Y fueron infelices
"Vienes borracho, has estado con tus pelanduscas y tus amigotes de juerga", le dijo Blancanieves al príncipe. Él le dio una bofetada. Ella, sollozando, fue a las cocinas, cogió todas las perdices, subió con ellas hasta la torre más alta del palacio y las arrojó al vacío una tras otra.
Qué bien le has dado la vuelta al cuento, Enrique. Los príncipes azules son unos plastas impresentables, impúdicos y maltratadores. La princesa se venga como puede, porque el divorcio no existía en los cuentos: lo deja sin perdices. Ella no es feliz, desde luego, pero a él se le ha acabado la vida regalada y disoluta a la que estaba acostumbrado.
ResponderEliminarYa te lo dije en tu cincuenta anterior. Solo puedo agradecerte tus excelentes micros, de los que tanto hemos aprendido, tus exhaustivos y eruditos comentarios, tus impagables puzzles de final de mes y, sobre todo, tu calidad humana y tu amistad. Hasta pronto, estimado Enrique. Un gran abrazo.
Todas las historias pueden verse de muchas maneras y los cuentos igual, de hecho, todo está tergiversado según los intereses y la mentalidad de cada época, y acercarse un poco a la verdad resulta arduo y trabajoso; por eso, hay que ser muy prudente siempre a la hora de juzgar, lo malo es que muchas veces nos puede lo visceral. Pero ¿quién puede guardar calma ante tanta injusticia? ¿Cómo evitar que la sangre corra más acelerada por las venas al saber cómo funcionan ciertos asuntos?
EliminarLos cuentos son el reflejo de un época con roles definidos y que, desgraciadamente, llenaban las cabezas de pájaros, de maravillosas princesas y corteses y deslumbrantes príncipes azules, pero eso no existía en el mundo real, por otra parte, la mayoría no éramos, ni mucho menos, princesas ni príncipes, sino chicas y chicos de barrio que emprendíamos nuestro camino por la vida llenos de perplejidades y de anhelos.
En la vida real, incluso hoy en día, supongo que existen muchas historias como esta que cuento y hasta más terribles y tristes -creo que todos conocemos más de una que nos ha tocado de cerca-, con ese culmen que suele ser la violencia machista que acaba muchas veces en muerte.
No sé qué clase de pedagogía se hace hoy al respecto, pero en lo pocos ejemplos que puedo ver, a veces, entre jóvenes y adolescentes hay muchos aspectos que me rechinan, y casi deduzco que muchas cosas no se están haciendo bien, que cada partido político se atrinchera en su ideología y son incapaces de llegar a un pacto de estado por la educación, tan necesario en mi modesta opinión. En fin, un asunto peliagudo y para reflexionar y escribir sobre él bibliotecas enteras.
En cuanto al final de esta página, pues se lleva uno un sabor agridulce, pero de lo que no dudo es de que los lazos amistosos y colaborativos que se han establecido entre nosotros perdurarán, y quizá surja otro proyecto donde podamos encontrarnos con más asiduidad. Por desgracia, yo en estas tecnologías modernas soy un cuasianalfabeto y nada puedo aportar al respecto, sólo sumarme a lo iniciado por otro u otros.
Te agradezco mucho tus amables palabras, en cuanto a la calidad humana, creo que ese ha sido el principal valor de esta página, entre otros muchos, como el aprendizaje con el que nos hemos enriquecido unos a otros; aparte de todo lo bueno que aquí queda escrito.
Y esa calidad humana es para mí lo primero, es el pilar sobre el que construir todo lo demás, pues, lamentablemente, este mundo esta lleno de individuos en cuyos diccionarios no existen las palabras respeto, ni empatía, ni, en los peores casos, miramiento alguno hacia el planeta, los animales y los seres humanos.
Otro gran abrazo, Carmen. Y muchas gracias por este gran comentario final. Seguiremos en contacto.
Enrique, te nos despide con este bello cuento, cuento volador, ensoñador, hondo en sugerencias.
ResponderEliminarEl desengaño abre la puerta al desamor.
Entonces la felicidad de la pareja se resquebraja.
Ya nunca más comerán juntos perdices. Malo.
Lo que no se sabe es si las perdices en cuestión emprendieron su vuelo inesperado felices del todo.
Como el lector, ellas tb. creo que se plantean un gran interrogante, que acaso lo espanten con el batir nervioso de sus alas de perdices.
Pero uno, lector implume a fin de cuentas, se interroga, se hace algunas preguntas y, sin saber bien porqué se entristece.
