El Cambiapieles

¿Recuerdas que tropecé contra tu triciclo? Pues ahora tú eres el anciano vagabundo y yo, quien pedalea a tu alrededor. No es nada personal, pequeño; sólo necesitaba un cuerpo de repuesto. Tranquilo, se ocuparán de ti. Seguramente, confundirán con demencia esa aniñada mirada de terror. Ya ha pasado otras veces.
Escrito por Antonio Bolant

37 comentarios :

  1. ¡Oh.oh,oh! Sobrarían todas las palabras...pero, este relato es un carrusel de toda vida. Una genialidad.
    Antonio, me voy a respirar y si resucito, vuelvo al comentario. ¡MARAVILLA!
    Esto y un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Manuel; todo un placer recibir semejante comentario. Por cierto, esas tres primeras exclamaciones encajan perfectamente como colofón en cada relato de tu fantástica tríhada.
      Ahí va mi abrazo.

      Eliminar
  2. Tu protagonista ha encontrado la clave de la inmortalidad: buscar cuerpos de repuesto. Solo ha necesitado un poco de magia inquietante para, a través de un simple roce, realizar el intercambio de pieles, todo ello unido a una falta de escrúpulos total.
    Un relato sorprendente, con los ingredientes para el terror psicológico más efectivo, que inquieta y de qué manera, sin necesidad de una motosierras, hachas, cuchillos ni casquería alguna. Con mucho menos, en Hollywood hacen películas y hasta sagas.
    Un abrazo grande, Antonio

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ángel, apuntalas el relato con una serie de adjetivos y consideraciones que resultan abrumadores. Pero lo que más te agradezco es esa lectura tan atenta que, comentes o no, sé que siempre haces de todos los relatos.
      Gracias querido amigo por estar siempre ahí.
      Un fuerte abrazo.

      Eliminar
  3. Eduardo Martín Zurita6/6/18, 20:12

    Hola, Antonio,
    arbiter elegantiarum, caballero de la palabra en el pecho. Amigo.

    La búsqueda de la eterna juventud, esa legítima aspiración humana (cuando menos una vida más larga, esos ciento años a que se nos condenó a vivir tras el diluvio), queda patente en tu texto. Género de terror y de ciencia ficción en atinada mezcolanza. Cómo y de qué manera se vuelven las tornas (qué contraste tan acusado y fascinante), el anciano muda en niño y viceversa con solo necesitar un cuerpo de repuesto. El anciano, al par que dotado de poderes, digamos "ocupacionales, habitacionales", es bien irónico: se ocuparán de ti, dice, no es nada personal, ya ha pasado otras veces, como si eso fuera un consuelo para la inhóspita vejez que al niño se le viene encima en el trueque. "Esa añinada mirada de terror", es una expresión genial para un microrrelato genial todo él, de cabo a rabo, desde el título hasta el colofón. Fíjate, que acaso pasándome de hilandero, vea una indirecta reivindicación de las células madre, en tus renglones, porque tú eres un poeta, y de tu tierra, el levante español, como todo un visionario, preconizó las células totipotentes, el mejor de los cambiapieles esos repuestos con nuestro adn, con los que seríamos muchísimo más duraderos: "Y allí donde dos cuencas vacías amanecen, ella pondrá dos piedras de futura mirada, y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan en la carne talada". De Miguel Hernández a Antonio Bolant, casi nada. Dos genios.
    Un abrazo inmenso, amigo mío, muy muy sentido.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eduardo Martín Zurita8/6/18, 14:16

      "Y allí donde dos cuencas vacías amanezcan...", lapsus de la memoria. Perdona, Antonio. Perdonad.

      Eliminar
    2. "Y allí donde dos páginas vacías amanezcan, Eduardo pondrá dos semillas de esmerada palabra..."
      Qué decir de tu capacidad dialéctica, de tu amor por la literatura, de tu generosidad,... sólo gracias, muchísimas gracias por tanto y tan bueno, a pesar de que hayas dejado un tanto desbocada tu tendencia a la desmesura en tu comparación final.
      Un abrazo, grande. Enorme.

      Eliminar
  4. !Qué original la manera de revivir! Miraré de otra manera a los niños con triciclo. Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mil gracias Maite.
      Yo no me preocuparía por los triciclos; me da que los niños no tienen nada que temer de ti ;-)
      Un besazo.

