Una rara avis
Era un hombre de pocas palabras, las justas para un hombre de palabra. Era un hombre de grandes silencios, que aprovechaba para coger al vuelo las palabras que se lleva el viento. Un mal día, asfixiado por la verborrea ambiental, hizo mutis por el foro. Jamás hubo silencio tan elocuente.
Irónicamente, siendo el silencio el protagonista de este relato, el texto transmite un gran sonoridad y viveza. Después de leerlo dan ganas de callar, de desconectarse, de ser tan elocuente con el mundo como esta rara avis.
ResponderEliminarExcelente, Javier.
Un saludo afectuoso.
Estamos rodeados de un exceso de locuacidad, que hace que palabras y mensajes terminen por no valer nada. Es de agradecer que algunas personas sepan comunicarse de manera justa y eficaz. Personalmente, trato de evitar a los primeros, aunque no es fácil, son demasiados y su siembra constante.
ResponderEliminarUn saludo, Javier
Original relato Javier, yo soy de pocas palabras y entiendo a la perfección lo que nos cuentas, y al leerte se me ocurre el dicho de "lo bueno si breve dos veces bueno", Y como tu dices en ocasiones hay silencios que dicen más que mil palabras.
ResponderEliminarBuen relato Javier, me ha gustado.
Un abraxo.
Es tan importante el silencio como las palabras, pero saber hacerlo/colocarlo (el silencio), no es fácil o si no, que se lo pregunten a los músicos.
ResponderEliminarMe ha gustado Javier.
Un abrazo
Entre el silencio y la verborrea hay muchos grados, pero cuando una persona sabe administrar y adecuar sus palabras a las situaciones, me parece del todo admirable. Como admirable es tu micro, Javier. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarUn abrazo.
Javier, cada frase de tu microcuento exige una profunda reflexión, lleva adherida una enseñanza y juega magistralmente con la polisemia y con esas frases hechas que no por manidas dejan, a veces, de encerrar grandes verdades.
ResponderEliminarAparte de eso, manifiesta una gran crítica a estos tiempos verborreicos, de gallineros alborotados en los que nadie escucha y todos despotrican a la vez, en los que cada cual sólo quiere tener razón y no acercarse lo más posible a la verdad con las aportaciones que puedan hacer los demás.
Así que ese mutis por el foro que hace tu personaje debería hacer reflexionar a tanto personajillo que, sin tener nada que decir, no calla ni, como suele decirse, bajo el agua. Pero mucho me temo que no van a aprender esa lección ni ninguna otra.
Mis aplausos y un abrazo.
Suscribo todas y cada una de las palabras de Enrique (con su permiso). Lo he leído varias veces porque dices tanto con tan poco que no hay que perderse ni una letra. Ni un silencio.
ResponderEliminarFelicidades, Javier, y un saludo.
¡Magnífico! No puedo más que felicitarte, Javier, por este fantástico micro. Un saludo.
ResponderEliminarCuando las palabras callan habla la actitud, que es el lenguaje del silencio. Palabra y silencio están perfectamente encajados en este relato, como en un puzzle que no quisieras nunca desencajar.
ResponderEliminarMagnífico micro, Javier. Enhorabuena.
Un saludo.
Javier, me ha gustado mucho como has jugado con las palabras y el silencio.
ResponderEliminarEstupendo micro.
Besos
No hay nada como el silencio bien entendido. Estupendo el relato. Un beso.
ResponderEliminarHizo bien. Para lo que hay que oír... Buen relato, Javier.
ResponderEliminarOs doy las gracias por vuestros comentarios.
ResponderEliminarEstoy probando con el móvil a ver si consigo coger práctica para poder hacer comentarios.
Saludos.
Javier Igarreta