El viaje
De la oscuridad uterina, al oscuro habitáculo de ruedas férreas, enjambre racial, sin alimentos ni agua.
Del patrón de la normalidad a la alteración genética, psíquica y facial.
De los gemidos en los brazos maternales de Ruth, a los gemidos del fuego incinerador de aquel Campo, fertilizado con abono humano.
Del patrón de la normalidad a la alteración genética, psíquica y facial.
De los gemidos en los brazos maternales de Ruth, a los gemidos del fuego incinerador de aquel Campo, fertilizado con abono humano.
Nos has llevado en un viaje aterrador, al infierno más cruel. Un recién nacido judío que sin llegar a ver la luz del día, termina como ceniza de los hornos crematorios abonando los campos.
ResponderEliminarSobrecoge el sostenido tono apocalíptico del relato que nos hace partícipes, con espanto, de cada una de las estaciones de este viaje sin retorno al horror.
Cuesta,cómo no, aceptar como humanos a quienes perpetraron hechos como el que narras.
Los pelos como escarpias, Mª Jesús.Saludos.
Sí, y además un pequeño Dawn.
EliminarGracias, Manuel
María Jesús, contundente relato, llega hondo, hace sentir la bestialidad del ser humano. Tus palabras nos transmiten esas imágenes del holocausto.
ResponderEliminarEse vagón ocuro, repleto de seres humanos tratados como animales. Esos gemidos, que pasan de los brazos maternos al horno crematorio. Y tu última frase es demodelora.
María Jesús, solo deseo que este viaje que narras no se vuelva jamás a repetir.
Muy buen relato, María Jesús.
Besos.
Crucemos los dedos, pero la bestia siempre se esconde en el ser humano y si nos empeñamos, acaba surgiendo.
EliminarMil Gracias.
Tu relato solo tiene una cosa que no me gusta: que esté basado en hechos reales. Es espeluznante este viaje en tres etapas, pero es necesario. Estoy viendo ahora mismo en la tele a un esbirro de Trump diciendo que Hitler no usó armas químicas contra su gente... Hay que recordar la historia para que, si vuelvan a darse hechos tan atroces, seamos capaces de reaccionar. Y tu extraordinario y sobrio relato es un recordatorio imprescindible.
ResponderEliminarBravo, María Jesús.
Armas quimícas no, pero un gas letal, de lo más eficiente.
EliminarGracias, amiga por gastar tu vista en mis letras.
De un viaje natural, que todos compartimos, a otro impuesto por semejantes implacables, que no han permitido que esa criatura tenga ni la más mínima oportunidad. Salvajadas que nunca tendrían que haber sucedido, que no podemos garantizar que no se vuelvan a repetir, con ese detalle o con otro.
ResponderEliminarUn relato para no olvidar que existe en este planeta una especie de seres inteligentes, capaces de lo mejor y de lo peor, cuya evolución a veces es involución y parecen condenados a caminar siempre, en ese viaje a través del tiempo, en un precario e incierto equilibrio.
Un abrazo, María Jesús
Gracias por tu certero comentario, brillante como siempre, Ángel
EliminarUn saludo
¡Dios mío, Mª Jesús, qué relatazo te has marcado!
ResponderEliminarDe los más duros que he leído en Cincuenta Palabras y lo más triste es que son hechos reales.
Enhorabuena, este mes triunfas, seguro.
Un beso.
Malu.
Agradezo mucho tus halagadoras palabras. Sólo he copiado un trocito de realidad. No creo que sea suficiente para el triunfo.
EliminarUn besito cariñoso, Malu
Impresionante lo que nos cuentas y haces ver y, también, como arrojas esas palabras tristes, pero certeras, sobre el papel. Me ha encantado en su desesperanzada dureza. Suerte y saludos, María Jesús.
ResponderEliminarAgradecida de verdad, tocayo.
EliminarSaludos cordiales.
El horror del Holocausto vivido por un recién nacido, que apenas tiene la oportunidad de ver la luz, nos conmueve en lo más hondo. La extrema crueldad de los campos de exterminio nazis muestran lo peor de la condición humana. Nunca dejemos de recordarlo, para evitar que se repita, para no ser cómplices con nuestro silencio.
