeto de su ira.
ResponderEliminarBuen relato.
Besos
Muy buen micro, Encarna, lo has narrado de forma muy visual, el pobre árbitro todavía debe seguir corriendo. Un saludo.
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