Crisis existencial

De pequeño le inculcaron ayudar al prójimo. Años después, procuraba seguir el ejemplo de sus progenitores y, con el tiempo, convirtió esa ayuda desinteresada en el propósito de su vida. Las dudas le asaltaron en aquel paso de cebra bajo una lluvia de bastonazos que amenazaba con renovarle los tatuajes.
Escrito por FNR

16 comentarios :

  1. Antes de ayudar hay que asegurarse de que se admite la ayuda o que el ayudado no tenga esquemas preconcebidos sobre lo que es una persona de bien que se presta a los demás. ¿Dónde está escrito que los tatuados sean juiciosos, caritativos, solidarios...?
    Buenísima la situación y la narración, que después de un estado de beatitud casi absoluta, rompe para arrancarnos unas risas de la mano de la ironía.
    Si decides ser bueno, ya sabes, que te sepan bien los palos.
    Buenísimo, Fina. Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Comparto la visión de Manuel: no todo el mundo quiere ser ayudado y el ayudado puede tener unos estereotipos que le hagan tener coraje al ser ayudado por una persona con tatuajes. Humildad no solo es saber prestarse a ayudar sino también saber dejarse ayudar. Sea como sea, un grupo de desalmados, como el que agreden a bastonazos al que pretendía ayudar, no debería de hacerle tambalear ni dudar de esos valores tan generosos. Felicidades por el micro.

    ResponderEliminar
  3. Ya sabemos que el hábito no hace al monje, pero hay personas con ideas preconcebidas a quienes les cuesta asumir que alguien con una imagen que consideran hostil lo que pretende es ayudar cuando se les acerca. Es comprensible la crisis existencial del protagonista. La imagen no es más importante que los hechos, pero condiciona y puede crear estas paradojas, que tan bien has reflejado en esas 50 palabras
    Un saludo, Fina

    ResponderEliminar
  4. Fina, en ocasiones solo nos fijamos en las apariencias y eso le ha pasado a tu protagonista, él ha actuado de buena fe, tal como le han enseñado, pero al ver su aspecto...
    Bueno y reflexivo relato, Fina.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  5. Un relato que nos hace pensar, más allá de los canónes establecidos.
    Con esta meditación, terminaré el día.
    Besito virtual, Fina

    ResponderEliminar
  6. Las apariencias son la superficie... Hablan, pero no siempre cuentan la verdad de las cosas. El de los bastonazos no busca la verdad, sólo bebe de sus prejuicios una y otra vez, incapaz de profundizar. Seguramente su apariencia, tampoco le hace justicia...
    Muy bueno. Felicidades por tu micro.

    ResponderEliminar
  7. ¿No has oído el dicho: "además de burro, apaleado"? Eso podía pensar el buen hombre y es muy comprensible que le asalten las dudas existenciales. Buen relato, Fina.
    Besos.

    ResponderEliminar
  8. ¡Ay, pobre! No me extraña que tenga una crisis existencial...
    Hay personas muy desagradecidas en esta vida y enérgicas, a pesar de usar bastones...
    Nos dejas un micro muy reflexivo este mes... sigo dando vueltas al tema.
    Un beso grande, Fina.
    Malu.

    ResponderEliminar

  9. Claro, el problema es cuando el prójimo no quiere ser ayudado. Uno intenta ser autosuficiente en todo semáforo que se le ponga por delante y, repentinamente, se le presenta un tipo con ínfulas de superhéroe que bien merecido tiene salir escaldado. Si quiere ayudar, que se ofrezca a desbrozar el monte. Que se acerca el verano.
    Un relato muy divertido Fina. Enhorabuena.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  10. Hay gente que no tiene aspecto de querer ayudar al prójimo, sino todo lo contrario.
    Divertido micro, Fina. Saludos

    ResponderEliminar
  11. Sea usted bueno para esto. Está claro que la imagen es importante pero, en demasiadas ocasiones, engañosa. Cúantos se aprovechan de sus hermosos y ricos trajes para fastidir al prójimo. Un saludo y suerte, Fina.

    ResponderEliminar
  12. ¡Fina ironía la tuya, Fina! (Me perdonas el juego de palabras ;)).
    Si es que está claro: en tu relato, la solidaridad está muy mal entendida, entre otras cosas porque los prejuicios pueden más que la buena voluntad de quien quiere practicarla. ¿Quién quiere ser ayudado por alguien que lleva tatuajes (si encima usa "piercings" o pelos de color, ya entonces ni te cuento)? Y claro, toda una vida pensando en los demás y a la primera que te descuidas te majan a palos. Detrás del dolor corporal seguro que vendrá esa crisis existencial, ese dolor espiritual, que da título a tu historia.
    Enhorabuena por tu historia que a pesar de lo que nos cuentas, una situación extraña y ciertamente bochornosa, eres capaz de sacarnos una leve sonrisilla.
    En tu caso, porque ya nos conocemos, está claro que nos vamos a seguir leyendo.
    Un beso, amiga.

    ResponderEliminar
  13. Gracias a todos por vuestros comentarios. Lo ideal sería que los prejuicios no pesaran tanto ni tan siquiera en una primera impresión.
    Besos, chicos.

    ResponderEliminar
  14. Hola Fina, que divertido relato, iba a decir que el protagonista siempre sufrirá de lo mismo, ya que los ancianos suelen ser muy prejuiciosos, pero a riesgo de ser acusado de prejuicio (o de anciano), mejor me quedo callado.
    Un beso fina y felicitaciones.

    ResponderEliminar
  15. Aparte de lo acertado de tu enfoque sobre el tema, lo que más me gusta es el encuentro entre esas dos personas que nos cuentas o , mejor dicho, nos haces imaginar con solo unos datos.
    Muy bueno, Fina.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  16. Muchas gracias, @Jean y Enrique, por hacerme saber vuestras impresiones sobre el relato.
    Besos.

    ResponderEliminar

Si no tienes cuenta, elige "Nombre/URL" en lugar de "Anónimo". ¡Gracias!