Mujeres
Lilith y Eva, del brazo, desnudas, caminaban por el valle soleado. Reían con la frescura de la alegría primigenia. Recogían algunas flores, con las que coronaban sus largas cabelleras, y apetitosos frutos agrestes. De pronto, en un recodo se encontraron con María, que vestía túnica blanca. Instintivamente bajó la mirada.
Lilith y Eva, en el paraíso, según dicen las dos mujeres de Adán. Y Maria, la mujer después de la serpiente.
ResponderEliminarMe ha encantado tu micro. Esas referencias...
Un saludo, Carmelo.
María, celebro la coincidencia en el micro con tu nombre. Que sirva de homenaje agradecido hacia ti por tus amables palabras.
EliminarUn cordial saludo!
Qué buena coincidencia, Carmelo, que hayamos dado ambos con el Paraíso, si bien desde perspectivas distintas. La jugosa escena que nos presentas gira desde una presentación lúdica y festiva de las dos mujeres de Adán, cómplices del actos de su propia liberación, con manzana de por medio... Cuando aparece María, encarnación de pureza, futura madre del Hijo de Dios, la escena se recoge bajando la mirada, símbolo de entrega y sumisión. En esta actitud contrapuesta que nos presentas entiendo que se muestra el conflicto del micro: mujer liberada/mujer sumisa. Tocando, pues, un tema tan antiguo, tratas con elegancia y estilo un tema de controvertida actualidad.
ResponderEliminarEl calor de agosto sienta bien a tus letras, indudablemente. Y no lo digo porque el clima de otras fechas les afectase de forma negativa, sino porque la sosegada narración y cómo se conduce el tema, me ha encantado, por su sutileza y profundidad.
Y con esto y un fuerte abrazo, casi ya de septiembre, me despido hasta la próxima.
Manuel, muchas gracias por tu cálido y sagaz comentario. Lo has clavado.
EliminarCoincido con tu interpreetación, a lo que añadiría la admiración por la figura de la mujer, a través de la mención de unos nombres de alta carga simbólica.
No sé si influido por la peli "Rodin", que he visto recientemente, se me ocurre que en esto del arte, incluido el literario, existen distintas formas de abordarlo. Una es (como en mi anterior corrosivo micro) al modo del escultor que golpea y golpea el mármol o la madera. Otra, más templada y serena, como cuando trabaja el barro o el yeso. Creo que las dos le valen al artista. Yo, que ya quisiera serlo, esta vez, y como bien apuntas en tu comentario, he optado por la sutileza y el manejo discreto de lo más implícito, que dejo al lector que intuya y complete. Por decirlo de otra manera, la lona, recia y áspera, frente a la gasa que imita a la bruma en su tímido afán de casi no ser y de casi no estar allí. O algo así.
Un abrazo, Manuel!
Hola, Carmelo.
ResponderEliminarLos comentarios de los compañeros han dado de lleno en la diana de la sagacidad, situando a las mujeres en el escenario y ahondando en su manera de ser y de conducirse, desnudas un par y la otra tocada con una túnica blanca. La impura liberación frente a la extrema pureza. la insumisión frente a la sumisión más frontal.
Un encuentro, un cruce de lo más apasionante. Dos versiones del eterno femenino, indescifrable como tantas noches y tantas esplendentes alboradas. Mujeres, estupendo el título.
Y un texto sutil que cuenta indirectamente: la manera mas difícil de escribir y la más jugosa sin duda.
Tu admiración por la figura de la mujer la comparto, creo que son muy superiores a nosotros, los varones. En sensatez, en abnegación, en belleza... Mira en cuanto se las ha dejado un poco: los más brillantes expedientes académicos, en las líneas punteras de investigación... Y son tan generosas que alumbran a algún varón que las iguala. A un Carmelo Carrascal, pongamos por caso. Un gran artista. Y con dotes para el arte poética. No es la primera vez que me sorprendes con tus descripciones o con metáforas de comparación tan inspiradas.
Mi más muy mayor enhorabuena y un abrazo bien fuerte.
Eduardo, la valoración de la figura de la mujer que haces, que tan bien enfocas y explicas, la comparto al 100%. Es más, que ellas sean tan simpáticas que, a veces, se fijen en nosotros no sólo me parece magnífico, sino que todavía es el día que no deja de sorprenderme. A la inversa sí lo veo normal, y para nada me extraña. (Cosas mías tal vez).
EliminarTus halagos, evidentemente excesivos respecto a mí, tienen la virtud de expresar tu nobleza como persona y la generosidad, ellas sí "exageradas", lo que te vuelve admirable, más allá de tu virtuosismo intelectual y en el manejo de las palabras.
Abrumado, pero contento y agradecido contigo, te adjunto aquí un fuerte, acaso mejor, un fortísimo abrazo.
