Carta de despedida

En el reflejo de aquel espejo observó la ausencia que lo aquejaba. Se quebrantó, y su rostro lo recorrió una lágrima frustrada. No pudo más y renunció a tan miserable empresa.

En su misiva expresó lo que todos suponíamos: un restaurante sin comensales no es buen negocio para un mesero.
Escrito por Cristopher Josué Escamilla Arrieta - Twitter

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