Esclavitud

Destruyeron su aldea, mataron a sus padres, sus hermanos quizá han corrido la misma suerte. Está encadenado, y sin apenas espacio, en las entrañas de un barco negrero. Quienes mueren son arrojados al océano como si fuesen basura. Según dicen, los llevan lejos donde tendrán que trabajar hasta la extenuación.
Escrito por Enrique Angulo - Twitter

20 comentarios :

  1. Enrique has fotografiado fielmente el título de tu relato. Como decía aquel "así es y así se lo hemos contado", y tú lo has hecho acertádamente. Podríamos pensar que estamos hablando de la esclavitud de tiempos pasados, como seguro que así es, pero, hoy en día también se da esa esclavitud, multitud de gente que es engañada con cantos de sirena,diciéndoles que en el llamado "mundo desarrollado" podrán vivir libremente y al llegar aquí viven experiencias que no son otra cosa que esclavitud. No habrá barcos negreros, aunque lo dudo,pero hay autobuses, aviones, barcazas y otros medios de transporte que actúan como tales.
    Un relato muy actual, Enrique, enhorabuena.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eduardo Martín Zurita7/3/18, 9:48

      Hola, Enrique.
      Consigues, con tu texto, dibujarnos un reflejo fiel de esa cosa tan aborrecible que es la esclavitud. Su denuncia queda patente con todos los rasgos característicos. Y extensible, como bien apunta Javier, a los tiempos actuales donde se lleva a cabo más sutilmente, sin una apariencia tan grosera pero lo mismo de denigrante para el ser humano que la padece. El barco negrero es el gran símbolo de la explotación más severa del hombre por el hombre. La moderna trata de blancas es un ejemplo actual, la emigración en términos generales; y métodos que papá Estado desenvuelve con creciente preocupación: encarecer la vida y menguar las pensiones, que toman más por un impuesto, vaciando el fondo de las mismas que si estuviéramos ante un seguro, lo que es en realidad. Y luego hay casos más aviesos, pero que está ahí. El sistema impositivo. Pero bueno, cuándo va apagar más el que más tiene. Cuando van a ceder de una bendita vez el monopolio del dinero por unos pocos, o relativamente muy pocos. Los barcos negreros cobran hoy formas múltiples pero está ahí, como lobos que no se sacian de la carne del vil metal, corderos la mayoría. Como vampiros. Un mundo mejor, más feliz, cuando menos más tolerable no es tan difícil. Hay que repartir el pastel. Nadie se ha hecho multimillonario en una isla él solito. El dinero que nos falta lo tienen otros, muy pocos. Casi todos somos ese negro oscuro metido en ese barco. Y el océano con su abierta bocaza de par en par esta ahí y nos traga poco a poco. Como ese tiburón, en la película iba engullendo al pescador que quiso atraparlo. En fin, gran denuncia de un tema poliédrico que tú, Enrique, has centrado muy bien para mayor impacto. Mi más muy mayor enhorabuena y un abrazo muy muy fuerte.

      Eliminar
    2. Enrique Angulo11/3/18, 15:57

      El relato se centra en la época álgida de la esclavitud, pero hoy en día pasan también se trafica con seres humanos, incluso en las sociedades más avanzadas, donde, las autoridades, hacen la vista gorda. A mí me llama la atención que locales que se anuncian con neones parpadeantes tengan en su interior a mujeres esclavizadas a las que obligan a prostituirse, quizá sea por eso que ahora llaman el garantismo, y que, en mi modesta o molesta opinión, en muchas ocasiones me parece papanatismo, pues permite a muchos mafiosos, proxenetas y criminales reírse de la justicia.
      Así que, como dices, esa escena tan desoladora que describo no es de hace dos siglos, pues ahora seguro que suceden historias tan desesperanzaras como esas, pues el codicioso ser humano no se detiene ante nada.
      Muchas gracias por tu comentario, Javier. Un abrazo.

