Del ser y el hacer

Érase una vez un carnicero con alma de poeta. Ejercía el oficio heredado de su padre y abuelo (porque "con poesía no se come") en la carnicería familiar. De noche, mientras despostaba medias reses, escribía poemas con sangre en la blanca mesada y los lavaba con lejía en las mañanas...
Escrito por Elisa Mancuso

1 comentario :

  1. Los carniceros también pueden ser poetas. ¿Ésa lejía es para lavar su conciencia?, ¿o para ocultar su poesía? Me ha parecido original. Un beso.

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