Un buen trabajo
Intenté darlo en mano pero los funcionarios aplicados y aburridos me impidieron el paso. Quería hacer un buen trabajo. Que mi jefe estuviera orgulloso de mi. El sobre con el soborno volvió a la guarida entre mis avergonzadas manos. Fui despedido de inmediato. Así terminó mi incursión en el hampa.
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ResponderEliminarÉl era cumplidor y aplicado en su trabajo, pero se encontró con unos funcionarios honrados. Por lo menos solo lo despidieron, ya que trabajando para el hampa podía haber acabado mucho peor.
ResponderEliminarBuen relato, Amelia.
Saludos.
Muchas gracias Javier. Si, final amable, la verdad.
EliminarBuen tema nos traes, Amelia, con la que está cayendo. Ojalá todos estos corruptos que pasan por políticos respetables tuvieran un recorrido tan corto. Señal sería de que la justicia obra, independiente y diligentemente, poniéndoles donde corresponde: en la cárcel, después de que devuelvan los millones de euros públicos de los que se han apropiado.
ResponderEliminarSaludos, Amelia.
Si, creo que el tema es de candente actualidad, aunque la "ternura" que me produce un aspirante a mafioso, no puedo trasladarlo, efectivamente a la trama que envuelve a algunos políticos. Gracias
ResponderEliminarCuando una tarea es indigna, renunciar a ella supone "un buen trabajo", como dice el título. A veces, una simple acción desencadena un camino sin retorno. Tu protagonista debe felicitarse por ese fracaso en esa primera tarea, que en realidad tiene sabor a triunfo. Cualquier otra cosa a la que pueda dedicarse será más honorable.
ResponderEliminarUn saludo, Amelia
¡Me gusta mucho esa manera de ver el relato! Gracias Ángel
ResponderEliminarHay gente que no sirve para el crimen. Me incluyo entre ellos. Y no por falta de actitud, sino de aptitud. Saludos, Amelia
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