Humanos, demasiado humanos

Los asesinos seriales también tenemos corazón: nos conmovemos hasta las lágrimas ante una delicada pieza musical, sabemos admirar el vuelo de una hermosa ave, suspiramos extasiados, nos enamoramos como chiquillos, aunque no siempre seamos correspondidos.

Algunas mujeres incluso logran rompernos el corazón; por fortuna, sabemos corresponderles de la misma manera.
Escrito por Daniel Castillo

9 comentarios :

  1. ¡Espeluznante!Bravo. Una novela negra en 50 palabras. Un abrazo.

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  2. En la primera parte este asesino en serie reivindica su supuesta humanidad, algo compatible, desde su punto de vista, con sus crímenes. Aunque no podamos, no queramos y no debamos comprenderle nunca, hay que reconocer que sus palabras son convincentes. En la segunda parte, a su discurso añade la coherencia, pues es cierto que él también sabe romper corazones, la diferencia con la mayoría de sus semejantes es que lo hace de forma literal.
    Me ha gustado mucho, desde el título.
    Un abrazo, Daniel

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  3. La viva imagen de Anibal Lecter. Estupendo retrato, lleno de humor negro, de esa justificación de la maldad.
    Cordiales saludos.

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  4. BRUTAL, en el mejor sentido!!!!!

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  5. Muy bueno! Entrar en el alma de un asesino en serie como lo has hecho tiene mucho de psicología y saber pasar del interior a los hechos concretos. Felicidades! Abrazos, Daniel.

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  6. jeje Parece que todos tenemos nuestro corazoncito, lo que pasa es que alguno lo disimula muy bien...
    Muy bueno Daniel.

    Saludos

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  7. Muy ingenioso tu excelente microrrelato sobre ese sentimental rompecorazones. Me ha parecido una genialidad.
    Enhorabuena, Daniel.
    Pablo

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  8. Qué fina ironía en la voz de este narrador asesino, tan sensible y sentimental. Y es que los seres humanos, asesinos o no, somos tan contradictorios...
    Me ha gustado muchísimo, Daniel. Un fuerte abrazo.

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  9. Que los asesinos son seres pasionales, no es sorprendente. Sí lo es encontrarse con este relato donde lo conmovedor y emotivo conviven en armonía con lo cruel y atroz.
    Felicidades por esta magnífica composición, Daniel.

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