Alma
Sucumbió al aburrimiento y se tumbó sintiendo el calor de la tierra en su espalda y el olor a tomillo. En el cielo, azul intenso a esas horas de la tarde, su mirada viajó más allá de lo que veían sus ojos e imaginó que, al otro lado, estaría ella.
¡Uhm!, no sé, no sé si añora a alguien que se fue o que aún no ha venido.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu micro. A veces también he sucumbido a ese aburrimiento.
Un saludo, Xurde.
Xurde, qué bien trazas en tu relato lo que serían tres escalones bien articulados. Por una parte, la serenidad del espíritu con la calma que, a veces, bordea el aburrimiento (¿quién dijo que aburrirse sea siempre negativo?). Por otra, la imaginación siempre dispuesta a levantar el vuelo, propicia a conectar con lo que a uno le quema dentro. El deseo del protagonista recibe aquí el nombre de Alma, lo que resulta más que significativo. Reflexión, movilización de la imaginación y construcción del deseo...
ResponderEliminarUn saludo!