      Eliminar
    3. Enrique Angulo12/3/18, 0:13

      Como bien dices, Eduardo, la esclavitud si bien hoy en día, en general, es menos grosera y cruel que hace unos siglos -aunque siempre con matices, pues este mundo es como los círculos infernales de Dante, y mientras unos estamos disfrutando de nuestros aparatos de última generación, otros están sacando de las minas el coltán necesario, en condiciones de esclavitud, ¡ay!, hasta niños, para que nosotros podamos disfrutar de tan milagroso invento; esto por poner sólo un ejemplo, pues, por desgracia, no hay nada inocente en este desdichado mundo-, no por ello deja de estar presente hoy en día de las maneras más insidiosas y sibilinas, y tú apuntas unas cuantas en tu comentario de las que nos toca vivir en nuestra cotidianeidad; tal es así que, aparte de lo que hemos retrocedido en derechos en unos pocos años, como no nos espabilemos, nos ponen otra vez contra las cuerdas de la precariedad en esto que hemos dado en llamar el primer mundo.
      Y como apuntas muy bien, lo que a mí jamás me entrará en la cabeza es que el dinero –al fin y al cabo lo que, en general, mueve este maldito mundo- esté en manos de unos pocos. ¿Qué han hecho por el bien de la humanidad para disponer de esas exorbitantes fortunas? En muchos casos todo lo contrario a lo que sería lo honrado y lo beneficioso para todos. ¿Acaso son dioses y el resto piltrafillas, como decía un anuncio de latas de atún?
      Terrible misterio el de que, poco más o menos, siempre haya sido así, debe de haber alguna falla en nuestro cerebro para que la inmensa mayoría permitamos ese delirio, para que millones hayan ido al matadero para defender los privilegios de unos pocos, una falla enorme para que seamos incapaces de hacer unas sociedades justas.
      En fin, lo que nos queda es estar en el lado correcto de este tramposo juego de la soga, pues, en cuanto nos descuidemos, nos habrán comido todo el terreno y acabaremos por los suelos.
      Muchas gracias, Eduardo por tu clarividente y generoso comentario. Un abrazo.

      Eliminar
  2. Enrique, nos dejas 50 palabras que estremecen, tanto por lo que cuentas como por la crudeza con la que lo haces. Con la esclavitud no caben metáforas, ni medias tintas. Según nos cuenta la Historia, la esclavitud fue abolida hace muchos años, pero la realidad es otra. Han cambiado el transporte y ahora son las mafias las que lo llevan a cabo, mediante la extorsión. Otras veces son engañados, sobre todo las mujeres y luego se convierten en esclavas sexuales.
    Por lo visto no aprendemos de los errores.
    Excelente relato. Enhorabuena.
    Besos apretados.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Enrique Angulo12/3/18, 0:24

      Desde luego que el tema deja poco espacio para lo poético y que lo que he tratado ha sido de pergeñar una fotografía de cómo eran aquellas incursiones en tierras africanas para conseguir esclavos que luego irían a trabajar a los campos de América, cómo podía ser la travesía del océano en uno de esos infectos barcos negreros.
      Un auténtico espanto que, de no haberse ido el Dios del Antiguo Testamento a alguna parte que desconozco, era como para que hubiese fulminado con una lluvia de fuego, como hizo con Sodoma y Gomorra, a esos canallas.
      Por otra parte, y como dices, hoy en día también continúa esa esclavitud con las mafias que explotan a los emigrantes y juegan con sus vidas, con las mafias que engañan y raptan a mujeres para que se prostituyan; continúa con la explotación de los más débiles y con los cien mil engaños con los que unos pocos se llevan la mayor parte del pastel.
      Muchas gracias por tu comentario, Pilar, besos apretados.

      Eliminar
  3. Poco puedo decir. Nos muestras una realidad, por desgracia no erradicada, y sin apariencia alguna de llegar a serlo, aunque en la actualidad puede que no se presente con esa crueldad que refleja tu texto, ¿o sí? Para reflexionar. Suerte, Enrique. Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Enrique Angulo12/3/18, 15:17

      La humanidad está en el mejor momento de la historia, como dice, por ejemplo, Steven Pinker, algo que analizando la frialdad de los datos es cierto, pero también es cierto que nunca los peligros a los que nos exponemos han sido tan enormes como ahora, incluyendo el de nuestra autodestrucción.
      Aun así, esa mejoría se nos antoja escasa y el horizonte para mejorar parece casi infinito, y sí, la esclavitud existe hoy en día, no a esa escala de hace dos siglos, ni tan aceptada por las sociedades como entonces, pero ahí sigue.
      Muchas gracias por tu comentario, Jesús. Un abrazo.