ResponderEliminarUn relato durísimo y bien planteado, María Jesús. Un beso.
Muchas gracias, Carmen. La vida es así de dura, aunque a veces tratemos de endulzarla con almibares empalagosos.
EliminarUn besito virtual.
M . Jesús, un relato brutal, en el que nos describes el terrible holocausto del pueblo judío, a través del viaje de un niño desde el útero de su madre hasta ser abono de los campos de concentración nazis.
ResponderEliminarImpresionante. Me pongo en pie para aplaudirte.
Besos.
Gracias, amiga. Tus palabras me elevan.
EliminarUn besito virtual.
Tremendo y descarnado relato,maravillosamente escrito,como siempre por esta estupenda,autora.
ResponderEliminarSiempre agradecida, a las palabras de un erudito profesional de la letra impresa.
EliminarBesitos virtuales.
Desgarrador, Maria Jesús. Cuesta trabajo imaginar tanto horror, pero tú lo has presentado de forma sublime, a través de esos viajes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias por leerme, aunque la historia sea desgarradora.
EliminarUn besito virtual, Asun
Terrible. He notado un golpe en el corazón, al leerlo (totalmente cierto lo que te digo). Muy bien escrito. ¡Enhorabuena, María Jesús!
ResponderEliminarBesos.
Espero que el golpe haya sido pasajero.
EliminarMil gracias por tu opinión.
Besito virtual, María José
¡Qué micro más aterrador! Describes muy bien al ser humano, que es capaz de lo mejor y de lo peor.
ResponderEliminarSaludos, María Jesús
Saludos también para ti, Plácido.
ResponderEliminarUna narración demoledora de uno de los muchos infiernos que el hombre es capaz de engendrar sobre la tierra.
ResponderEliminarImpresionante. Enhorabuena.
Un fuerte abrazo.
Los infiernos están sobre la tierra, desgraciadamente, adoptando diversas formas en cada época, y momento.
EliminarEl ser humano es así
Tremendo viaje el que nos describes con magistral estilo, María Jesús. Judío y síndrome Down, nacido en una época de nuestra reciente historia que difícilmente podemos olvidar y mucho menos negar (aunque algunos lo intentan una vez y otra), dos papeletas vitales que ya marcan esa criatura para terminar incinerada cuando apenas ha vivido.
ResponderEliminarEnhorabuena por tu desgarrador cincuenta que nos estremece y a la vez se hace obligatorio que lo leamos, porque no podemos ignorar que esos crímenes existieron y que no estamos en condiciones de afirmar taxativamente que no vayan a volver a repetirse (ya se repiten, de diferentes formas, porque el ser humano sabe innovar a la hora de odiarse entre sí).
Nos seguimos leyendo, amiga, aunque sea con estos textos tan duros como necesarios.
Un abrazo.
Gracias, José Antonio por tu análisis y buenas palabras para el micro.
EliminarSaludos y un abrazo virtual.
Ya te lo han dicho todo, !tremendo! digo yo.
ResponderEliminarAgradezco tu observación.
EliminarUn besito virtual, Maite
Hola María, que buen relato te has mandado, no dudo si lo veo ganar la final del mes. Me ha recordado un poco a Matrix.
ResponderEliminarUn beso enorme.
EliminarAgradezco mucho tu halagador comentario, Jean
Un besito virtual
Una original perspectiva con la que pones el foco en uno de los innumerables y terribles aspectos de la quizá mayor monstruosidad cometida por el género humano en toda su historia.
ResponderEliminarMagnífico, María Jesús.
Un abrazo.
Gracias, Enrique.
EliminarTus comentarios son una enseñanza para mí.
Otro abrazo para ti.
Magistralmente contado este viaje sin retorno a través del horror. Enhorabuena, María Jesús. Un abrazo.
ResponderEliminarMil gracias, Juana, por el empleo de tu tiempo en leerme.
ResponderEliminarUn besito virtual