Días gris marengo
Por más que intenta esbozar una sonrisa, un nuevo mohín afloja sus mejillas. Incapaz de superar su pérdida, los buenos recuerdos acaban derribados por la nostalgia. Para matar el tiempo, se cose las cicatrices del corazón escribiendo cuentos, mientras espera el día en que el tiempo lo mate a él.
¿Cuántos no hemos pasado por una etapa así, de melancolía?
ResponderEliminarMe ha encantado tu micro.
Un saludo.
Pues yo que me alegro de que te haya gustado, Maria.
EliminarCierto que hemos vivido esas etapas.
Un beso y gracias por pasarte por aquí.
Pablo
Tus cuentos, Pablo, nunca son gris marengo. Pueden ser negros, como los pulgares de un archivero; amarillos, como las notas de una trompeta; azules, como los ojos de un sastre vagabundo...
ResponderEliminarY ahí lo dejo.
Sigan señoras y señores, diciéndole a este cincuentista de qué color son sus cuentos.
Qué bueno. Patri. En un comentario has mostrado micros a los que tengo mucho cariño. Este me salió un poco gris, quizá el que se acercara el primer aniversario de la muerte de mi padre, 17 de mayo, tuvo que ver. Para colmo, quizá el dichoso destino marcó esta fecha para que fuera un día muy gris: el mismo día que salió el micro mi perrita tuvo un desgraciado accidente y murió de madrugada.
EliminarEn fin, que habrá que dejar atrás los días grises y empezar a ver las cosas de otro color. No queda otra.
Besote fuerte.
Pablo
Oh, cuánto lo siento. Me imagino por lo que estaréis pasando. Cuando éramos pequeños, mis hermanos y yo perdimos también a nuestro perro en un accidente. Pototo se quedó para siempre en nuestro corazón. Dale un beso muy fuerte de mi parte a Pablo Jr. Y abrazos para ti y para Mirian.
EliminarHecho, Patrícia. Muchas gracias. Veo que siempre has tenido ingenio, hasta para poner nombre a los perros. Me encanta el de Pototo.
Eliminar😘
Entre el gris marengo y el amarillo lima.
ResponderEliminarLa nostalgia corroe y agrisa. Alarga el tiempo y lo espesa.
Escribir- cuentos, poesía- es una manera sabia de afrontarla. Que ni los dedos ni el alma se agrisen, que no acaben recordando la cera; escapar de ambos colores. Huir sabiendo que el tiempo, de todas todas y de antemano, tiene ganada la partida. Das en la diana.
Si aceptamos la propuesta de Patricia de que gris no es el color más adecuado, pues vale, yo en su lugar elijo el amarillo. Para la nostalgia el desvaído amarillo lima.
Un abrazo, Pablo. Y enhorabuena por tu éxito reciente y por este micro que, en mi opinión, no le va a la zaga
Me encanta tu precioso comentario. Comento con los amigos más íntimos de esta casa que hay comentarios que superan al micro. Este es uno de esos casos, Carmelo.
EliminarUn abrazo y gracias por tan bellas palabras.
Pablo
No se debe sonreír cuando las cicatrices del corazón no están ni siquiera hilvanadas, es como intentar engañarnos a nosotros mismos, solo el tiempo que intentamos matar terminará remendando siquiera sea someramente la herida invisible.
ResponderEliminarMagnífico relato que nos sumerge en un mundo gris del que nadie es capaz de escapar
Amigo Irreverente, gran reflexión la tuya. Es cierto que por mucho que uno lo intente, es el corazón el que manda tanto para lo bueno como para lo,malo.
EliminarEl tiempo siempre ganará la partida, pero mientras habrá que aprovecharlo y jugarla de la mejor manera. Como bien dice una viñeta de Carlitos y Snoopy que colgué en Facebook hace tiempo, “Un día nos vamos a morir, pero los demás, no”.
Un abrazo.
Pablo
La idea es buena, apuntalar los recuerdos hilvanando historias. La nostalgia y la pena solo el tiempo puede apaciguarlas. Buenísimo.
ResponderEliminarPor cierto, cojo el testigo de Patricia, tus relatos son un caleidoscopio donde los colores fluctúan en el espectro de la magia. Un abrazo, Pablo.
Muchas gracias, Salvador. En mi caso, en una etapa algo gris de mi vida el escribir me resultó terapéutico. No sabía yo que lo iba a ser tanto al conocer a tanta buena gente por estos lares.
EliminarUn abrazo.