      Eliminar
  4. Personas a las que se utiliza como si fueran herramientas carentes de sentimientos, una falta de escrúpulos que conduce a la explotación. Unos pocos se enriquecían mientras muchos habían de emplear todas sus energías, privados de libertad, para bregar en un mar de imposición.
    En los tiempos en los que está ambientado tu relato eran sustraídos de sus hogares, en contra de su voluntad, para beneficio de otros. En los actuales, por pura necesidad, son ellos los que arriesgan la vida en una travesía peligrosa, para llegar a una mal llamada civilización en la que no tienen encaje.
    Quizá ya no se utiliza el látigo, pero hay niños explotados en fábricas para subsistir, de lo que sucede con las niñas prefiero ni hablar.
    Se supone que la Humanidad mejora y evoluciona, aunque a menudo tenemos la impresión de que solo varían las formas de desprecio al prójimo, que la esencia apenas ha cambiado.
    Tus relatos y tus comentarios siempre suscitan interés y ganas de ampliarlos, son como un caleidoscopio inagotable del que parten otros mundos.
    Un abrazo, Enrique

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Enrique Angulo13/3/18, 0:36

      Muchas veces se pregunta uno cómo han sido posibles ciertos horrores que han ocurrido en la Historia, y la lista de los mismos sería muy larga. Desde luego, que tenemos dentro una pulsión demoníaca a mí no me cabe la menor duda. Por ejemplo, me deja atónito el que en muchas religiones se piense que les va a agradar a los dioses el sacrificio de animales o, incluso, el de personas. Esa atrocidad me deja perplejo.
      Así que el episodio de la esclavitud, que, por cierto, existía desde la más remota antigüedad, incluso en la civilización griega que tantísimo ha aportado a la humanidad, es uno más en ese collar de infamias y horrores con los que hemos ido avanzado a través de los siglos.
      En cuanto a los tiempos actuales, pues como he dicho en anteriores comentarios, la esclavitud sigue vigente de muchas formas, y las injusticias también, aparte de la guerras, en las que parece llevarse la palma la de Siria, con sus siete años de duración, su más de medio millón de muertos y sus más de cinco millones de refugiados, que tendría que hacer que se les cayese la cara de vergüenza a la ONU, a la otra y a la de más allá, aparte de a todos los países que se llaman a sí mismo democráticos y civilizados por ser incapaces de parar esa carnicería, y que quizá, incluso, hasta beneficiándose de ella.

      Eliminar
  5. Tu relato, Enrique, cabría incluirlo en el extenso e inacabable capítulo de Hechos aberrantes de unos hombres sobre otros. Hay un cuadro de Turner que se titula Barco de esclavos, inspirado en la masacre del Zong, un barco dedicado al tráfico de esclavos allá por el siglo XVIII, ilustraría perfectamente tus letras. Basta leer el episodio para estremecerse, pero lejos de ser un hecho aislado, fue una práctica común, legal y aplaudida por los prósperos estados que crecían económicamente amparados en este comercio; lejos de ser una historia del pasado, hoy se repite igualmente, aunque con otras fórmulas de explotación y esclavitud, afectando a millones de personas, muchísimas mujeres entre ellas y también una ingente cantidad de niños en el mundo.
    Contrapesando estas realidades,a veces cuesta soñar y levantarse con la sana intención de colaborar a un mundo mejor. A día de hoy, Día Internacional de la mujer, me cabe imaginar que si ellas gobernasen el mundo, otra igualdad reinaría y esclavos solo habría aquellos que sujetos a sus bajas pasiones, faltos de visión y de justas expectativas, no consiguen liberarse de su propia prisión.
    Creo que adoptar el punto de vista subjetivo del protagonista expuesto a sus consideraciones sobre su extrema situación nos hace sentirnos por un momento sujeto por sus cadenas, sacudidos por sus dudas, recorridos por el miedo que aloja en su piel.
    Un relato crudo y estremecedor. Un abrazo, Enrique.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Enrique Angulo13/3/18, 0:56

      Como muy bien dices, Manuel, el relato se podría incluir en ese extenso capítulo que mientas, o podría cogerle prestado a Borges el título de uno de sus libros: Historia universal de la infamia, aunque esta palabra se queda corta para describir lo que unos seres humanos les hacen a otros.
      Al escribirlo, pensé en esos versos de Gabriel Celaya, en el sentido de contar lo más necesario, lo que no tiene nombre.
      En cuanto al cuadro de Turner, pintor al que venero, resulta escalofriante que la maestría de ese genio tuviese que aplicarse a denunciar una atrocidad de tal calibre.
      Así se hacen los imperios, desde luego, se levantan sobre las espaldas desolladas de miles, de millones, tratados como escoria por individuos que no son dioses impiadosos, sino semejantes suyos, y luego, pasado el tiempo, apenas si se reconoce la magnitud de la culpa, y mucho menos se resarce a los descendientes de tanta víctima; por el contrario, se les sigue oprimiendo y poniendo multitud de cortapisas para que acceden a una vida digna, excepto si sirven para generar grandes beneficios a través de la música, el cine o el deporte, por ejemplo.
      En cuanto a la explotación de la mujer, pues es otra ignominia más, y también estoy de acuerdo que, en líneas generales, ellas son mejores que los hombres, y que un acto de inteligencia sería poner el poder en manos de las mejores, que hoy hay muchísimas y muy preparadas. En el gobierno del mundo los varones ya hemos demostrado de lo que somos capaces y los resultados creo que no son nada satisfactorios.
      Muchas gracias por tu extenso comentario, Manuel, un abrazo.

