América

"Estamos a salvo", le dijo Karl Rossmann a su familia mientras, desde el barco donde iban, miraban la Estatua de la Libertad, inmersa en la neblina del amanecer. Luego, sacó de un bolsillo la odiada estrella amarilla con la palabra judío escrita en su centro y la arrojó al océano.
Escrito por Enrique Angulo - Twitter

12 comentarios :

  1. Ha habido una raza estigmatizada y rechazada por todas partes, cuando no diezmada, en un intento de aniquilarla. Durante años, así al menos lo parecía, el Nuevo Continente estaba abierto al exterior, lo que no quita para que no hubiese, también allí, prejuicios con los judíos, con las personas de color, etc, de lo que tanto se ha dicho y se podría hablar, pero al menos era una esperanza, como quizá lo es esa en la que creen tantas personas que tratan de acceder a Europa, para huir de una muerte casi segura, para encontrarse con un futuro incierto, cuando no, con el rechazo.
    Me encanta Kafka y confieso que nunca he leído "América", pero ganas me dan después de tu relato, demasiado actual en su fondo, lo malo de esa estrella, que tanto significó y simboliza, y quizá sea ésta una de las lecturas, es que nunca acabamos de aprender.
    Un abrazo, Enrique, y gracias por escribir un relato como éste.

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    1. Enrique Angulo12/7/18, 0:04

      Los males que ‘adornan’ al ser humano no son privativos de ningún país o época, ni las conquistas y logros sociales están garantizados para siempre, por eso, la vida es una continua lucha, ya que, a la más mínima, nuestros malos instintos nos mandan a casa como en el juego del parchís, y tenemos que empezar otra vez a desplazar la ficha del progreso por el tablero del tiempo.
      Lo de la inquina universal a los judíos es algo misterioso y que no llego a comprender bien, de hecho, una gran parte de la humanidad ha seguido y sigue la doctrina que predicó uno de ellos de quien se llegó a decir que era el mismo Dios. Y ese odio irracional y feroz alcanzó su punto álgido en la Alemania de Hitler.
      En mi microcuento he echado mano del personaje principal de la novela América de Kafka, Karl Rossmann, como si su historia hubiese continuado más allá del libro del escritor praguense, como si hubiese vuelto a Europa, hubiese formado una familia, y luego, la persecución nazi le hubiese obligado a huir de nuevo al país en el que ya había estado.
      El tema, hoy como siempre, es de plena actualidad, la gente que tiene que huir de la guerra, la persecución, la marginación, la miseria y otros muchos males está ahí; y descubrimos el genoma y los agujeros negros pero no sabemos o no queremos dar una vida digna –lo cual sería absolutamente posible- a todos los seres que habitamos en este planeta. Casi me estoy imaginando a refugiados interestelares en un futuro remotísimo. ¿Cómo seríamos recibidos por una civilización extraterreste?
      Muchas gracias por tu comentario, Ángel, y un abrazo grande.

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  2. Carmelo Carrascal9/7/18, 17:52

    Enrique, estoy contigo en trabajar la libertad, tb. en la narrativa, como uno de los ideales supremos. Y en contribuir a destacar las diferentes luchas para defenderla libradas en todos los tiempos.

    Qué significados tan sugerentes tienen las cosas que traes en tu micro a la luz del hambre de libertad de estos pasajeros. El barco para huir de la opresión y la indignidad; la infame estrella amarilla con la que etiquetaron a los judíos los nazis. La neblina que evoca la incredulidad por tener al alcance de la mano lo que parecía inalcanzable. El océano en el que hundir tantos recuerdos de opresión y sufrimiento, en el que acaso puedan hacer naufragar tanto y tanto que necesitan empezar a olvidar en NY.

    Un saludo!

