Viejo verde
Casi siempre la veo venir con su singular forma de recorrer las distancias sobre la cenicienta alfombra de nuestra calle. Ya le afloran y se agitan sus inconfundibles cambios carnales; pero a esta edad, yo no soy yo; dejo a los pájaros que le silben y me apedreen al costado.
Guillermo, tu viejo verde es más bien un anciano nostálgico que echa de menos el pasado. Está muy bien relatada esa sensación. Genial el final.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pablo
Un vocabulario escogido y muy elaborado para esta real historia.
ResponderEliminarEstupendo, Guillermo.
Saludos cordiales
Muy bueno!
ResponderEliminarEl viejo verde tiene razón: las curvas son siempre preferibles a las rectas.
ResponderEliminarSaludos, Guillermo
La piel se marchita, pero las sensaciones no. Se adaptan al tiempo y, bajo la apariencia envejecida, sobrevive el hombre de siempre, aunque los demás se empeñen en hacernos creer lo contrario.
ResponderEliminarPero, silbar, que silben los pájaros.
Buen relato, Guillermo.
Un saludo.
El protagonista quizá tuvo y todavía retiene la costumbre de admirar la belleza, pero de lo que no cabe duda es de que habla y siente como un poeta.
ResponderEliminarSaludos cordiales, Guillermo.
Aunque pasen los años el protagonista admira la belleza y no por eso ha de ser viejo verde, yo creo que es más un poeta que otra cosa.
ResponderEliminarMalu.