Mi primera vez
Realmente estaba aterrorizada. Lloré, supliqué en vano, pero él me estrechó todavía más, como si nada. Cierto velo (una íntima penumbra) sucumbió en mi mente cuando el macho verbalizó mi nombre, esa denominación que ya no me definía. ¡Vaya primera vez como vampira! La sangre compensó, al menos, el estigma.
Siempre hay una primera vez para todo. Un beso.
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