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    1. Enrique Angulo12/7/18, 0:14

      La libertad en todo es un gran bien, una libertad que debe ser respetuosa con la libertad de los demás, algo que a mucha gente le cuesta entender.
      En la narrativa, desde luego, como no le hacemos daño a nadie, pues uno puede experimentar como desee, si luego te sale un churro, pues lo untas en chocolate, te lo comes, y sigues experimentando.
      Por lo que me atañe, me gusta mucho esa hibridación, de la cual creo que es el mayor ejemplo la novela que, como demostró Cervantes, lo admite todo.
      La época en la que he situado el microcuento es una de las más horrendas de la historia de la humanidad, y una de sus cimas máximas de horror fue la aniquilación de los judíos, gitanos y otros grupos marginales y opositores por esas bestias infernales que fueron los nazis.
      Ponerse en la piel de aquellas personas que consiguieron huir de ese infierno es un ejercicio mental y humano que puede hacernos comprender los dramas que suceden hoy en día en el Mare Nostrum y otros muchos lugares de este desdichado mundo.

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  3. Maria Galerna9/7/18, 19:25

    Hay tantos barcos y tantas estrellas invisibles...Y tantas costas que prometen un futuro...
    Un micro que se muestra tan actual en el tiempo, que da para pensar. Muy bueno.

    Un saludo, Enrique.

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    1. Enrique Angulo12/7/18, 0:19

      Sí, por desgracia, esas escenas no son hechos del ayer y, aunque los personajes de mi microcuento huían de uno de los peores infiernos, el imaginado por las mentes podridas de los nazis, lo cierto es que llegaban a Nueva York en un barco; hoy también hay barcos con refugiados, pero, además, hay embarcaciones mucho más frágiles e inseguras, controladas por gente sin escrúpulos, que acaban volcando y causando multitud de muertos. Sí, desgraciadamente, todo es muy actual.
      Muchas gracias por tu comentario, María, un abrazo.

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  4. La estatua de la Libertad es eso: Pura libertad. Es lo que sintieron miles de perseguidos, inmigrantes y fugitivos al ver su majestuosa figura dándoles la bienvenida a un Nuevo Mundo y forma de vivir.
    Muy acertada la imagen para este momento.
    Suerte y saludos, Enrique.

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    1. Enrique Angulo13/7/18, 0:08

      La Estatua de la Libertad como símbolo, como anhelo, como un lugar al que ir para iniciar una nueva vida desde cero dejando atrás las cenizas del pasado, así fue durante muchos años para mucha gente el sueño americano, el cual, también tuvo y tiene sus pesadillas. En el caso de mi microcuento las circunstancias eran de las más terribles que hayan podido darse, sobre todo para el pueblo judío, siempre tan odiado y tan perseguido.
      Muchas gracias por tu comentario, María Jesús. Un abrazo.

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  5. Eduardo Martín Zurita11/7/18, 12:51

    Echas mano de la intertextualidad, como acostumbras, para hablarnos de muchas cosas en tu microcuento. De la novela "El fogonero", "El desaparecido" o "América", como se tituló al final, con su personaje el fogonero, Karl Rossmann, un inmigrante nato a Europa y a América. Nos propones la libertad, patentizada en la famosa Estatua neoyorquina. Y el nazismo con su persecución implacable de los judíos en aras del exterminio. Los judíos, siempre buscando su tierra de promisión. Desde luego, América les abrió las puertas de par en par y en ella pudieron medrar y desarrollar todas sus capacidades y sueños. La infame estrella amarilla, símbolo máximo del oprobio de los nazis para con los judíos mismos, arrojada al océano, esa boca inmensa que se lo traga todo, a muchos inmigrantes también, que no llegan a culminar su sueño de libertad. La libertad, esa vieja aspiración humana, aun hoy en día, tan asignatura pendiente. El sueño de una humanidad confraterna y solidaria. Los ideales empiezan a dejar de serlo en cuanto se llevan a la práctica. Queda tanto por hacer...
    Un texto sugestivo y abierto a la más atenta reflexión. Me gusta mucho tu propuesta y está, para colmo de bendiciones, maravillosamente escrita.
    Un abrazo muy grande, amigo.

