Domingo (III)
Las primeras luces la encuentran con los ojillos hechos merengue, de pegados y de tristes. Le duelen todos los huesos y la cabeza le cruje como si se le llenara de pisadas. Elsa recorre el pasillo como un animal herido.
Nieva. Los copos pintan lunares al aire. ¡Qué sola está!
Nieva. Los copos pintan lunares al aire. ¡Qué sola está!
Precioso y nostálgico final para una trilogía estupenda. Muy bien escrito, con esas metáforas que utilizas para los ojos o el dolor de cabeza. O esos copos de nieve.
ResponderEliminarGran resultado, Catalina
Un beso.
Pablo.
Un 50 muy poético para resaltar el ánimo de su protagonista.
ResponderEliminarLos copos caen así, con suavidad, al igual que se instala la nostalgia. Y esa soledad.
Elsa, encarna a la soledad, relatada de una forma poética que cala.
ResponderEliminarEnhorabuena, Catalina.
Un besito virtual.
Triste soledad. Pero hay que sobreponerse.
ResponderEliminarSaludos, Catalina
Comienza el invierno y la chica está hechita polvo. Para mí que lo mismo aparece alguien tras esa nívea postal. Seguro se le olvidarían todos esos dolores físicos y del alma.
ResponderEliminarLindo, Catalina.
Besitos.
Está recorrido el relato, de punta a cabo, por la tristeza, pero qué tristeza tan bella.
ResponderEliminarTransformar los domingos en dolor pudiera parecer una mala pasada, aun más si se hace por triplicado, pero, en realidad, lo que han hecho tus relatos, Catalina, han sido vestirlos de poesía.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Metáforas que nos hacen sentir la tristeza y soledad de protagonista.
ResponderEliminarUn beso, Catalina.