Una solitaria lágrima
Andando vislumbré en el panorama una torre que se alzaba alta hacia el cielo.
Volteé la cabeza y pude ver una ventana.
Mi corazón se encontraba en desasosiego. De la ventana se asomó una bella dama; derramó una solitaria lágrima.
Aquella lágrima renovó mi vida pero trajo consigo una daga.
Mi corazón se encontraba en desasosiego. De la ventana se asomó una bella dama; derramó una solitaria lágrima.
Aquella lágrima renovó mi vida pero trajo consigo una daga.
Precioso. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarMuchas gracias por dar lectura.
EliminarPrecioso comienzo para un extraordinario final, que me ha evocado un sinfín de situaciones y desenlaces.
ResponderEliminarUn placer leerlo, Ricardo.
Muchas gracias, tus palabras siempre se ajustan para cada comentario, que es un elogio el hecho que des lectura a uno de mis relatos.
EliminarEsa lágrima puede suponer un principio para el protagonista, por eso habla de renovación de vida, pero al mismo tiempo también una causa de desdicha, de ahí esa daga. No todos los asuntos del corazón son placenteros, algunos traen grandes sufrimientos, y todo puede comenzar con un detalle tan aparentemente nimio como un poco de líquido nacido en un lacrimal.
ResponderEliminarUn saludo, Ricardo
Gracias por dar lectura y tus palabras, Ángel. Creo que tu visión hacia estas letras son claras, hiciste una descomposición de todo ángulo posible de observación. Bien también la vida es una sumatoria de actos y de cotidianidad.
EliminarUna lágrima brilla como el filo de una daga contra el sol. Un relato con una gran carga dramática, operístico, diría yo.
ResponderEliminarMuy bueno, Ricardo.
Vicente
Que gusto me da que esta lágrima pudo tener lectura contigo Vicente. el dramatismo de una lágrima que caé y renueva, pero que corta en su caída. Tienes toda la razón.
EliminarUn abrazo, Vicente.
Una única lágrima se le clavó en el corazón como una daga y le hizo volver a sentir.
ResponderEliminarBuen relato Ricardo.
Un abrazo.
Un lágrima, que siempre tiene cierta carga de emoción, un líquido que muchas veces renueva y también hiere.
EliminarGracias por leer, Javier.
Ricardo, hay veces que para recobrar el sosiego viene muy bien una buena lágrima. En este caso le devolvió la calma, y produjo un cambio en su vida, aunque al mismo tiempo esto le causó dolor.
ResponderEliminarLo has contado muy bello.
Me ha gustado.
Besos
La vida es así, ese contraste: crisol de emociones donde convive el dolor, la felicidad y todas las emociones.
EliminarPilar, gracias por tus palabras y tu lectura.
Ay, el amor, que lo mismo te renueva como que acaba contigo. Me gusta cómo nos lo cuentas, Ricardo. Un saludo.
ResponderEliminarGracias por acompañar en la lectura.
EliminarQué bonita imagen la de esa lágrima convertida en daga; y qué personaje más chulo, el de este amante desdichada y felizmente enamorado.
ResponderEliminarSuerte, Ricardo.
Gracias por generar esa imagen con tan simples palabras.
EliminarAl protagonista le salvó una lágrima que a la vez fue su perdición. Supongo que la daga está utilizada como una figura retórica.
ResponderEliminarEs mi bonito tu relato y cargado de emoción.
Un beso
El amor nos embelesa, nos fascina y nos hiere. Una lágrima emitida por el deseo y la esperanza.
EliminarGracias Olga por tus palabras.
Una sola lágrima bastó para enamorarle y también para renovarle, pero lo que no debió ver es que venía acompañada por una daga. Mucho dolor le debió traer esa lágrima a posteriori. Me gustaría saber cómo continúa. Aunque creo que no muy bien...
ResponderEliminarMuy poético Ricardo, un beso.
Malu.
Mejor aun, que la lágrima se acompañe de tu lectura.
EliminarGracias.
Otro que se me ha pasado comentar. Un cincuenta hecho cuento de hadas con un final sorprendente.
ResponderEliminarUn abrazo, Ricardo y perdón por el retraso.
Gracias por leer.
ResponderEliminarUn abrazo, Pablo.