A la oficina del olvido llegan todas las almas perdidas
Para la última reunión quedaron en La oficina del olvido. Poco a poco fueron llegando los cincuenta. No estaba el dependiente, pero dejó una nota: En el baúl de al lado están todos sus recuerdos. Lo abrieron y encontraron un revólver y cincuenta balas.
Acá se sigue bailando, no tarden.
Acá se sigue bailando, no tarden.
Precioso, inquietante, terrible y, a lavez, esperanzador relato. Gracias por todas tus muestras de tan generoso talento.
ResponderEliminarMagnifico micro, donde vamos asistiendo uno a uno, al desfiladero de cincuentistas que van autoinmolandose con cada último relato, con cada último comentario. Esto se acaba chicos.
ResponderEliminar😘 Bailemos Galindo mientras siga sonando la música.
Me ha encantado el relato desde ese título tan genial hasta la última frase. Sigamos bailando, y cuando el baile termine, volvamos de nuevo a encender los focos y releer este maravilloso mundo que jamás quedará en el olvido.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pablo
Ni los cincuenta que llegaron a esa oficina se olvidaron, ni hizo falta que nadie disparase esas cincuenta balas. Es cierto que al principio quedaron un poco perdidos después de esa última reunión, pero siguieron bailando, agradecidos y alegres por tantos recuerdos.
ResponderEliminarGracias por tus relatos, Andrés.
Un abrazo