Enigmas en el tranvía
A mi lado, un hombre que sonríe resuelve un sudoku. Enfrente, una anciana teclea caritas en un teléfono. Una voz desgarrada, dentro de mis auriculares, ve la vida en rosa. Por la ventanilla pasan puentes y murallas. ¿Será verdad lo que avisa la megafonía? Final de trayecto: Mago de Oz.
Patricia, bienvenida, azuzadora de enigmas. Me da la impresión que estimuladora de la inquietud de vivir en un mundo que sólo si es mágico, es o merece la pena que sea.
ResponderEliminarEnigmático micro para mí, como el anterior, pero igualmente irresistible. Quiero decir que no da lo mismo entenderlo o no haberlo entendido.
Así que apunto unas sugerencias tal como yo lo veo.
- ¿Una suerte de regodeo literario de la amiga de Dorita (Patri), empeñada en deseo imposibles de cumplir salvo que uno elija viajar (en tranvía o en lo que sea) al fastuoso mundo de la fantasía y su magia?
- O bien: ¿La nostalgia de que emprendiendo ese tipo de viaje se pueda volver a visitar el lugar donde todo lo mejor es posible?
Son dos interpretaciones a modo de livianas hipótesis, meras conjeturas, eso sí, para mí discretamente verosímiles.
Pero...
A la espera.
Carmelo, no desesperes. El mes pasado os dejé plantados con mi heladero psicópata, pero es que estuve muy ocupada viajando a tierras de dragones y esas cosas. Así que este mes voy a ser buena y lo voy a explicar desde el principio.
EliminarA saber: con el título he intentado quedarme con todos vosotros... Que no, que es de verdad una oda al gran enigma. ¿Y cuál es? El único: ¿qué esconde la vida? Pasamos toda ella cavilando en un trayecto de ida que no sabemos a dónde nos va a llevar. Y, de repente, nos damos cuenta, cuando ya han pasado un buen puñadico de años y las cosas no tienen remedio, que tampoco era para darse tanto mal. Y en ese momento, mágico ciertamente, despertamos cual bellas durmientes, y descubrimos que ya hemos cruzado muchos puentes y trepado por muchas murallas y que hay un mundo precioso al que dar los buenos días y nos dedicamos a ser felices. Unos, haciendo sudokus; otros, aprendiendo a escribir emoticonos a los nietos. Porque, al final del trayecto, nos espera un reino con la magia que cada uno le quiera otorgar, Oz.
Hay un guiño en el relato, ciertamente, y ese es otro enigma. Seguro que alguien lo descubrirá.
Y ahora ya sabes por qué escribo como me da la gana y no escarmiento, a pesar de vuestros buenos deseos de hacer de mí una cincuentista decente y entendible. Pero ya es imposible.
¿Se vale como explicación?
Un beso, Carmelo.
Bueno, Patricia, gracias por tu explicación.
EliminarHaces bien en considerar que la escritura, ante todo, es un ejercicio de expresión (y aprendizaje de) de la libertad.
Un escritor que no pugna por ser libre, no es decente. Y lo que escriba serán paparruchas. Así que.
Gracias de nuevo, también por los enigmas, sobre todo por ellos.
Cordialmente!
Me gusta, Patricia, ese viaje mágico que propones. Y escuchar "La vie en rose" es todo un acierto (me encanta, aparte del simbolismo que encierra. Pareces indicar (esa es mi interpretación) que la anodina vida, reflejada en gestos frecuentes para pasar el rato (sudokus, ver el móvil...) tiene un aliciente final, una llegada al mundo de la evasión, de la fantasía enriquecedora y necesaria. Seguro que no era esa idea la que tenías al escribir, pero como soy solo una lectora...
