Armados y peligrosos
—Comisario, ha llamado el encargado de un restaurante gallego. Dice que una horda de descerebrados no quiso pagar una comida previamente concertada aduciendo engaño fehaciente al no haber allí ni arena, ni mar, ni gaitas. Huyeron despavoridos al grito de "¡ciencuentista el último!", pisando, inmisericordes, a un abatido chaval barbado.
Jaja, pena que siento por el chaval barbado. Me consta que no has ido a la quedada, al igual que yo, pero has fantaseado bastante con el evento. Es tu propuesta una buena despedida temporal. Buena idea, Jesús.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y yo, tan riquiño que parece en las fotos el chaval. Gracias por tu comentario, María José. Saludos.
EliminarJesús!!!! ni que hubieses estado en el restaurante de la quedada, te lo han contado eh!
ResponderEliminarMuy buen micro Jesús, escrito con mucho humor y con mucha simpatía por los que estuvimos allí. Yo lo único que te puedo asegurar es que agua había mucha ya que no veas como llovía.
Me encanta el título, estábamos armados de palabras y eso si que es peligroso.
Me ha gustado Jesús, un abrazo, y solo desear que a la próxima tú también estés armado y peligroso.
Muchas gracias, Javier, por tus, siempre, cariñosas palabras. Os merecéis un homenaje microliterario, pero la próxima vez no me piséis a Alex, por favor. Un saludo.
ResponderEliminarJajajaja. Qué bueno, Jesús. Gran historia. ¡Cincuentista el último! Buenísimo.
ResponderEliminarTe echamos en falta día.
Un abrazo.
Pablo.
Muchas gracias, Pablo. Veo que el ansia de largarte sin demasiados miramientos y sin pagar te ha hecho obviar una letra. Es ciencuentista, ese espécimen que supuse vuestro más acérrimo enemigo, aunque me da que alguno de vosotros está en los dos bandos sin el más mínimo sofoco. UN saludo.
EliminarJajajaja, cierto. Más que las prisas es este autocorrector que me trae por la calle de la amargura. Ciencuentista. Joroba, que me lo había corregido otra vez. Menos mal que esta vez me di cuenta.
EliminarLo dicho, una genialidad.
Un abrazo.
En un restaurante que tiene a gala el término "gallego", personas acostumbradas a confiar en las palabras no podían admitir incoherencias. Si, como dijo Celaya, "la poesía es un arma cargada de futuro", el título de tu relato está más que justificado. Pocas bromas con esa banda cincuentera. Me imagino la sonrisa de Álex al leer este relato tan simpático, un homenaje a él y a este hermoso universo colectivo que ha sabido crear y que tanto nos atrae. Me uno al deseo de Javier de que podamos coincidir en la siguiente ocasión, aun con el riesgo evidente de disturbios que un encuentro así puede traer consigo; los peores ultras de fútbol, a nuestro lado, tiernos corderitos.
ResponderEliminarUn abrazo, Jesús
Alex me lo puso a huevo al contratar ese restaurante ¡Playa Riazor! Os merecéis todos un homenaje por lo bien que nos tratáis a los que llevamos poco tiempo demtro de esta gran familia. Y Alex, a pesar de ser severamente pisoteado, también. Yo, por lo menos, no lo he matado, como creo que ha ocurrido en alguna ocasión. Gracias por comentar, Ángel. Saludos.
ResponderEliminarEstupendo relato.
ResponderEliminarLos últimos serán los primeros. Cincuentistas a morir.
No sé si la expresión "a morir" tiene el mismo significado en España. En Argentina la usamos para decir: "para siempre".
EliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Lu, por tu comentario. Creo que sí, con el significado, también, de mucho, como en la canción "La quiero a morir". Saludos.
EliminarBien, poco a poco nos vamos enterando los que no pudimos estar. ¡Menuda panda! ¡Cómo os lo pasasteis! Y para colmo, ¡a correr la cuenta! No, si con cincuentistas hemos topado. El mejor y más cuerdo, un hooligan del microrrelato, un colgado de las palabras.
ResponderEliminarJesús, menos mal que no estuvimos... qué digo, leches, qué bien nos lo hubiéramos pasado...¡cincuentista el éltimo!
¡Qué bueno! Un abrazo.
Yo lo siento por el pobre Alex, vapuleado y al que, seguramente, los del restaurante le harán apoquinar. Los demás ya se ve que son de armas tomar y ¡échales un galgo! Gracias, Manuel, por comentar. Saludos.
ResponderEliminarMás allá del Atlántico se siente esa algarabía que tan jocosamente has sabido transmitir en cincuenta originales palabras, Jesús.
ResponderEliminarEnvidio a todos los integrantes de tan genial «marabunta».
Un abrazo.
Y yo también los envidio, Vicente. Como para no hacerlo: comer, de balde, empanada y otras delicias, echarse unas carreritas aunque fuera bajo la lluvia, estar con los colegas, burlarse del profe, etc. Gracias por comentar. Saludos.
