Reloj

Las horas pasan lentamente para los que, en la estación, esperan al tren que se ha retrasado. A él tampoco le sobra el tiempo y las miradas que le dirigen lo hacen sentir incómodo. Para rehuirlas da un par de vueltas y, cuando nota que nadie lo ve, se para.
Escrito por Beto Monte Ros - Twitter

5 comentarios :

  1. Me gustan los relatos originales, en los que se da vida a personajes inanimados, como es el caso. Un relato muy ingenioso sobre el dueño del tiempo y nosotros, sus esclavos.
    Un saludo.
    Pablo

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  2. Ha gente que se piensa que los relojes no tienen vida propia o que su tiempo no es suyo. ¡Ahí está la prueba!
    Jejeje! Buen relato, Beto.
    Un abrazo.

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  3. A nadie le sobra el tiempo, ni siquiera a un reloj, cuya misión es marcarlo. Lo que no sabíamos es que también tenía la facultad de retrasarlo o adelantarlo a voluntad, para darse un respiro. El reloj de una estación sufre la presión constante de cientos de ojos nerviosos, merece un ratito para él.
    Un relato original, Beto
    Un abrazo

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    Respuestas
    1. Una interpretación correctísima, una explicación que sobrepasa la intención del relato. Muchas Gracias Ángel.
      Saludos.

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  4. Estimados Pablo e Isidro, cuando la imaginación se va de vacaciones y uno quiere seguir participando en Cincuenta Palabras, no queda más remedio que poner atención a las historias que nos cuentan los objetos inanimados. Gracias por la generosidad de sus comentarios.
    Saludos.

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