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Querida María José, eres, nada más y nada menos, que mi lectora. Y yo alucino mucho cuando encuentro personas que se toman la molestia de leerme y, encima, comentarme lo que les ha parecido mi relato. Tu visión es tuya y yo valoro mucho todas vuestras interpretaciones. Es verdad que el mes pasado me morí de risa porque, para una vez que intento ser clara, os lié como nunca. Disfrutemos del Reino de Oz, donde no tengo la menor duda de que hay una personita que cada día sigue cantando que ve la vida en rosa. Yo la veo en technicolor (qué vieja soy) gracias a todos vosotros.
EliminarUn beso muy fuerte.
Cada quien se inhibe de la realidad a su manera, alejando la rutina.
ResponderEliminarMe gusta la idea.
Saludos
Lunanegra, cómo me gusta tu nombre... A mí, más que inhibirme de la realidad, lo que me priva es lanzarme en picado y bucear entre sus capas en busca de la magia. Porque existe, sí. Me lo ha dicho el Mago de Oz.
EliminarCreo que no nos conocíamos.
Encantada.
Patricia, me gustaría que me dieras la receta mágica para esa energía, positividad e imaginación desbordantes con las que siempre nos obsequias vía microrrelato. Cada vez que leo algo tuyo me entran ganas de saltar y se me quitan todos los males, je, je. Me gusta muchísimo, como todo lo que escribes. Destilas vida.
ResponderEliminar¡Besitos a mogollón!
¡Gracias! Es que eres un poco nueva y no debes saber que en mi cabeza vive una gallina. Verídico. Hace mucho que no la menciono porque la tengo castigada. Se llama Enriqueta y se hizo tan famosa por aquí que me reclamó derechos de autor. La he mandado a un internado de señoritas, a ver si aprende buenos modales y algo de ortografía. Es cierto que desde que no me inspira no escribo nada decente. Voy a tener que ir a buscarla, que ha revolucionado todo Oz y ya no la aguantan.
EliminarMás besos para ti.
Jajjjj
EliminarEl reino de Oz es simplemente el destino que buscamos cada mes cuando estamos a la espera de leer los relatos que saca de su increíble imaginación una tal Patricia Richmond. Y lo bueno es que nunca nos deja sin su magia. Y ahora, me voy a escuchar a Edith Piaf mientras termino un sudoku, busco la cara que merece tu historia, por ejemplo, esta 😍, y luego, tras soñar con un paisaje de puentes y murallas, miraré el arcoíris y cantaré "Somewhere over the rainbow".
ResponderEliminarUn besazo de los grandes, mágica mañica.
Pablo
Vecino, hemos llenado este domingo de música preciosa. ¿Le pedimos a tu músico que nos toque La vie en rose con el saxo? Muchas gracias por tus amables palabras, no merecidas, pero que me han hecho pulsar el freno de emergencia del tranvía. ¿Final de trayecto? Oz está aquí, en Cincuenta Palabras, un portal repleto de magos y no necesito llegar a ningún otro lugar.
EliminarUn beso mágico, señor mío.
Pues no sé si animarme a tomar ese tren o dejarlo que se largue con viento fresco. Díficil nos lo pones con tu magnífico , fantasioso y enigmático relato (rima y todo). Suerte, Patricia. Saludos.
ResponderEliminarTú mismo, Jesús. A este tranvía se puede subir de muchas formas: Cantando bajo la lluvia, por una Chimenea, en Casablanca... Sí, me estoy quedando contigo, pero si no te arriesgas a subir, nunca descubrirás si el mago que te espera al final del trayecto es de verdad o un fraude.
EliminarBesos.
Jajaja... 😉😉😉
EliminarEn principio, el medio de transporte ya me gusta. Quedan tan pocos tranvías... La actividad de cada pasajero es un entretenimiento que los hace felices. Yo me quedo con tu narrador protagonista escuchando a Edith Piaf. Ojalá el camino esté cubierto de baldosas amarillas.
ResponderEliminarUn relato precioso y vitalista, Patricia. Un beso.
Cálzate unos buenos chapines rojos, de esos que tú sabes, y ¡a por las baldosas amarillas! Las gafas de cristales rosas no sé dónde se compran, pero cantando juntas seguro que las encontramos.
