Cómplice sin quererlo
Sintió cómo la cuerda le abrazaba y se enrollaba a su tronco astillado, sentía cómo le oprimía; de repente sintió el golpe de la cuerda tensándose, el pataleo duró poco.
Llegó la calma y la culpa por no poder detener ese acto grotesco; pero sabía que solo era una viga.
Llegó la calma y la culpa por no poder detener ese acto grotesco; pero sabía que solo era una viga.
Me ha parecido muy bueno tu relato, llevándonos, sabiamente, por un camino distinto al que finalmente resulta ser. Un saludo y suerte, Rubén José.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras Jesús, saludos y abrazos.
EliminarRubén, nos has contado como una persona se ahorcaba, peo desde el punto de vista de la viga, dándole una personalidad, que incluso llega a sentirse mal por no poder evitarlo. Me gusta mucho el título que has puesto.
ResponderEliminarBuen relato, Rubén.
Un abrazo.
Muchas gracias Javier por tu comentario.
EliminarUn abrazo.
Ayer comenté tu relato, pero veo que olvidé publicarlo, así que te diré que quedé sorprendido por el punto de vista que le has dado. Me costó asumir que era la propia viga quien relataba el suceso. También me ha gustado la temática tocando la sinrazón de la pena de muerte. Saludos, Rubén.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario Manuel, me alegro que te sorprendiera. Saludos.
EliminarEs genial!...En absoluto esperas ese final de la viga protagonista.
ResponderEliminarFelicidades.
Muchas gracias por tu comentario Galilea.
EliminarRuben, muy buen relato en el que nos describes un suicidio por ahorcamiento, narrado por la viga de madera.
ResponderEliminarMuy original y bien contado.
Besos
Muchas gracias por tus palabras Pilar. Saludos.
EliminarMe ha gustado mucho, Rubén. Buena preparación hacia el final sorpresivo. Te felicito por el tema y por el modo de presentarlo.
ResponderEliminarBesos.
Muchas gracias por tus palabras María José. Saludos.
EliminarCómplice muy a su pesar.
ResponderEliminarBien contado Rubén.
Malu.
Muchas gracias Malu por tu comentario.
EliminarNos has hecho vivir el último momento tenso y terrible de quien decide ahorcarse. Después del hecho, el sentimiento de culpa aparece en la viga, por no haberlo podido evitar.
ResponderEliminarUna buena forma de estructurar el relato.
Suerte, Rubén
Muchas gracias por tus palabras María Jesús. Saludos.
EliminarCurioso (y sutil): una viga con sentimientos.
ResponderEliminarEnhorabuena por el micro, Rubén. Saludos
Muchas gracias por tus palabras Plácido. Saludos.
EliminarEl lector puede intuir desde el principio sobre qué trata este magnífico cincuenta, pero no será hasta el final cuando descubra desde qué punto de vista se nos narra esta historia que bien podría ser un suicidio (casi seguro) o la aplicación de la pena capital (menos probable porque no vemos indicios de que exista patíbulo o cadalso). Esa original mirada se incrementa aún más cuando, además, das sentimiento de culpabilidad a algo inanimado. Tal sentimiento quisiera verlo como una crítica hacia aquellos que creen en la pena de muerte, que se vuelven más insensibles que esos objetos sin vida que se emplean para su aplicación.
ResponderEliminarBuen relato, muy bien escrito, Rubén.
Enhorabuena y mucha suerte.
Muchas gracias por tu comentario José Antonio me alegro que te haya gustado. Saludos.
EliminarMuy sutil.
ResponderEliminarMuchas gracias Maite. Saludos.
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