En el laberinto del jardín de Escher (Relatos circulares III)
Izquierda, derecha.
Un abrigo. Hace frío.
Izquierda, izquierda.
Una botella. Luego me emborracharé.
Derecha, izquierda. Un pastel, ¿van veinte años?
Derecha, derecha. Una puerta. ¡Abierta!
Un joven dolorosamente similar a mis recuerdos traspasando el umbral hacia un juego perverso. Oculto, prefiero la libertad a darme la advertencia que nunca recibí.
Un abrigo. Hace frío.
Izquierda, izquierda.
Una botella. Luego me emborracharé.
Derecha, izquierda. Un pastel, ¿van veinte años?
Derecha, derecha. Una puerta. ¡Abierta!
Un joven dolorosamente similar a mis recuerdos traspasando el umbral hacia un juego perverso. Oculto, prefiero la libertad a darme la advertencia que nunca recibí.
Parece de lo más apropiado que le dediques este tercer relato de tu serie circular a Escher (creo que le mencioné en el comentario de tu entrega anterior). Si lo interpreto bien, tu protagonista retrocede encontrándose a sí mismo en lo que en hipótesis científica se llama paradoja en el tiempo. Seguramente conozcas una buena novela de Asimov sobre este tema: "El fin de la eternidad".
ResponderEliminarInteresante y no exento de intriga, Jean
Un abrazo
Hola Ángel, un poco atrasado pero si, toda la razón con Escher que era infaltable en esta trilogía. Cuando lo mencionaste evite responder al respecto, pues ya tenia definido a Escher como tema y no quería arruinar la sorpresa.
EliminarEl fin de la Eternidad es mi novela favorita de viajes temporales, desde Terminator a Volver al Futuro están influenciadas por esa gran novela de la época de oro de Asimov y de la CF en general.
Un enorme saludo Ángel.
De «Terminator» a «Back to the future» en varias casillas. Sólo espero que tu protagonista no 'mate a su abuelo', Jean. Ja, ja, ja.
ResponderEliminarIncreíble serie, amigo.
Un gran abrazo y recuerda que al final sólo quedan los principios.
Saludos
VicentetneciV
Jajaja, gracias Vic Ente, seguiré tu consejo y evitare que mate a su abuelo, o que pise alguna mariposa, jajaja.
EliminarSaludos!!!
Inverosímil y bello este relato en el que el protagonista se encuentra observándose a Sí mismo cuando era más joven. Un abrazo, Jean.
ResponderEliminarGracias Carmen por comentar,tengo pendiente 2 meses de comentarios en 50 palabras... así que me pondré al día.
EliminarSaludos.
Como los de Escher, un laberinto inverosímil en el tiempo que nos deja una reflexión, "la libertad es un bien tan preciado que nos permite equivocarnos, pero siempre bajo nuestro libre albedrío". He vuelto a releer tu trilogía circular y me ha parecido interesantísima. Enhorabuena, Jean. Un abrazo.
ResponderEliminarMe alegro que te gustara la trilogía Salvador, puse mucho cariño y pensamiento en ella, en las noches chorreaban las neuronas por mi oreja.
EliminarSaludos.
Jean, tu protagonista se ve atrapado en el laberinto de su vida y no puede encontrar la salida que le lleve a la libertad.
ResponderEliminarBesos
Hola Pilar, bien dicho...
EliminarSaludos y gracias por comentar y mis disculpas por la tardanza en responder.
Aparte del juego de paradojas a que invita tu historia, veo una importante reflexión sobre la propia libertad, preferible para el protagonista aunque esta sea para equivocarse.
ResponderEliminarMuy buen relato, Jean.
Saludos.
Ciertamente nuestra propia y limitada libertad condicionada nos hace actuar de la mismo forma siempre. Seguimos un molde que apenas nos permite movernos unos centímetros adelante, atrás y a los lados, y a eso llamamos libertad. En el caso del protagonista, su libertad le sirve para equivocarse y repetir su vida nuevamente.
EliminarSaludos Enrique y gracias por comentar.
Realmente laberíntica tu trilogía, amigo Jean, y sobre todo por acabar en el jardín de Escher –si es que acaba-, maestro del dibujo, de las perplejidades y de las paradojas.
ResponderEliminarMuchas veces me he preguntado cómo nos sentiríamos de poder vernos a nosotros mismos en el pasado. Cómo sería hablar con la persona que fuimos hace diez, veinte o más años. Me he imaginado lo que sería levantarnos una mañana, salir a la calle, y que el tiempo hubiese retrocedido, que ese edificio que demolieron estuviese en pie, que la fábrica desaparecida apareciese ante nuestros ojos, que viésemos venir a un ser querido que está muerto.
Experiencias realmente peligrosas y desestabilizadoras que el narrador de tu microcuento, con buen criterio, prefiere evitar.
Porque pensar en esas posibilidades genera un mareante vértigo, pues uno comprende que estamos colgados como un ángel de Navidad en un belén, entre el tiempo eterno y el espacio infinito.
Mi enhorabuena, Jean, por tu original y fantástica –en todos los sentidos- trilogía. Un abrazo.
Totalmente de acuerdo con tus comentarios Enrique. Al respecto hay un libro muy interesante llamado La Extraña Vida de Iván Osokin del ruso Ouspensky que trata precisamente lo que tu comentas.
EliminarGracias por tus palabras que valoro profundamente y un gran saludo.
Muy interesante la serie, Jean, supongo que tu protagonista se encuentra consigo mismo en el pasado y, teniendo la oportunidad de avisarse de lo que pasará en el futuro, decide no hacerlo. Felicidades y un saludo.
ResponderEliminarHola Matrioska, es exacto como dices.
EliminarUn gran saludo para ti y gracias por comentar.
Conseguir ilusiones ópticas con palabras solo está a tu alcance, mi querido Jean.
ResponderEliminarMis saludos desde la esquina inferior del círculo.
Gracias Margarita, te mando un abrazo y beso desde mi futuro (28/05/2016) a tu pasado (26/3/2016).
EliminarAh, y qué mejor final para la serie circular que la de la imposibilidad hecha posible.
ResponderEliminarLas palabras tienen magia, claro que sí, Jean, y tus relatos son la mejor muestra.
Saludos cordiales.
Gracias Carles, de verdad que agradezco tus elogiantes palabras.
EliminarUn abrazo y mis disculpas por responder tan tarde.
Saludos.