EliminarEnhorabuena cincuentista de pro, seguro que muchos han caído en la tentación de los 100, y alguno habrá, que haberlas haylas, que casi prefiera llegar el último, aunque como canta Serrat lo importante es saber llegar.
ResponderEliminarAbrazos.
Muchas gracias, Pepe, por tus palabras y por hacerme ganas de escuchar a Serrat. Ahora estoy con "Cada loco con su tema". Una maravilla. Saludos.
Eliminar¡Ja, ja, ja! Nada, nada, Jesús, se pagó hasta el último céntimo, que tenían anotado mi teléfono y si no me lo hubieran cargado todo a mi cuenta...
ResponderEliminarPero sí, al grito de "ciencuentista" el último, salimos corriendo como alma que lleva el diablo. Y confieso, que yo de las primeras. Y sí, ¿cómo lo sabes? Álex se quedó de los últimos con sus maletones llenos de bosques de palabras.
Un beso.
Malu.
Pues si llaman, con no contestar ya está. De todas formas, mejor pagar y quedar como señores y señoras, claro. Y, en esas maletas un poquito aplastadas ¿no se quedaría el corazón de alguno de vosotros para acompañar a Alex? Muchas gracias, Malu. Saludos.
Eliminar¡Qué bueno Jesús! Ni que hubieras estado!
ResponderEliminarUn buen homenaje a Álex y a la quedada, que para que no fuese a "palo seco" la tuvimos pasada por agua, pero la lluvia es un encanto, al menos para los que no somos gallegos.
M'ancantao!
Un abrazo, Jesús.
No he tenido la fortuna de estar, pero me lo imagino, que tampoco está mal. Por aquí suele decirse que la lluvia es arte, pero, mejor, a cubierto y tras la ventana. Gracias, Isidro, por comentar. Un saludo.
EliminarJajaja, que bueno Jesús. La verdad es que si hubo alguien que se fue sin pagar: Yo. Pero no hice un "sin pa", cuando quise pagar la tarta y el café me dijo el camarero que me invitaba... Esa es la forma: llegar tarde.
ResponderEliminarAllí no había ni arena, mi mar, ni gaitas. Pero sí muy buena gente, e incluso alguna meiga que otra ;)
Muy bueno. Muchos besos.
Pues te quedarías sin empanada al llegar tarde. Menos mal que fuiste a dar con un camarero generoso. Que pena no haber estado, pero eso de la meiga... ¡Qué yuyu! Gracias, Olga, por tus palabras. Saludos.
EliminarEres un clarividente, Jesús. Porque resultó que nada allí era como esperábamos; ni el restaurante era lo que viene siendo gallego, ni la banda que en él se juntó, autores reincidentes y confesos de cientos de crímenes, preferentemente asesinatos, tenían pinta de haber roto nada en su vida. Y el jefe de la banda ya...
ResponderEliminarNo te cuento más, a ver si así vas a la próxima.
Entrañable, Jesús.
Un abrazo
Si hubiera sabido lo del simpa, habría hecho lo imposible por asistir a la quedada.
ResponderEliminarUn divertido micro.
Saludos, Jesús
Y yo, pero parece que nos hemos enterado a toro pasado. Lástima. Gracias, Plácido, por comentar.
EliminarJopé, con lo que dices casi que se me quitan las ganas hasta de acercarme. Asesinos con cara de angelote, bandas confesas de delincuentes de lo peorcito y un capo que, según cuentas, se las trae. ¡Qué miedo! A mi, ahí, no me pillan. Gracias por comentar, Enrique.
ResponderEliminarHala, Jesús... Yo que estoy calladica en mi rincón y me has hecho llorar... Y precisamente hoy, que llueve tanto como aquel día. Son las lluvias de Malasia, que vienen a llevarse a nuestro capitán arponero.
ResponderEliminarUn abrazo y venid los dos a la próxima, que sea como sea, la haremos.
Tu que te las veías tan feliz en tu escondrijo y ¡nada!, cada poco te hacemos sacar la cabeza. Gracias por comentar, Patricia. Un saludo.
EliminarLa verdad es que me ha costado pillarlo. He visto que iba sobre la quedada (en la que yo tampoco estuve) pero no entendía lo de «¡ciencuentista el último!», ya que me ha traicionado el subconsciente y he leído «¡cincuentista el último!». Muy imaginativo y divertido, Jesús. Seguro que a Álex le habrá encantado. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Juana, por tu lectura y comentario. Saludos.
EliminarJesús, te perdiste la comida, pero lo peor es que te perdiste la lectura de nuestros cincuenta que hubo después. Todos sobre la quedada, geniales. El tuyo es perfecto para haberlo leído allí.
ResponderEliminarMuy divertido.
Besos
Lástima no haber podido ir, Pilar. Seguramente se me habría pegado algo en medio de tanto talento, aunque solo fuera por contagio al compartir espacio y empanada con vosotros. Muchas gracias por comentar. Saludos.
