Estrellas fugaces
Noche estrellada. Tendida en la hierba, con cada estela rememora aquel amor primero de palabras nuevas y besos recién inventados, cuando inauguraban el mundo y podían rozar el horizonte con las yemas de los dedos.
Hace tiempo que la bóveda celeste se curva y se le aleja a cada paso.
Hace tiempo que la bóveda celeste se curva y se le aleja a cada paso.
Carmen, poético relato, estos amores que uno recuerda, que son difíciles de olvidar, pero que como muchas cosas en la vida pasan.
ResponderEliminarLo has escrito de forma excelente, me encanta ese "inagurar el mundo" o "rozar el horizonte con la yema de los dedos" expresan de tal forma ese instante en el que gracias al amor uno se siente capaz de todo.
Y tu frase final es única, expresa de tal manera el fin de ese amor, ese alejarse, ese curvarse el cielo, y ya no poderlo acariciar con la yema de los dedos.
Y un título, que para mí indica que hay que atrapar esas estrellas y no dejarlas escapar, la vida son instantes.
Carmen, un relato que es puro sentimiento, me ha gustado mucho.
Besos.
Muchas gracias, Javier. Me alegro de que te haya gustado. Se trata del primer amor, en el que los enamorados se sienten los descubridores de este sentimiento. Todo es nuevo para ellos, hasta el punto de creer que lo inauguran. Con el paso del tiempo, llegarán otras estrellas, quizá también fugaces, pero ya no alcanzarán la novedosa experiencia de la primera.
EliminarBesos.
Qué bonito, Carmen. Al leerlo he sentido la humedad de la hierba bajo mi cuerpo, he visto las estrellas que siguen brillando aun con los ojos cerrados y he recordado que las estrellas fugaces están dónde uno las guardó. Es uno de esos relatos que se recuerdan para siempre.
ResponderEliminar¡Grande, amiga!
Cuánto me alegro de haber provocado en ti tan hermosas sensaciones. ¿Tienes un lugar secreto para guardar estrellas? De ti no me extraña. Algún día me contarás cómo hacerme con uno. De momento, voy tirando del hilo de la memoria.
EliminarMuchas gracias por tus palabras, Patricia. Besos.
La ley universal del amor nos afecta a todos. Cierto que nada como el amor primero, pero cierto y verdad también que cada nuevo amor de verdad enciende la dicha del amor primero. Eso sí, inexorable, el tiempo va labrando sus gradientes y como dice Neruda, nosotros los de entonces, ya no somos los mismos.
ResponderEliminarUn bello relato, cuidado con mimo en sus expresiones y conducido de manera preciosa basándote en la metáfora celeste como expresión del universo pleno del amor. La frase final me resulta antológica como expansión irremediable de lo que anuncia su fin.
Tus palabras se posan en el alero del alma como palomas dichosas que remansan su vuelo.
Besos, Carmen.
Manuel, en tu comentario analizas con acierto la metáfora principal del relato, la que lo sustenta. Pero no son menos poéticas tus palabras, esas palomas que se posan en el alero del alma. Me place que hayan volado hasta ahí.
EliminarMuchas gracias por tan bello comentario. Besos.
Carmen, relacionar las estrellas fugaces con el primer amor me parece muy poético y acertado.
ResponderEliminar"Palabras nuevas", "besos recién inventados", "ignauguraban el mundo", "rozar el horizonte"...¡qué sensaciones tan bien expresadas!
Lo cierto es que estas fases de amor son fugaces, no son eternas y, como dices, se alejan a cada paso.
Un 50 lleno de pasión, juventud y dulzura...¡felicidades!
Muchas gracias, Enrique. Si he conseguido transmitir la dulzura y la pasión de un amor juvenil, ya me doy por satisfecha. Ya vendrán en la madurez amores plenos y, con suerte, más duraderos.
EliminarUn abrazo.
Un recuerdo vital, que nunca se olvida, el primer amor, el primer beso.
ResponderEliminarRememorarlo con el tiempo, con la vista en las estrellas, despierta el sentimiento tierno y poético, con el que nos has regalado este relato.
Suerte y un abrazo, Carmen
Todos tenemos almacenadas en la memoria las sensaciones que provocó en nosotros el primer amor. No he pretendido ser nostálgica, sino iluminar esa vivencia.
