La tentación de la carne

Dudó, pero era ella quien lo tentaba con su carne sonrosada. Lo pedía a gritos. No era la primera vez y no sería tan terrible. Separó sus pliegues delicados, pero se entusiasmó y empezó a morder, rasgar y chupar. Al final, como siempre que comía granadas, terminó hecho un asco.
Escrito por Valle

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