Después de unos comentarios tan brillantes y acertados, creo que poco más podría añadirse, aparte de constatar que los tres personajes representan rebelión, tentación, obediencia y pureza, mujeres que eligieron uno u otro camino, todas ellas poderosas. Hora es de reivindicar un papel más justo y acorde con su naturaleza, en plano de igualdad y no de subordinación al hombre; lo de estar modelada a partir de una costilla de Adán, escrito está, pero hoy la visión ha evolucionado hacia un terreno más lógico y justo. Como título solo has empleado una palabra, tan rica y diversa que no hace falta más.
ResponderEliminarUn relato de contrastes, bajo un planteamiento muy original.
Un abrazo, Carmelo
Ángel, se ve que has vuelto de tus vacaciones "sembrao"; no era fácil añadir tan perspicaces reflexiones a las que aquí ya se habían expuesto. Claro que, a tu demostrada gran capacidad (como narrador y analista), se suma la enormidad de un tema en sí inagotable.
EliminarGracias, pues, Ángel, y un fuerte abrazo.
De entrada diré que el título de tu microcuento me ha traído a la memoria el título homónimo de un libro del escritor francés Philippe Sollers, libro que tengo pendiente de leer como tantos otros grandes libros, y que seguro que palmaré sin hacerlo, pero este quizá me decida a leerlo debido a tu recordatorio.
ResponderEliminarEn tu microcuento has unido en franca camaradería a Lilith –la primera mujer de Adán según algunas leyendas- y a Eva, y si su comportamiento no es tan impúdico como el de las bacantes, que rendían culto a Dionisos, el Baco romano, si muestran desenfado y alegría de vivir en un mundo que se supone anterior a la expulsión del Paraíso, ese Paraíso aún desconocedor del pecado y del pudor, al que le acechaba lo que Cioran llamó La caída en el tiempo, titulo de uno de sus libros.
Pero en ese mundo edénico aparece la figura de la Virgen María, como si el tiempo fuese lo mismo que el espacio, y las tres mujeres pudieran ser protagonistas de un mismo acontecimiento.
El contraste no puede ser mayor, el antagonismo total, Lilith y Eva están en un mundo limpio, alegre, sin enfermedades ni muerte, la Virgen María viene de un mundo cruel en el que su Hijo va a ser crucificado para que los seres humanos puedan ser redimidos, un mundo en el que ya han pasado todas las atrocidades posibles y se han cometidos los crímenes más espantosos.
María es la negación del erotismo, Lilith y Eva son su exaltación, por eso, María baja la mirada al verlas, pues ella sabe todo lo que vendrá después, conoce las historias que han culpado a las mujeres de todos los males de la humanidad, sabe del desprestigio de Eva y más aún del de Lilith, ella representa otro paradigma para otro mundo, el mundo de después de la expulsión, el mundo de los continuos castigos de Yavé por la maldad humana.
Todo ello, claro está, analizado desde la perspectiva de las religiones, tanto judía como cristiana, pues cabrían otras interpretaciones desde el punto de vista del misterio de la mujer, como han apuntado otros compañeros.
Poliédrico e interesante tu microcuento, Carmelo. Un abrazo.
Enrique, refinado placer intelectual, leerte.
EliminarLeyendas, mitos, construcciones fantásticas, misterios creados o reconocidos y venerados. Algo de todos ellos revolotea en la perversa idea de pecado. Me gusta más el concepto de responsabilidad que el de culpa.
El pecado constituye una idea sucia que, me da, nace contra la libertad. Esta idea la imponen otros, los que se arrogan dictar en nombre de los dioses. Tipejos manipuladores, caraduras. La imponen, en algunos religiones más que en otras y, sin duda, de manera más chabacana y tosca, con el único fin de marcar las pautas de una especie de tortura interior y el miedo.
Haces referª al pudor, que a su manera tb. regula la libertad, pero de forma "civilizada", esto es, atendiendo a sensibilidades y criterios personales. Es otra cosa. Uno cuenta, no como con el pecado de marras.
La pista de Cioran que nos aportas (que yo desconocía), me la apunto, pues tiene mucho gancho, por el autor y el tema. En estas cuestiones eres como un pozo sin fondo. ¡Uf!
Tu reflexión, al hilo de las mujeres que aparecen en el micro, sobre el erotismo, a mi juicio es de nota. La he releído y es formidable, conduce a promover la reflexión propia.
La maldad en buena parte la alimenta la mentalidad de coacción y pecado, de desprecio a la libertad. Pero conforme aumenta la densidad de libertad medioambiental, por así decirlo, se descubre bastante bondad y, eso sí, mucha tontería, las cuales restan protagonismo a la maldad de esos que enseñan a ver pecado por todas partes. Diluir ese triste mensaje coadyuva a que crezca la libertad, como bien apuntas al comparar la situación anterior y posterior a la aparición de la figura de María y lo que ello arrastra.
Quedo muy agradecido contigo, Enrique y te transmito, junto a mi afecto, mi admiración. Sé feliz, pues te lo tienes bien ganado!