EliminarMuchas gracias, María Jesús. Un abrazo.
Correspondido o no, mantenido en el tiempo o efímero, sólo puede haber un primer amor. Luego quizá vengan otros, pero nunca será el mismo ni tendrá esa magia primigenia. Las palabras nuevas y los besos recién inventados sirven de cimiento de una construcción que, en realidad, siempre está en el aire, aunque en esos momentos iniciales la sintamos eterna.
ResponderEliminarUna hermosa reflexión, cuya lectura se disfruta, sobre las ilusiones perdidas y lo efímero que es todo, nosotros y nuestras vivencias, detalles pasajeros y fugaces en un universo en constante cambio.
Un abrazo grande, Carmen
Defines bien con esa magia primigenia la vivencia del primer amor. Como las estrellas que la protagonista contempla, será un amor fugaz, pero siempre le quedará el recuerdo de esa plenitud vivida por vez primera, cuando su dicha le permitía alcanzar el horizonte.
EliminarVendrán otros amores pero serán más realistas, más enraizados en la tierra, como árboles frondosos. Y aquí cambiaríamos las imágenes poéticas.
Muchas gracias, Ángel. Un abrazo enorme.
Carmen, me has dado en el clavo, pocas cosas pueden gustarme más que una noche estrellada con estrellas fugaces, valga la redundancia de estos astros celestes, nunca me parecen suficientes.
ResponderEliminarGracias por regalarnos está delicia, que se saborea más en sucesivas lecturas. ¿Qué sería de nosotros sin amores primeros de palabras nuevas o besos recién inventados? ¡Qué levante la mano quien no haya intentado inventar el mundo y rozar el horizonte con la yema de los dedos! Maravilloso, de verdad.
Solamente añadiré una cosita y es pedir un deseo, que la bóveda celeste no se curve y no se le aleja a cada paso. Vale, ya sé que son dos, pero puedo, ¿verdad?
Enhorabuena, querida poeta.
Un beso grande.
Malu.
Veo que coincidimos en el placer de contemplar las noches estrelladas. Y, como bien dices, todos hemos vivido la dicha amorosa de inventar un mundo y rozar el cielo.
EliminarVamos a concederle un deseo a la protagonista, o dos, que también es el tuyo. Pídelo con fuerza cuando cruce el cielo una estrella fugaz.
Muy bonito tu comentario, Malu. Muchas gracias. Un beso enorme.
Melancólico y precioso texto el que nos regalas. Algunos dicen que no se debe vivir de recuerdos, pero, a otros, el recuerdo les dá la vida. Tu protagonista, al menos, ha amado y ha sido amada. Muchos no han tenido esa dicha. Me ha gustado, Carmen. Un saludo y suerte.
ResponderEliminarNo hay mayor desdicha que no amar, mayor que la de no ser correspondido. Quiero creer que habrá pocas personas que no hayan vivido la experiencia del amor primero. Y en su especificidad me he querido centrar. No he pretendido darle un tono nostálgico, aunque quizá lo tenga. Pero hay recuerdos hermosos que siempre nos acompañan.
EliminarMuchas gracias, Jesús. Un saludo.
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EliminarCarmen, pueden haber muchos amores a lo largo de nuestra vida, pero el que nunca se olvida es el primero. Ese descubrir el amor y esos sentimientos tan grandes e intensos, que nos hacen tocar el cielo con la yema de los dedos.
ResponderEliminarPrecioso micro, amiga. Maravilloso y poético. Has despertado aquellos recuerdos que me han hecho sonreír. Por ello te doy las gracias y un gran aplauso.
Besos apretados.
El primer amor no se olvida porque es un descubrimiento, una revelación. Quizá no es el amor de una vida, el que nos ofrece la compañía para este viaje que es la vida. Pero me atraía la idea de revivirlo por lo que tiene de ingenuidad y de magia.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, amiga. Y muchos besos.
Esas estelas que dejan en la noche las estrellas fugaces son una metáfora de la vida entera, de sus rápidas estaciones que sólo podemos ver desde un tren que nunca se detiene, y cuando lo hace es para dejarnos no se sabe dónde, pues creencias hay muchas al respecto, pero certezas ninguna.
