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Las palabras organizaron una gran fiesta. No invitaron al silencio pensando que él nada tenía que decir. Este, al enterarse, irrumpió en la sala haciendo gala de su gran manto, y las palabras, atónitas, enmudecieron.

Después, satisfecho de su elocuencia, salió sigiloso. A lo lejos vislumbró a su amiga soledad.
Escrito por Juana Mª Igarreta Egúzquiza - Web

8 comentarios :

  1. El silencio a veces es una bendición, un recogimiento reconfortante, pero otras muchas resulta, cuando menos, incómodo. El de tu relato, convertido en personaje, impone su ley más aplastante; es elocuente sin necesidad de emitir sonidos, silencia a las palabras, todo lo vuelve triste, sin comunicación. De ahí, a la soledad, solo hay un paso.
    Un relato con forma de cuento clásico y un contenido para la reflexión.
    Un abrazo, Juana María

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  2. Qué manera de sentir el silencio, una gozada de relato. De vez en cuando, a mi casa viene, poco, pero viene. Un beso.

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  3. Carmelo Carrascal18/6/18, 17:47

    Juana María, que suculento tema el que nos propones en tu micro.

    Las palabras y el silencio.

    Las palabras más poderosa, las más resonantes, aquellas afiladas y penetrantes, las palabras poéticas, están preñadas de silencio.

    El silencio verdadero precede, acompaña y sigue a las palabras escogidas.

    Las palabras carentes, huérfanas de silencio en sus entrañas, son fallidas.

    Si hay algo que puede superar a las palabras en elocuencia y fuerza expresiva, que ya es difícil propuesta, es la música y el silencio.

    Un abrazo!

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  4. El silencio se enseñorea del relato, hace enmudecer a las palabras. Su manto puede ser elocuente, también es un buen refugio en la intemperie del ruido en que nos movemos. La soledad es su amiga, tan necesaria cuando la deseamos. A estos dos amigos excluidos en la fiesta les regalaría un tercer acompañante, la creatividad. Seguro que tienen mucho que compartir.
    Hermoso y simbólico, Juana. Besos.

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  5. Enrique Angulo19/6/18, 0:24

    Ya sabemos por los cuentos infantiles que eso de excluir a alguien puede tener terribles consecuencias, sobre todo si ese alguien tiene mucho poder y, en el caso de tu microcuento, el silencio no cabe ninguna duda de que lo tiene.
    Tanto en el mundo de las palabras como en el de la música el silencio tiene una gran importancia, incluso en el del arte, que ha ido pasando del horror vacui al vacui casi total, por hacer un pequeño chiste.
    Parece que sobre eso quiso advertir John Cage con su obra 4’ 33’’, en la que el intérprete de la misma ha de estar en silencio durante cuatro minutos y treinta y tres segundos.
    En tu microcuento, las verbosas palabras reciben su merecido por esa falta de respeto y de reconocimiento, una lección que hoy en día deberían recibir muchos de quienes usan el lenguaje de cualquier manera y, como suele decirse, no se callan ni bajo el agua; y si incluimos a los gritones y berreadores que son legión, y que hasta parece que se los jalea y promociona, pues la venganza del silencio debería ser ejemplar.
    Así que esa defensa que haces del silencio, esa alabanza de su elocuencia, esa soledad que vislumbra a lo lejos y cuya compañía parece prometer lo mejor, las reivindico vivamente, pues creo que ambos tienen muy pocos defensores y lo que prima es el gregarismo, el aturdirse con el ruido y el entronizar a la estupidez.
    Para concluir, podría decirse que quien ama las palabras –como es tu caso- ama el silencio y la soledad, donde uno puede admirar toda su belleza e intentar seducir a algunas de ellas por ver si conseguimos escribir o decir algo armónico, sugestivo, sensato.
    Precioso y filosófico microcuento, Juana. Un abrazo.

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  6. Muy bonito tu relato Juana, a veces deseamos la presencia del silencio para confortarnos a nosotros mismos. En una sociedad donde el ruido es el eje dominante, bueno es de desear la tranquilidad que nos trae. A veces se habla demasiado, con palabras huecas, el gesto también dice muchas cosas de nosotros, no hacen falta palabras para entendernos. Un abrazo, Juana.

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  7. Muy buen relato, Juana, dar voz a semejantes protagonistas, tanto el silencio como la soledad que, como apuntas en tu título, se tienden a excluir y menospreciar tan a la ligera cuando son tan esenciales para la salud y el buen juicio. Me ha gustado mucho, felicidades. Un beso.

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  8. Una bonita fábula sobre dos inseparables amigas capaces de enmudecer a todas las palabras del mundo.
    Felicidades, Juana.
    Un abrazo.

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