      Eliminar
  5. ¡Qué mal rollo! Da mucho yuyu Antonio, espero no tropezarme con ese triciclo. No me extraña nada "esa aniñada mirada de terror".
    Y lo que más acojona, la frase final: "Ya ha pasado otras veces"...
    Fantástico relato. Reverencia con sombrero.
    Y un beso, claro :-)
    Carme.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Mal rollo! ¡Yuyu! ¡Acojono! Qué grandes elogios, M. Carme, porque es justo lo que pretendía.
      Un beso, de los grandes.

      Eliminar
  6. A mí no dejas de sorprenderme con cada relato. Cada vez veo más variedad de registros, y en todos una maestría adornada por un argumento colosal, como este de invasión de cuerpos ajenos, con ese remate tan acertado de la mirada aniñada de terror confundida con la demencia. Ahí has logrado que me estremezca, al pensar en esa mirada inocente de los ancianos que muchos no quieren comprender. Un micro que tiene de todo, Antonio. Concurses o no, yo te doy un 10.

    Un abrazo.

    Pablo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hala!, otra vez has conseguido que me ponga rojo y tontorrón. Gracias Pablo, por regalarme tus palabras. En una cosa tienes toda la razón, el micro tiene de todo, hasta tu enorme comentario acompañándole.
      Un gran abrazo, de los buenos.

      Eliminar
  7. Madre mía, Antonio. Me has dejado sin palabras. Me has dado un golpe directo al corazón. Qué bueno.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues ya somos dos los que no tenemos palabras. Lo dejaremos en empate técnico por ese KO en el que me ha dejado tu penúltima frase.
      Muchisimas gracias por tu comentario, Aurora. (qué bonito nombre).
      Un beso.

      Eliminar
  8. Este relato es una maravilla que consigue una increíble carambola, hunde al lector en una inquietante congoja a la vez que deslumbra la capacidad que tiene su autor de contar una impresionante historia en 50 palabras. ¡Chapó, Antonio! Como Pablo, te doy un 10 y, como siempre, toda mi admiración. Un abrazo fuerte.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hala!, otra como Pablo. Me estáis dejando el ego como una bolsa de palomitas...
      En serio, muchísimas gracias, Matri. Bien sabes que la admiración es mutua.
      Un fuerte abrazo, de esos que asfixian un poco.

      Eliminar
  9. Excelente, Antonio. Gran incursión en el micro de terror, con una idea muy original y un desarrollo con el que logras sobrecoge al lector. Qué enorme fuerza tiene la expresión “esa aniñada mirada de terror”; la imagen que produce es en mi opinión el alma del relato. El título, por otro lado, además de dar miedo también, pienso que es todo un acierto de bautismo para un personaje que puede dar mucho de sí.
    Enhorabuena por esta nueva muestra de tu genialidad.
    Un abrazo, amigo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchísimas gracias, Enrique. Tu capacidad para expresar lo que cada relato te sugiere, es extraordinaria. Qué suerte poder contar con tu sensibilidad también a pie de mis relatos.
      Un fortísimo abrazo, querido amigo.

      Eliminar
  10. Es lo malo que tiene comentar tarde, poco puedo aportar, sólo que sigues sorprendiendonos con tu versatilidad, hoy te apetece un thriller psicológico, mañana nos cuentas unas vacaciones en crucero, pasado como se hace el pollo a la naranja... y todos con la boca abierta leyendote, jajaja

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Por cierto era pato a la naranja, pero seguro que tu lo haces con pollo y también te sale bueno, jejeje

      Eliminar
    2. ...Y sin pollo si se presta, ¡oye! Que igual te hago una tortilla de pechuga que una patata a la cerveza...
      Gracias, querido Jose, por dejarme tu comentario, aunque me intentaras dar pollo por pato. ;-)

      Eliminar
  11. I Urtiaga8/6/18, 15:32

    Una pasada. La idea, el desarrollo y la forma de narrarlo. Un 10.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tú sí que eres una pasada, Ignacio. Da igual que diseñes un relato que escribas una ilustración; todo te sale de maravilla.
      Mil gracias por pasarte.
      Un abrazo

      Eliminar
  12. Oh, qué impresionante, Antonio. Terror en estado puro. Un ladrón de cuerpos infantiles que prolonga su vida indefinidamente. Vas dosificando la información creando una tensión creciente hasta la expresión genial -ya te lo han dicho- "esa anulada mirada de terror" y el descubrimiento de que no es la primera vez. Ni la última... Si lo veo en pantalla, no duermo.
    Maravilloso, genial. Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues será cuestión de pasar la historia a la pantalla, porque si no duermes, con suerte para todos, igual dedicas ese tiempo a escribir.
      Muchas gracias por tu alentador comentario, Carmen.
      Un abrazo igual de fuerte.