EliminarBesicos, Carmen.
Me gustan los trenes, los tranvías y tus relatos enigmáticos que me hacen pensar. No cambies porque no serías tú... Un beso grande de la Martagona y otro de Carmen.
ResponderEliminarMuchas gracias a las dos, de mi parte y de Enriqueta. No pienses, que sólo son mis tonterías habituales, que se me hacen muy largos los viajes en el tranvía y me entretengo inventando historietas.
EliminarAbrazos.
Yo creo que en ese tranvía un servidor iría leyendo tebeos de Tintín (que mira que me gustan), lo cual no quitaría para que si coincidiese con la dueña de cierta gallina no lo dejase todo para perderme en sus historias, que me río yo de la magia del mago de Oz, que encima ni era mago ni nada.
ResponderEliminar¿Por qué uno hace lo que hace? Por intentar ser feliz, estoy casi seguro. De esta forma que he contado estaría cerca de lograrlo.
Acabo de escribir esto con el móvil y no sé cómo habrá quedado, de lo que estoy seguro es de haber disfrutado con este viaje en tranvía.
Un abrazo apretado hasta donde la decencia lo permita.
Ja, ja, ja, acabas de inspirarme mi próximo cincuenta. Acuérdate cuando lo leas el mes que viene. Por eso de lo que permite la decencia...
EliminarHasta entonces, muchas gracias por comentar desde la distancia.
Un abrazo de los crujidores pero decentes.
La verdad es que ese tranvía, tiene un trayecto muy emocionante. El secreto es vivir cada instante y hacerlo mágico. ¿El final...? Siempre Oz. Aunque si te quedas dormida... puede que te de otra vuelta y a empezar de nuevo. Será que de Oz, se puede volver con otra mirada...
ResponderEliminarVoy hacia la puerta, que me bajo en Casablanca a darle un poco al
Paddle. Oz... lo dejaremos para más adelante, no hay prisa por llegar al final. Disfrutemos del trayecto.
No conviene dormirse en el tranvía, que puedes acabar en la Avenida de la Academia... y tan malas como somos las dos, igual no nos dejan salir.
EliminarPero voy a ser buena y a confesar ya que este relato se basa en la línea del tranvía de Zaragoza, que empieza en Academia (General Militar) y termina en Mago de Oz. ¿No es una genial metáfora de la vida?
Un beso, Galilea.
Jejeje... seguro que no arrestan y nis toca instrucción todo el fin de semana.
EliminarUna mina...los nombres de las paradas de nuestro tranvía
😂😂😂
Besos, Particia
nos* nos*
EliminarGrrrrrrrr
Pues yo creo que cada uno hace el viaje como quiere y con la compañía que le apetece. Faltaría más. Lo importante es que tenga un buen final y alcance sus deseos en la medida de lo posible. Gracias por el trayecto, Patricia.
ResponderEliminarA ver, billete, que soy la revisora... Ay, no, que tú eres de los míos, de los que suben y bajan escribiendo como quieren.
EliminarQue no se te pase la parada y ¡buen viaje!
Patricia: En tu micro hay mágica alegría en el viaje y mágico viaje en la alegría. Me recuerda algo que escuché en algún lado: "La felicidad no es el destino, es el viaje". Me ha encantado leerte, y aunque yo soy más del país de las maravillas de Alicia, igual pasamos por Oz un tiempo. Felicidades.
ResponderEliminarGracias, Alejandro. El País de las Maravillas me pilla más a desmano, pero es también un destino por el que se debe pasar alguna vez en la vida. Sigamos viajando y gozando de la aventura del trayecto.
EliminarUn abrazo.
Como llego tarde a comentar, me encuentro con un tranvía que ha perdido sus enigmas, pero no su encanto y me consuelo con la ilusión de que algún día he de cogerlo.
ResponderEliminarBesos, Patricia.
