Última cosecha

Eran las cinco en punto, lo sé por la campanada de la iglesia. Reiteraba esa hora como queriendo pronunciarse ante cualquier otra estación. La puerta permanecía abierta y los visillos, expectantes ante la visita.

Llegó la riada fecundando el campo fértil y yo me abrí de piernas esperando su cosecha.
Escrito por  Mª Belén Mateos Galán

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