Desencanto

Raimundo III, encogido en su nenúfar, escucha un estremecimiento de juncos. Siente miedo. No tardará en llegar aquella damisela besucona con su fétida halitosis que, como todos los días, le acurrucará en su regazo y, con un pestilente susurro, volverá a decirle que no se preocupe, que sabrá tener paciencia.
Escrito por Luis San José

3 comentarios :

  1. Visto lo visto, el príncipe prefiere seguir siendo sapo, con lo tranquilo que está él en su charca, con sus mosquitos. Se supone que los cuentos tendrían que tener un final feliz, pero en este caso la perspectiva no es nada halagüeña. Cuando las expectativas son absolutas, sin fisuras, es fácil darse de bruces con la realidad, que nunca es tan idílica, a veces, incluso, resulta todo lo contrario.
    Muy curioso este cuento con desencanto, una simbiosis que quizá podría dar pie a un término nuevo: desencuanto.
    Un abrazo, Luis

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  2. Una nueva versión del beso al sapo, divertida y original. Me estoy carcajeando.
    Saludos virtuales, Luis.

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  3. Raimundo III creo que va a abdicar, ja, ja, ja. Muy divertido, Luis. Un abrazo.

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