ResponderEliminarAsí, la protagonista de tu microcuento, en esa noche estrellada que imagino veraniega o, cuando menos, primaveral, tendida en la hierba, rememora su primer amor; el cual, a veces, se convierte en el amor de toda la vida, aunque la mayoría de esos primeros amores se pierden y quedan alojados en algún distrito neuronal de nuestro cerebro, de donde, supongo, lo ha rescatado tu nostálgica protagonista, aunque, a veces, se presentan ellos solos en nuestros pensamientos e imágenes.
Y así, mientras evoca aquellos días mágicos de sentimientos que parecían no caber en el corazón, los astros, indolentes, continúan su curso por el universo, el tiempo sigue sin detenerse, sin devolver nada que se haya quedado en el pasado.
Ese el misterio profundo de la vida, esas las perplejidades que nos causan sus desvanecimientos, sus fantasmas, sus espectáculos de magia. Ese es el ubi sunt que repite una y otra vez Jorge Manrique en sus celebradísimas Coplas a la muerte de su padre: “¿Qué fue de tanto galán / qué fue de tanta invención / como trujeron? / Las justas y los torneos, / paramentos, bordaduras, / y cimeras / ¿fueron sino devaneos? / Qué fueron sino verduras / de las eras?”...
Microcuento que, como la canción de Serrat, Decir amigo, deja en los labios gusto a mistela y a natillas con canela. Gracias por este regalo, Carmen. Un abrazo.
Siempre queda un rincón en la memoria en donde se aloja el recuerdo del primer amor, que suele ser tan hermoso y efímero como una estrella fugaz. Y, para hablar de la fugacidad de la vida en general, no hay versos más apropiados que los que tú citas de J. Manrique. O estos otros, también pertenecientes al "Ubi sunt?": "¿Qué se hizo de las damas, / sus tocados, sus vestidos, / sus olores? / ¿Qué se hizo de las llamas / de los fuegos encendidos / de amadores?"... Los poetas clásicos nos siguen hablando al corazón a través de los siglos.
EliminarTe agradezco profundamente tu comentario, Enrique. Siempre nos llevas hacia reflexiones y autores que ensanchan los márgenes de esta página. Así que, como veo que te gusta el dulce sabor de la mistela, estás invitado a probar la que se elabora en mi pueblo con el buen moscatel que se ha cultivado desde siempre. Y aprovecho para hacer extensiva la invitación a cuantos os acerquéis por tierras valencianas.
Un fuerte abrazo.
Bellísimo relato, Carmen. Qué difícil es describir las sensaciones del primer amor y tú lo has logrado de forma brillante. Me encantan las figuras que utilizas, perfectas, llenas de poesía, así como la asociación con estrellas fugaces, pues el primer amor, si se da a edad muy temprana, suele ser poco duradero.
ResponderEliminarTambién la frase final es una joyita, aunque no necesariamente tiene por qué suceder así. El gran amor puede venir más tarde y hasta eclipsar totalmente al primero. Doy fe. Pero eso no impedirá que cada estrella fugaz me traiga el recuerdo de tu relato.
Lo has hecho estupendo.
Besos.
Muchas gracias por tus palabras, Georges. Suele ser fugaz el primer amor, aunque conozcamos casos de primeros amores que han perdurado hasta la muerte. A mi protagonista aún le queda tiempo para vivir otros amores que la deslumbrarán de nuevo, pero quizá no lo sabe. Yo he querido centrarme en esa sensación de plenitud primigenia que todos hemos vivido al descubrir este sentimiento.
EliminarBesos.
¡Ay, esas estrellas fugaces llenas de melancolía!
ResponderEliminarMuy lírico. Me encanta
Besicos, tocaya
Muchas gracias por pasarte a comentar.
ResponderEliminarBesos de vuelta.
Qué belleza encierra tu micro, Carmen. Es difícil olvidar las sensaciones del primer amor, aunque sean tan fugaces como las de tu cincuenta.
ResponderEliminarUn beso.
Muchas gracias, Asun. Fugaces, nuevas e intensas. Así las recordamos.
ResponderEliminarUn beso.
Bellísimo, Carmen. Me ha encantado y me ha transportado más allá de las estrellas... Enhorabuena.
ResponderEliminarBesos.
Gracias, María José. Siempre podemos soñar al contemplarlas.