      Eliminar
  6. El ser humano ha dado muestras desde los albores de la humanidad de que la etiqueta de animal racional le viene grande. Tu estremecedor relato nos cuenta un capítulo desgarrador que nos hace sentir avergonzados como sociedad. Enhorabuena, Enrique. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  7. Has abordado un tema que nos avergüenza como seres humanos. El secuestro y esclavitud de africanos fue un comercio legal y lucrativo durante siglos. Cuando fray Bartolomé de las Casas consiguió que la Iglesia aceptase que los indígenas americanos tenían alma, buscaron a otros humanos para las plantaciones. A los negros no se les concedía la posesión de un alma, no eran vistos como seres humanos, fueron cruelmente maltratados en condiciones insalubres y de desnutrición. El racismo estuvo socialmente aceptado. También los países europeos importaron esclavos hasta el siglo XIX.
    Este hombre encadenado en un barco negrero es una víctima más de los millones que fueron explotados.
    Tu relato, tan fiel a la realidad, con las descripciones tan escogidas, estremece. Y, aun así, podría ser simplemente parte de nuestro pasado. Pero, por desgracia, la esclavitud no ha sido extinguida. En Asia trabajan niños en condiciones laborales extremas. Fabrican balones de fútbol, zapatillas y ropa que calzados y vestimos en Occidente. En estos momentos hay comercio de esclavos subsaharianos en Libia. Son los que deseaban atravesar el Mediterráneo y han caído en manos de las mafias. Su precio oscila entre los 400 y los 800 euros, dependiendo de su edad, salud y atractivo sexual. Su destino es el trabajo en naves a puerta cerrada o la explotación sexual, tanto de mujeres como de niñas. Vivimos a un paso de estos hechos tan crudos. No sé hasta qué punto podemos hacer algo por ellos. Difundirlo es lo mínimo.
    Con tu micro has puesto el dedo en la llaga de una de las grandes atrocidades de la Historia y de nuestro presente. Felicidades por la escritura impecable y por la sensibilidad al elegir el tema, Enrique. Besos.

    ResponderEliminar
  8. Parece un triste relato, pero ha sido una triste realidad. Lo has plasmado en toda su crudeza para hacernos reflexionar.
    Suerte y saludos, Enrique.

    ResponderEliminar
  9. Impecable relato de la realidad. Sin rodeos ni adornos. Enhorabuena, maestro. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  10. Con ese título y el texto que le sigue, que calificaría como hiperrealista, se podría decir que has transcrito la entrada de un hipotético diccionario en el que los conceptos se definieran en toda su dimensión. Cuesta mucho, por otro lado, entender que tal barbaridad llegase a ocurrir, aunque no hay que olvidar que la esclavitud puede tomar muchas formas, y tal vez la más habitual hoy en dia sea la que establece el poder del dinero.
    Contundente tu propuesta, Tocayo, haciéndonos meditar sobre algo que nunca debemos obviar.
    Enhorabuena y un abrazo.

    ResponderEliminar
  11. Un micro conciso, tal cual es la realidad, un puño directo al estómago. Embellecer un texto es una tarea difícil, pero darle forma y sentido como tú lo has hecho no está al alcance de todos. Felicidades, Enrique. Un beso.

    ResponderEliminar
  12. Un texto directo, en blanco y negro, lejos de interpretaciones y sentidos figurados. Un lenguaje nítido para una de las manchas más borrosas de la condición humana.
    Brutal, Enrique.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  13. A mí la primera imagen que me ha traído tu micro es la de la serie de televisión "Raíces", con la azarosa historia de "Kunta Kinte" y su familia, que se nos quedó grabada en la retina de por vida. Como ya han comentado muchos compañeros, la esclavitud del hombre por el hombre se sigue dando de muchas otras maneras, de las que todos los días tenemos nuevos ejemplos. Y para eso sirve tu estupendo e impactante micro, Enrique, para que no nos olvidemos de ello. Felicidades y un abrazo.

    ResponderEliminar

Si no tienes cuenta, elige "Nombre/URL" en lugar de "Anónimo". ¡Gracias!