¡Corre, Georges, que se te escapa! Lo enigmas no han terminado, acaban de empezar: ¿Qué encontraremos realmente en OZ?
EliminarUn abrazo.
Un cuentito mágico con sabor de infancia.
ResponderEliminar¡Qué bien lo haces, Patri!
Besitos pre-otoño
Gracias, tocaya, pero no te acostumbres. El otoño está, efectivamente, a la vuelta de la esquina y con él, los cuervos nos esperan...
EliminarUn beso fuerte.
Qué refrescante!!!!!!! Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Omar. Saca billete, que nos vamos.
EliminarUn abrazo.
¡Eres una maga!
ResponderEliminarMe ha encantado ese viaje
Muy buen cincuenta doña Patricia.
Besicos
Que me llame maga alguien como tú, que dispara todos mis sentidos cuando leo sus relatos, me llena de orgullo y satisfacción. Así que mañana subiré al tranvía tan sonriente como si fuera a palacio y no donde me esperan mis papeles y numericos.
ResponderEliminar¡Gracias, Carmen!
Por Dios, Patricia, ¿qué tranvía tomas? Si Dorothy hubiera podido subirse a él, ¡qué fácil le habría resultado su viaje!
ResponderEliminarEnhorabuena por el micro. Saludos
Pero no hubiera estado tan distraída. Yo no me he topado nunca con un hombre de hojalata, ni con un león sin valor. Con brujas, sí...
EliminarGracias, Plácido.
A veces, cuando viajo, me gusta observar a la gente. Recuerdo aquel trayecto. Una chica escuchaba música mientras miraba por la ventana. Siempre sonreía, como si de ese mp3 surgiera el secreto de la felicidad. Ella no sabía que la observaba. El reflejo del paisaje en el cristal de sus gafas me hizo reflexionar en, quizás, una de las conclusiones más importante a las que he llegado. Lo que importa de un viaje, no es el destino.
ResponderEliminarEncantado de haber viajado contigo. Yo soy el de la sonrisa frente al sodoku.
Me ha encantado tu relato, Patricia.
Y aprovecho para felicitarte por ese pedazo de revista digital que coordinas, de ese recién nacido tercer número que es una pasada en forma y contenido, y que, además, incluye un precioso cuento de hadas procedente de tu inagotable imaginación.
Un abrazo, artista.
Muchas gracias por tus bonitas palabras, Antonio. Tienes razón, no importa mucho el destino. La auténtica aventura está en el camino. Después ya veremos si el mago es real o un cuentista.
EliminarLo demás, suerte: la de tener buenos amigos y mejores escritores que me apoyan es mis locuras.
Un beso fuerte para ti y toda la manada. :)
No lo dudo, me subo al bus de tus palabras. Lo tengo claro: su destino es Fantasía.
ResponderEliminarGracias por hacerme soñar, Patricia. Besicos.
Mejor súbete al tranvía, que el bus de mis palabras casi nunca llega a su destino...
Eliminar¡Gracias, Sr. Bocanegra! Sigamos soñando que la vida es tan fácil como la de los relatos tontos como este.
Besotes.
Si la protagonista se llamase Dorothy, me quedaría la duda de si había escuchado bien, pero siendo la autora una tal Patricia Richmond, tengo la absoluta certeza de que el tranvía llegará hasta Ciudad Esmeralda y más allá todavía.
ResponderEliminarBesos sobre raíles.
Si fuese un personaje de OZ, no sería Dorothy. A mí siempre me ha gustado más Glinda, la bruja buena del sur. Es que eso de tener varita propia mola mucho. Y con ella añadiría una parada más en Sabadell. ¡Pasajeros al tranvía, que el Mago de OZ no espera!
EliminarBesos mágicos, Carles.