      Eliminar
  13. Una historia tan visual, tan bien narrada, tan directa que es absolutamente aterradora y perfecta. Me ha gustado muchísimo. Un abrazo, Antonio.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y yo me quedo tan pagado de tu comentario que sólo me queda agradecértelo, enormemente.
      Un abrazo, Cristina.

      Eliminar
  14. un micro que nada tiene que envidiar a muchas arduas novelas que con miles de palabras dicen y dejan sentir menos que tu relato de cincuenta.
    Chapeau!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues menudo regalo de comentario me has dejado, Isidro. Así, como el que no quiere la cosa...
      Mil gracias y un abrazo muy fuerte.

      Eliminar
  15. Genial tu historia, y la manera de contarla. Me quedo con ese final tan rematadamente inquietante. Felicidades.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si te ha gustado la historia, como se cuenta y te quedas con el final, yo ya no puedo pedir más.
      Gracias y un fuerte abrazo desde las nubes, Paloma.

      Eliminar
  16. Enrique Angulo17/6/18, 23:44

    Podría decirse que el mayor cambiapieles que existe es el tiempo, pues las va arrugando todas por más dietas que sigamos, más cremas que nos demos, o más estiramientos que nos hagan.
    Borges dijo de él que es la sustancia de la que estamos hechos, esa sustancia que, como la piel de zapa de la novela de Balzac, se va encogiendo poco a poco hasta quedarse en nada; a todos nos llegará el día en que se nos acabe el tiempo.
    Ese hecho insoslayable e inexorable ha causado una gran angustia en los seres humanos, es como un cortocircuito, el polo negativo y el positivo se juntan y surge el chispazo que lo incendia todo.
    Entonces, buscamos un remedio, una salida, aparecen las filosofías para asumir nuestra finitud, aparecen las religiones para decirnos que no todo acaba aquí, por el contrario, tras esta vida breve y llena de sinsabores, cuando no de tragedias horribles, muchas de ellas provocadas por nosotros mismos, vendrá la vida verdadera y eterna, en la que, por cierto, serán castigados los malvados.
    Otros buscan en la ciencia la prolongación de la vida o hasta la inmortalidad; algunos monstruos, como la condesa de Báthory, intentaban prologar su juventud y belleza bañándose y bebiendo sangre de mujeres jóvenes, y este personaje histórico se podría emparentar con el protagonista de tu microcuento, el cual parece que ha encontrado un medio para escabullirse de esa señora que a nadie perdona sacrificando a niños inocentes; o sea, alguien sin escrúpulo alguno a la hora de conseguir sus fines, como tantos de los que han pasado por este mundo causando dolores inmensos y tragedias sin nombre. Personajes que dan escalofríos, pues nos obligan a asomarnos a esa ventana desde la que vemos infiernos en los que no existe piedad alguna hacia nadie.
    Así que tu cambiapieles, Antonio, pone la piel de gallina, pues no se trata de una historia fantástica perfectamente ideada y contada, sino de una verdad espantosa de la vida humana.
    Un abrazo fuerte, amigo.

    ResponderEliminar
  17. Me fascina tu cultura, tu gran memoria y esa habilidad tuya para encajar tus conocimientos en las historias.
    Gracias por enriquecer de esa manera los relatos, no sólo el mío.
    Un fuerte abrazo, querido Enrique.

    ResponderEliminar
  18. Tengo los pelos como escarpias (y no es tópico), es tu habilidad para transportarnos al terror más hondo, desde una aparente naturalidad.
    Muy bien, Antonio, siempre sorprendente con tus ideas.
    Saludos y suerte.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias María Jesús por dejarte sorprender, pero, sobre todo, por dejarme tu comentario.
      Un beso.

      Eliminar

Si no tienes cuenta, elige "Nombre/URL" en lugar de "Anónimo". ¡Gracias!