ResponderEliminarMe justifico. Si salí corriendo no fue porque me colgaran la etiqueta de "ciencuentista" -al fin y al cabo lo soy, como otros cuantos-, sino por el estímulo de que me saliera gratis la comida. Y el bulto que pisé no sabía que se trataba de Alex, ya estaba muy blando.
ResponderEliminarMagnífico, Jesús.
Ya, ya. Excusas de mal pagador. Ah, sí. Por el nivel de blandura del interfecto debiste de ser de los últimos en abandonar el barco. Digo, la playa. Muchas gracias, Rafa, por comentar. Un saludo.
EliminarJuramos que aquello no saldría de Riazor, lo que ocurre en las quedadas cincuenteras, se queda en las quedadas cincuenteras, pero así es, Jesús, allí nos juntamos lo peor de cada casa, no dejamos ni las migas y, con eso de la broma de “ciencuentista el último”, arrasamos con nuestro paciente y sufrido capi. Ya nos dirás quién ha sido el topo. ;-) Muy divertido el micro. Saludos.
ResponderEliminarPues, ya ves. Hasta en las familias mejor avenidas hay alguna cabra loca, digo, oveja negra dispuesta a venderse por un plato de empanada. De mi boca no saldrá nombre alguno, a menos que me torturen o paguen. Gracias, Matrioska, por tu comentario. Saludos.
ResponderEliminarQué bien lo has pergeñado, Jesús. Somos una panda de impresentables locos por las letras, la comida gallega y la picaresca.
ResponderEliminarLa próxima no te la puedes perder. Total, nos sale gratis y nos lo pasamos muy bien.
Un micro muy divertido. Felicidades y un abrazo.
Muchas gracias, Carmen, por leerme y comentar. Un saludo.
ResponderEliminarMuy ocurrente y divertida la caricatura que tu imaginación ha creado de ese momentazo en aquel restaurante de Madrid. A ver si hay suerte, y la próxima vez podemos echarnos unas risas en persona.
ResponderEliminarUn abrazo, Jesús.
Ojalá. Muchas gracias, Antonio, por leer y comentar. Saludos.
EliminarYa veo que tenías información de primera mano, Jesús, y por eso alegaste asuntos que tratar fuera de la capital para ausentarte de la reunión. Ahora, te aseguro que si yo sé esto, cojo el catalejo, adorno mi pata de palo, monto en el barco y, a punta de trabuco, convenzo al capitán para que no se detenga en Algeciras y continúe río adentro hasta atracar en el Manzanares.
ResponderEliminar¡Menudo espectáculo has montado!
Y lo mejor es que parece que ellos lo pasaron bien. Habrá que ir levando anclas para la próxima. O eso o traer la Capital del Reino más al sur.
Un cálido abrazo
O más al norte. O unos meses allá y otros aquí. Pero como eso parece imposible, tendremos que conformarmos con un catalejo supersónico, como ese que tienes, que nos permita enterarnos, al menos, de la misa la media. O ir a la próxima, claro, pero bien pertrechados, por lo que pueda pasar. Gracias, Margarita, por comentar. Saludos.
ResponderEliminarImagino que todos los asistentes al encuentro Cincuentista, al leer restaurante Riazor, debieron de asociarlo con La Coruña, con sus playas, su Torre de Hércules y su María Pita como árbitro del memorable encuentro, y, al verse defraudados, montaron en cólera, o en Bucéfalo, y al grito de Cincuentista el último, salieron del restaurante en cuestión no sé si como alma que lleva el diablo, o como cuerpo que se lleva la Policía Montada del Canadá.
ResponderEliminarEl pobre Álex sufrió las consecuencias de esa cólera vesánica o ‘versánica’, no sé muy bien, lo cierto es que ha decidido poner tierra por medio e irse nada menos que a Kuala Lumpur, espero que no se le ocurra subirse a las Torres Petronas y arrojarse al vacío, al fin y al cabo, no creo que lo ocurrido fuese tan grave.
En definitiva, que quienes no estuvimos hemos imaginado el evento y lo hemos recreado, y tú, Jesús, lo has hecho con bastante humor y, al parecer, acierto, por lo que dicen los comentarios de los compañeros que sí asistieron.
Un abrazo y a ver si la próxima vez la madeja de las circunstancias de desenreda y podemos estar en tan memorable evento.
Un abrazo, Jesús.
Ojalá y muchas gracias por tan sabroso comentario, Enrique. Saludos.
EliminarSi hubiera sabido que harían "perro muerto" en la comida de los cincuentistas, quizás habría tenido un poco más de dinero destinado a los pasajes de avión... jajaja. Muy buen y divertido relato, supongo se te ocurrió en el mismo día de la junta, jajaja.
ResponderEliminarSaludos!
Cómo suena eso de perro muerto, jaja. Muchas gracias, Jean, por comentar. Un saludo.
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