Y llovía, llovía
Al salir, llovía mucho. Él dijo que no tenía coche, que lo dejó aparcado en el garaje. Ella dijo: "Vale". La llevó de la mano hasta el garaje, veinte calles más allá. Llegaron empapados. Subieron al coche y, sin mediar palabra, la llevó a casa. El viaje duró tres minutos.
Tumbarse al sol o sentarse a la sombra. Cantar (o no) juntos bajo la lluvia o bajo el paraguas (preferentemente uno en vez de dos). Ni la climatología ni el coche ni el garaje, nada.
ResponderEliminarTienes razón, Joaquín, lo que a fin de cuentas cuenta y ha de contar en estos casos es... acercarse.
Muy bonito.
Un cordial saludo!