Exmúsico

En un arranque de nostalgia, desenterró el saxo del sótano, lo montó con mimo y dispuso varias partituras sobre el atril.

Justo de pulmones, los labios cedían y la lengua llegaba tarde. Cosas que, en fin, cabía esperar. Pero ¡ay!, aquel olor a polvo en las yemas de los dedos...
Escrito por Álex Garaizar

8 comentarios :

  1. Carmelo Carrascal31/7/18, 17:27

    Álex, que bonita manera de trasladar la nostalgia a las cosas y de éstas a los sentidos. En tu relato (estos día de jazz por las calles en tu ciudad) expresamente el olfato y, sobre todo, el tacto. El oído, el que sería principal en este relato, se diría que no entra en juego. Pero no. Da la impresión de que la nostalgia es para nuestro saxofonista, exsaxofonista con reflejos algo retardados ya, pura música.

    Enhorabuena y un abrazo!

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  2. "Polvo eres y en polvo te convertirás", se dice, o se decía, si no recuerdo mal, en el llamado Miércoles de Ceniza. El espíritu de tu protagonista parece mantenerse en forma, al menos le queda un resto de ánimo para rememorar una época que seguro que fue de esplendor en su existencia. Pero el envoltorio que nos sustenta acaba por desgastarse, algo que él constata paso a paso. Ese olor peculiar, a final, en la yema de los dedos, puede ser el anuncio de lo que, de forma inevitable, parece cerca.
    Un relato sobre el paso del tiempo, que quizá motiva a aprovechar las energías mientras se tienen.
    Un abrazo fuerte, Álex

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  3. Tacto y delicadeza del autor son las que nos llevan a disfrutar el amplio abanico de sensaciones que produce el micro.
    Melancólico y reflexivo a partes iguales tiene una cadencia de swing que toca el alma. Buen cierre para el mes, buen verano para Álex. Esto y un fuerte abrazo.

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  4. No voy a decir que me he visto totalmente reflejado en el personaje de tu relato (por lo del polvo, más bien), pero sí que lo he sentido "cercano". No he tocado el saxo, pero sí que he tenido un clarinete. Sobre lo de tocarlo mejor será correr un trapo denso y gastado. En los años siguientes a arrinconarlo, sí que recuerdo vagamente querer sacarlo algún día de su estuche pero me decía: no va a sonar, seguramente la caña esté seca o rota, no me voy a acordar de nada... Lo curioso es que ahora, no sabría decir si está en el trastero (que antes no tenía) o en la única mudanza de mi vida me atreví a darle el pasaporte. Y casi que no me apetece comprobarlo. Buen, nostálgico y sugerente relato, Álex. Saludos.

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  5. Eduardo Martín Zurita1/8/18, 20:28

    Hola, Álex:
    Sendas somos de demolición y bien que lo acredita tu protagonista, ay, ese polvo...; no obstante, capitaneando la nostalgia, se sobrepone para que suenen los pretéritos buenos tiempos.
    Un abrazo grande y feliz verano.

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  6. Al final, todo se reduce a lo mismo.
    Yo también tengo varios instrumentos que no desempolvo desde hace años. Creo que producen respeto. Si no es respeto, sí vergüenza torera por comprobar que se perdieron ciertas facultades que tantas y tantas horas se dedican a los instrumentos de música para, simplemente hacerlos sonar. Lo de sonar bien, ya es harina de otro costal.
    Muy evocador tu relato, Álex. Me ha gustado.
    Un abrazo.

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  7. En esa última frase diría que está el duende del relato. Al igual que tu personaje recurre a un objeto, y todo lo que esté supone, para “revivir” un tiempo pasado, tu has utilizado el sentido del olfato (y también el del tacto) para meternos muy eficazmente en su pellejo. Magnífico, Álex.
    Enhorabuena y un abrazo.

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  8. ¡Muchas gracias a todos por los comentarios! Me alegro de que os haya gustado. El relato empieza optimista, con un saxofonista que quiere revivir sensaciones, aun sabiendo que no se le dará tan bien. Efectivamente, comprueba que está muy flojo para tocar las partituras que antes tocaba sin mayor problema, pero esto no lo desanima realmente. El verdadero golpe, lo que lo abate, es el olor a polvo de las teclas que percibe en sus dedos, y que nos lleva al título: se ha convertido en exmúsico. Ha tomado consciencia de que no es un saxofonista que hace tiempo que no toca, sino que ya no es saxofonista en absoluto, y le remuerde la conciencia por haber abandonado su instrumento.

    Como curiosidad, que sepáis que es bastante autobiográfico, de una de las veces que he rescatado mi saxo y mis dedos verdaderamente olían a polvo, y aquello, tan inesperado y nuevo para mí, me removió algo por dentro...

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