Qué poder tiene la literatura bien manejada, como tú sabes, para transformar un dicho más que manido elevándolo a la categoría, etérea y mágica, tremendamente estimulante, de la ficción.
Y cómo, a través de ella, la ficción lleva a pensar.
Esto me ha pasado a mí, no sé si tb. a alguna que otra de las perdices que has puesto a volar en tu invención narrativa...
Un fuerte abrazo!
El que te hayas fijado en las perdices dice mucho acerca de tu sensibilidad, Carmelo, pues los humanos no somos nada respetuosos con el resto de los seres vivos. Cierto es que, como decía Woody Allen en una película, este mundo es un gran restaurante, y la ferocidad con la que muchos depredadores matan a sus víctimas escalofría, sobre todo cuando uno lo ve en esos documentales que no te ahorran ningún detalle sobre lo sanguinario de la cuestión. Pero los animales no tienen capacidad para discernir entre el bien y el mal y nosotros sí.
EliminarY entre ese mal que hacemos está el de destruir a otras personas de todas las maneras posibles, no sólo ya con la violencia extrema, también con otras artes más sibilinas, más capciosas, al estilo de la serpiente del Génesis. De hecho, en la mayoría de las ocasiones, tanto el poder como muchos individuos, con malas artes, intentan manipularnos y engañarnos para que sirvamos a sus intereses, o para vaciarnos los bolsillos cuanto puedan, o lo que es peor, para hacernos daño para satisfacer esos bajos instintos demoníacos que debían de ser los que llevaban a los anfiteatros a la plebe romana.
En las relaciones amorosas hay verdaderos monstruos que anulan a sus parejas, que las aterrorizan, que las maltratan. En fin, cada una de esas historias es un drama de los que te dejan conmocionado al descubrir hasta qué abismos de miseria y crueldad es capaz de precipitarse el ser humano, sobre todo el del género masculino.
Muchas gracias por tu comentario, Carmelo, un fuerte abrazo de vuelta.
Los cuentos ya no son lo que eran. Cuando lo ideal se pasa por el filtro de la realidad lo idílico desaparece. Los príncipes dejan de ser un compendio de virtudes y es lógico que así sea, cuando las cosas son demasiados fáciles caer en los peores vicios no es nada infrecuente. Las perdices dejan de ser un símbolo de felicidad, además, son terrestres y ni vuelan, a ellas, en lugar de a los pingüinos, habría que llamarles pájaros bobos.
ResponderEliminarTu micro demuestra que incluso con buenos ingredientes y todo a favor las cosas pueden no funcionar, que la convivencia nunca es fácil. Una armonía de pareja duradera es algo que necesita trabajarse y que, a pesar de ello, no siempre puede darse.
Enrique, me entristece leer tu último micro en Cincuenta Palabras, como también saber que queda ya muy poco para disfrutar de tus comentarios. Pero quiero ser positivo y agradecer las buenas experiencias a nivel humano y literario que he vivido en esta , nuestra querida página, que tú has enriquecido tanto.
Un abrazo fuerte, Enrique
Los cuentos, sobre todo esos que oímos y leímos tantas veces cuando éramos niños, eran el reflejo de una época y querían transmitir unos valores, seguramente equivocados, como seguramente estarán equivocadas las historias que prevalecen ahora, la humanidad está en construcción, con sus andamios por todos los lados y, muchas veces, amenazando el desplome.
EliminarLo que sí es cierto es que esos cuentos tienen su valor literario y dan pie a nuevas historias que, en definitiva, eso es lo que es la literatura, donde todos los que tenemos el afán de leer y de escribir nos movemos por los mismos territorios y vamos dándole vueltas a las mismas fantasías.
Esta pequeña y nueva versión de Blancanieves está más acorde con la realidad y con los tiempos que vivimos, en los que se ha perdido mucha inocencia y mucho romanticismo, quizá para mal, aunque también era criticable ese sueño para las niñas del príncipe azul, más que nada porque nosotros no éramos ningún príncipe azul, ni siquiera éramos un paje violeta, y luego ellas no nos hacían ningún caso.
Así que este microcuento es mucho más amargo y refleja una terrible realidad que ha existido siempre: el maltrato del hombre a la mujer, sus abusos, su desfachatez, su caradura, ya sea un peón caminero o un príncipe.
En cuanto al fin de Cincuenta, pues sí que es de esos finales que escuecen, pero es un fin en el que no todo desaparece, por el contrario, queda un grupo humano extraordinario que se seguirá comunicando y compartiendo vivencias e inquietudes, además, espero, de muchas quedadas en las que poder hablar y disfrutar de la presencia de todas esas personas admiradas y queridas.