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    1. Enrique Angulo13/7/18, 0:30

      Me gusta mucho la intertextualidad, en definitiva, creo que todo está relacionado con todo, y recurriendo a la frase del escritor latino Terencio, diré también que nada humano me es ajeno; otra cuestión es que mis capacidades sean mínimas para semejante tarea de conocimiento.
      Como bien dices, la novela de Kafka fue cambiando de título, de hecho, una parte de ella, El fogonero, se publicó de forma independiente. Al comienzo de ese capítulo del libro, Karl Rossmann, el principal protagonista del libro, que es un muchacho de dieciséis años al que sus padres han enviado a América por haber dejado embarazada a una criada, llega a Nueva York en un barco y ve la Estatua de la Libertad.
      Esa imagen del libro que hace tiempo que leí, me vino a la cabeza al imaginarme la pequeña historia de unos judíos que llegan a Nueva York huyendo del terror nazi. Y en ese palimpsesto que es la historia de cualquier persona, imaginé que Karl Rossmann había vuelto a Europa, había reconocido al hijo que tuvo con la criada, y hasta había formado una familia, y ahora volvía de nuevo a Estados Unidos para salvar la vida.
      También tuve presente la actualidad, con sus guerras, sus horrores, sus refugiados, sus personas desesperadas en busca de un futuro mejor, pues las lacras humanas siempre están ahí como si estuviésemos malditos y fuera imposible alzar el vuelo, aunque fuese un breve vuelo gallináceo.
      Esas son las coordenadas en las que se ubican mis cincuenta palabras, esa es su urdimbre: un pequeño homenaje a Kafka –autor fundamental para mí-, una historia de una familia judía que huye de la persecución hitleriana, y una señal de alarma sobre lo que ocurre hoy en día, aspectos que has señalado muy bien en tu generoso comentario, Eduardo, por lo que te quedo muy agradecido.
      Un abrazo grande de vuelta.

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  6. La imagen de la estatua en la neblina del amanecer es la del sueño de la libertad, tan anhelada. En tu barco kafkiano viajan los judíos que huyen del exterminio nazi. La estrella lanzada al océano los libera del oprobio. Aunque no he leído esta novela de Kafka, es muy fácil dejarse llevar por una escena de tantas connotaciones históricas y tan bien contada, como si la viéramos en pantalla grande. A mí me ha recordado una pieza teatral de Max Aub, 'San Juan'. Así se llama el barco en el que navegan cientos de judíos de ideologías diferentes en busca de un puerto que los acoja. Aub escribió esta obra antes de que el nazismo alcanzase su apogeo, por lo que es, en parte, premonitoria. Lo más triste es que siguen navegando embarcaciones con pasajeros que sueñan con la libertad y la supervivencia.
    Un relato intenso, emotivo, metaliterario y crítico, porque sigue cuestionando la falta de derechos humanos de tantos migrantes. Felicidades, Enrique. Me anoto la novela. Un gran abrazo.

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  7. Uno puede imaginar esa primera frase entrecomillada en boca de las personas a bordo de una patera, o de barco repleto (el volumen nos va dando idea de la magnitud del desastre migratorio)cuando avistan una bandera en el horizonte y, horas y días después, permanecen a la deriva de puerto en puerto y de país en país, sin nadie (casi nadie) que tienda una mano para ayudar. Y las que se tienden, se maniatan, se cortan, se estrangulan, que hay una realidad que importa al sistema y es que las personas que migran, la mayoría son pobres de solemnidad, de piel oscura, casi negra, y eso cuenta a la hora de prestar arrimo.
    Leerte es acercarse de lleno a la literatura de referencia de tus textos, escritos con la coherencia de un lector consecuente y entendido que nos hace siempre disfrutar dos veces; la primera, con el relato donde se urde el tapiz de la intertextualidad que tan bien ha diseccionado Eduardo; otra, con cada uno de tus comentarios respuestas que nos dan la oportunidad a los menos versados en tomar apuntes para nutrirnos de literatura de antes que habla, como toda buena literatura, de los tiempos de siempre.
    Por una parte, feliz, de leer de nuevo otro rico relato de tu factoría; de otra, triste, porque en este momento están navegando cientos de personas sin saber si en algún momento podrán decir a sus hijos aquello de "Estamos a salvo".
    Un fuerte abrazo, Enrique.

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