Pablo
Esos días de gris marengo, un gris neutro, concentrado, son inevitables tras una pérdida. Para recomponer ese desgarrado corazón el protagonista ha elegido una buena terapia, urdir historias, tejer cuentos, algunos de ellos bien pueden ser un cincuenta de la factura de Pablo Núñez, que los tiene de todos los colores.
ResponderEliminarFelicidades por este micro nostálgico. Un fuerte abrazo en un día especial. En breve se materializará.
Mil gracias, Carmen. Tejer cuentos es una buena terapia, muy buena. El recibir comentarios como el tuyo, de las mejores.
EliminarEl tiempo, siempre el protagonista de la vida, dicen que ayuda también a cicatrizar heridas. Le daré tiempo al tiempo.
La semana que viene seguro que todo está lleno de colores con nuestro microencuentro.
Hasta muy pronto.
Pablo
Que sus días sean de un color gris marengo y no negro significa que todavía entra algo de luz. Escribir es la mejor manera que se me ocurre de aplacar el dolor y cerrar cicatrices y el tiempo que quiere matar, al final se convertirá en aliado y no en verdugo. Un relato triste escrito con esa elegancia y delicadeza que imprimes siempre en tus textos. Felicidades, gran Pablo. Un beso grande.
ResponderEliminarMuchas gracias, prima. Es verdad que siempre hay que dejar un rayo de luz donde agarrarse por muy oscuros que sean los días. Siempre acaba saliendo el sol, y tú eres un sol dejando estas palabras. Vamos, lo eres y punto, que ya me di cuenta de que brillabas hace dos años en la quedada cincuentista en la que nos conocimos.
EliminarUn besote fuerte.
Pablo
Triste, pero lleno de intensidad. El color a pesar de su oscuridad deja el paso a la tonalidad y puede convertirse en un color de vida, ¿de topo?. Un beso.
ResponderEliminarGracias por aparecer por aquí, Maite. Los nubarrones siempre pasan y dejan paso al color de la vida. Claro que sí.
EliminarUn besote fuerte.
Pablo
Relato acorde con las circunstancias. Cuando muere alguien muy querido bagamos entre sombras, en busca de los que han partido. Una sensación de tristeza que sube y que baja, en gradiente, como los tonos de color de tu maravilloso relato. Un abrazo muy sentido Pablo.
ResponderEliminarMil gracias,Carmen. Ese color gris marengo, casi negro, yo creo que siempre lo llevamos dentro y sale a luz o se queda en un segundo plano dependiendo del momento que la vida te vaya deparando.
EliminarMe encantó tu comentario.
Besos.
Pablo
El tiempo pesa, la soledad corroe y la entereza tiene frágiles cimientos. Por eso, cuando llega esa gran oportunista que es la nostalgia, poco podemos hacer si sólo pensamos en remiendos. Mala cosa esa de matar el tiempo cuando es todo lo que nos queda.
ResponderEliminarRelato muy profundo que muestra a la perfección los estragos de la derrota gracias a tu enorme capacidad para transmitir, Pablo.
Gran relato, enhorabuena.
Un fuerte abrazo.
Una de las cosas por la que escribo en cincuenta es por leerte, y si además, me haces un comentario de este nivel en mi micro, el gozo es doble.
EliminarSiempre digo que me gustan más tus comentarios que mis relatos. Aquí otro ejemplo.
Muchas gracias, Antonio.
Un abrazo.
Pablo
Os quería comentar una cosa por aquí.
ResponderEliminarA pesar de ser jurado, yo sí he comentado algunos relatos, porque siempre lo he hecho. Esto no quiere decir que no me hayan gustado los que no he comentado, que sí que me han gustado algunos, pero uno tiene vida, no demasiado fácil, y las veinticuatro horas dan para lo que dan.
En resumidas cuentas, espero que lo entendáis y que no os molestéis a los que no he dejado un pequeño comentario. Y esa va a ser y está siendo mi tónica habitual. De hecho este mes ni siquiera he comentado a mi querido Enrique Mochón, porque no se ha terciado. Sé que no me lo tendrá en cuenta, (espero, porque es miembro del jurado ;-)) En fin, que aunque sé que en esta comunidad no hacen falta este tipo de aclaraciones, prefiero dejar estas palabrillas para que nadie se tome a mal el que no me haya pasado por su cincuenta. Ya me gustaría tener el tiempo que tenía hace años y pasar por casi todos.
Dicho esto, pues besos y abrazos.
El pesao de Pablo