EliminarBesos.
Si el amor fuera tan fugaz como las estrellas, sería casi infinito. Una bonita forma de ver el primer enamoramiento. Saludos, Carmen
ResponderEliminarAsí de infinito puede parecernos, aunque después comprobemos que puede ser pasajero.
EliminarMuchas gracias, Plácido. Un abrazo.
Las primeras sensaciones son intensas porque están pavimentadas de ilusiones. Pero ahí está el tiempo, la medida más eficaz que todo lo recoloca, aunque nunca sepa qué hacer con la nostalgia.
ResponderEliminarHas creado un relato de evocadora belleza, Carmen. enhorabuena.
Un fuerte abrazo.
Es la intensidad y la novedad lo que nunca se olvida del primer amor. La vida continúa y lo deja aparcado en un rincón de la memoria.
EliminarGracias por tu comentario, Antonio. Un fuerte abrazo.
Qué bonito Carmen. Lleno de poesía. Un abrazo grande.
ResponderEliminarPrecioso cincuenta, Carmen, con un lirismo en su narración increíblemente bueno con el que nos describes el sentimiento del primer amor, quizás el que más permanece, para lo bueno o para lo malo; un primer amor para nada fugaz, a diferencia de esas estrellas que cruzan el cielo, símil para mí de una pantalla de cine donde se proyectan todos esos recuerdos de besos y roces que ahí quedan guardados.
ResponderEliminarEnhorabuena por tu propuesta de abril, muy en consonancia con esos sentidos que se nos liberan entre flores en eclosión y luz primaveral. Con ambas, con luz y flores, ya te adelanto lo de que nos seguimos leyendo. Por mi parte con total admiración.
Un beso.
Gracias por regalarme esa pantalla de cine en la que contemplar la experiencia del primer amor. Me siento afortunada, como el protagonista de "Cinema Paradiso" al descubrir el regalo póstumo de todos los besos censurados.
EliminarYa ves, me he puesto romántica de nuevo. Un beso, José Antonio.
Vivo mi primer amor, dolorosamebte aun no pasa. Pero lo cierto es que jamás se olvida, aunque lleguen y se vallan las personas, cada persona tiene su espacio. Y en mi mente tu relato que me ha recordado tanto a mí misma. Un beso Carmen, admiracion grande para ti.
ResponderEliminarSi te ha recordado tu propia experiencia, será porque todos los primeros amores dejan una huella especial, aunque vengan otros a ocupar su propio espacio.
ResponderEliminarGracias por tus palabras, Nada. Un beso.
Me ha llegado, es muy poético.
ResponderEliminarMuchas gracias, Maite.
ResponderEliminarUn beso.
Que bonito y poético relato nos has dado Carmen. Si duda el primer amor es especial y único. Un gran abrazo y otro beso.
ResponderEliminar¡Ah, el primer amor! Muchas gracias, Jean, por tus palabras.
ResponderEliminarOtro abrazo y beso de vuelta.
Quizá el amor sea la mayor de las fuerzas de la naturaleza viva. De qué otro modo se podría asegurar mejor la supervivencia de las especies. Su función está bien definida en nuestra existencia, y podría quedarse limitada temporalmente a nuestra etapa reproductiva; sin embargo, nosotros le hemos hecho contrato indefinido y, de hecho, desempeña un importante papel en nuestras vidas hasta el final. Pero hay admitir que aquel primero, en sazón o de temporada, es el genuino, y tú lo has descrito de una forma preciosa con este relato cargado de nostalgia y poesía.
ResponderEliminarEnhorabuena, Carmen.
Un abrazo.
Cierto, Enrique. El amor ejerce sobre nosotros una fuerza poderosa y lo hace a lo largo de la vida, presentando matices distintos. Pero, sin desmerecer el de las otras etapas, el primero se vive con la creencia de que somos nosotros sus descubridores, seres únicos y privilegiados.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario. Un abrazo de vuelta.
Un relato cargado de nostalgia por el primer amor. Esa sensación de vivir algo único, como comentas, casi todos la hemos vivido. También es verdad que cuando termina la sensación de decepción es grande. Preciosamente contado. La imagen de las estrellas fugaces me parece muy apropiada. Enhorabuena, Carmen. Besos.
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