Un fuerte abrazo de vuelta, Ángel. Y seguimos al pie del cañón o de los cañones, aunque estos sean otros y no tan efectivos como este.
Genial micro Enrique. Qué bien sienta derribar falsos mitos. Me gusta mucho más esa blanca nieves emopoderada.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte. Hasta la próxima.
Los mitos tuvieron su valor en su momento, pero es cierto que en ellos había perdedores, y para mí no dice nada bueno a favor de la humanidad el que los fuertes abusen de los débiles, como suele ocurrir en el caso de muchas parejas, donde el hombre se impone con su brutalidad y causa terribles daños a la persona que juró amar.
EliminarEsta Blancanieves se ha hartado, pero hasta llegar a ello ha aguantado mucho a un príncipe que apareció como un ser maravilloso y resultó ser un crápula egoísta y maltratador.
Muchas gracias por tu comentario Raquel, un abrazo fuerte, y mis mejores deseos para ti en todas las facetas de tu vida.
Enrique, eres de los autores más eruditos y prolíficos del grupo. Admiro tu capacidad para construir historias sobre la Historia. Aprendo de ti. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarGracias Salvador por esos halagos, mi erudición, en el caso de que tenga alguna, es un tanto dispersa y caótica, pero sí es grande mi entusiasmo por saber y compartir, por lo cual, me alegro mucho de lo que haya podido aportar a este excelente página.
EliminarEn cuanto a la Historia, nunca está escrita del todo, y mucho menos cuando quienes la escriben tienen intereses partidistas e ideologías acérrimas, por eso es bueno enfocarlas desde diferentes ángulos e intentar llegar a la mayor verdad posible.
Muchas gracias por tu comentario, Salvador, un fuerte abrazo de vuelta.
Perfecta vuelta de tuerca del cuento, al que has llenado de realidades y has culminado con esas perdices que jamás comerán.
ResponderEliminarFue un placer leer tus comentarios, maestría pura, tus relatos y tus juegos mensuales con los títulos de los finalistas.
Le seguiré de cerca, amigo Protoplasto.
Un abrazo bien fuerte para Burgos.
Pablo
En este cuento al revés, no podía faltar el toque de ironía y humor que te caracterizan, Enrique, tan distintivos de ti como tus comentarios, repletos de erudición, o tus juegos de palabras cada final de mes, auténticos malabares a bote pronto, de una gran dificultad y calidad.
ResponderEliminarGracias por tu generosidad y por haberme dejado tantas perlas al pie de mis relatos.
Un abrazo y hasta pronto.
Supongo que tras arrojar las perdices, Blancanieves hará las maletas y abandonará el castillo. Le deseo lo mejor en esa nueva vida, a ella y a todas las mujeres que se ven representadas en la protagonista de tu rompedor relato.
ResponderEliminarEnrique, mil gracias por tu entrega a esta página. Por todo lo que hemos aprendido con tus generosos y sabios comentarios. Espero que nos sigamos leyendo en otros sitios de letras. Un abrazo y suerte en tus proyectos.
Enrique, siempre es muy grato leerte, ya sea en twitter como en otros lares. Realmente espero un día encontrarte y sentarnos largamente a conversar de variados temas (y muy variados). Extrañare tus deliciosos comentarios y tu capacidad increible de hacer de todo (poemas, haikus, relatos, chistes, adivinanzas... hasta dibujos!). Un gran gran abrazo, y lo mejor para ti.
ResponderEliminarPD: Tu relato me recordo a Margarita, creo que ella lo hubiera disfrutado mucho...
Seguro que si se hubiese roto hace tiempo con todos estos trasnochados clichés, en la sociedad actual habría muchos menos problemas derivados de ellos. Tú lo haces de manera rotunda e incontestable en este relato, situando la mirada en la realidad no contada, aquella que tiene lugar tras la caída del telón y en la que casi nadie llega a pensar nunca, en parte porque prefiere quedarse con la de esa feliz pareja de recién casados, nobles para más señas.
ResponderEliminarTus relatos han sido invariablemente impecables en su forma y certeros en su contenido, a menudo de ámbito social e histórico, y en ellos –así como en tus generosísimos comentarios- se ha visto proyectada siempre tu rica y variada cultura.
Con todo, ha sido un placer compartir página contigo y otro aún más grande conocerte personalmente. Celebro haber podido hablar largamente contigo en la última quedada.
Te mando un fuerte abrazo, Tocayo, y seguimos en contacto, hablando y leyéndonos, disfrutando de esta amistad que Cincuenta ha propiciado.
Hasta pronto, Enrique.