Tú, con gallina o sin ella, siempre levantando un enigmático y fantástico revuelo. Después de leer tus explicaciones, parece que el micro está inspirado en uno de tus viajes en tranvía. Me ha hecho mucha gracia que la última parada se llame "Mago de Oz" y hayas utilizado esas tres palabras para finalizar o "apearte" del relato. Y sí, intentemos ser felices durante el viaje, que el mañana no lo conoce nadie. Muy imaginativo y evocador, Patricia. Besos.
ResponderEliminar¿No te he vuelto loca este mes? ¡Yupi! Que sepas que lo de la parada es totalmente real. El tranvía termina en un barrio en el que las calles están dedicadas al cine. Y ahí están las calles Mago de Oz, Atraco a las tres, Cantando bajo la lluvia, etc. Y que el principio de línea esté en la Academia Militar y el final en Mago de Oz da para muchas elucubraciones en mis aburridos viajes diarios.
EliminarUn beso grande, Juana.
¡Zaragoza! Zara goza Sara goza goza ¿gosa? gozar
ResponderEliminar... Aquí Patricia disfrutando de tu relato, gozandolo. Los tranvías tienen su encanto, ese es desde luego debe ser sensacional con esas paradas. Gracias por compartir tu gran mundo interior con nosotros mi querida Patricia.
Un abrazo
Qué placer encontrar gente normal, como yo, en este tranvía. Querida Raquel, hay plaza libre de conductora. ¡Vente pa Zaragoza, maña! Lo único malo es el cierzo, pero tú eres, como yo, de las de llevar sombrero, así que no te despeinarás.
EliminarBesos a montón.
Esa parte de nosotros que sigue soñando con el mundo de ilusión que nos contaban las nanas a veces nos mantiene erguidos y esperanzados, pasando pantallas, por algo hermoso que siempre está por llegar. Nada tiene de malo eso, creo yo, siempre que apreciemos estos detalles, que tú apuntas, con los que la magia cotidiana y omnipresente se nos manifiesta, gratificándonos, a cada momento. Porque, a pesar de todo, este mundo es maravilloso.
ResponderEliminarEstimulante y muy hermoso, Patricia.
Un abrazo.
Sí, Enrique, el mundo es maravilloso, basta con tirar a los grumetes agonías por la borda y dejar que se los zampen los tiburones. Pero la magia, amigo, sólo la encontramos cuando aprendemos a detener el tiempo para perderlo midiendo a qué velocidad crecen los jardines. Sigo camino de Oz. Señores pasajeros, validen sus billetes.
EliminarAbracicos.
Ahí tus finales!!!
ResponderEliminarComo eres así de "particular": imaginativa, soñadora... Estoy segura de que has escuchado bien.
Yo te propondría que en tu próximo viaje en tren o cualquier otro transporte público, el último destino fuera el "País de Nunca Jamás", después de haberte dado una vueltecita por "La historia interminable"...
Muchos besos, Patricia!!
Pues este final es real, Olga, y nunca me he atrevido a llegar hasta allí. Me da miedo que el mago solo sea un reclamo publicitario. Pero, en vuestro honor, cualquier día me subo y no bajo hasta que llegue. ¡Ábrete, Sesamo!, le gritaré a la puerta del tranvía y bajaré. Ya os contaré.
EliminarCORRECCIÓN: Ahí están tus finales!!!
ResponderEliminarJajaja. Sorry
Sí, querida Rich, has oído bien, Mago de Oz. Por favor, llévame contigo. Siempre he querido estar dentro de esa historia, me da igual el personaje que me toque, aunque sea una baldosa amarilla, pero quiero vivirlo.
ResponderEliminarMágica historia, mágica tú, tus letras, tus creaciones... Originalidad y estilo propio, ¡me encanta!
Un beso enorme.
Malu.
Tú sólo puedes ser un hada de las buenas, Malu. Cierra los ojos, date un golpe de varita, y pica el billete, que ya estás a bordo del tranvía de las mil y una historias.
EliminarBúscame cuando llegues a Oz e iremos juntas a ver qué careto tiene el mago dichoso.
Abrazos de pulpo gigante.