El adiós del instagrammer (Adicciones IV: Redes sociales)
No había dejado una nota de suicidio. ¿Para qué? Pero allí arriba, a un salto del fin, se le ocurrió acompañar una frase de su canción favorita. Sí, aquello quedaría perfecto.
Unos minutos después, lamentaba haber escogido un puente tan recóndito mientras buscaba, móvil en alto, una raya de cobertura.
Unos minutos después, lamentaba haber escogido un puente tan recóndito mientras buscaba, móvil en alto, una raya de cobertura.
Grande, Álex. Perfecto espejo para reírnos de nuestros egos abrevados por el aliento de la red. Un abrazo, capitán.
ResponderEliminar¿Y no será que Nostradamus se equivocó? El final de la raza humana está cerca, pero no lo provocará un cataclismo de la naturaleza sino el atontamiento tecnológico, digo...
ResponderEliminarMuy bueno, Álex.
Tu protagonista no se tira, no sin su cobertura. O busca un sitio más bajo, pero que mate, donde poder retratar su última y definitiva sandez, o se le pasa la tontería y se dedica a algo más productivo. No estamos tan lejos de situaciones como éstas por culpa del famoso postureo.
ResponderEliminarBuena crítica, Álex
Un abrazo
Magnífico relato, Álex. Nos muestras el ego que algunas personas sacian a base de publicar todos y cada uno de sus pasos. El extremo es publicar imágenes de la propia muerte, en una situación que puede parecer ridícula pero que podría ser real.
ResponderEliminarUn abrazo, Álex.
Me encanta, no se va a suicidar. Una sonrisa me ha robado. Un beso.
ResponderEliminarEn cuanto cuelgue la foto, su primer impulso no será el suicidio, sino contemplar la reacción de sus seguidores. El narcisismo elevado a la enésima potencia.
ResponderEliminarUn abrazo, Álex.
Estas compañías telefónicas que no te dan cobertura en lugares ideales para filmar tu suicidio no tienen perdón.
ResponderEliminarExcelente la forma que tienes de ir señalando cada adicción, con ese punto de humor que tan bien funciona en los micros.
Un abrazo, Álex.
Pablo
La enfermiza notoriedad. Un minuto de gloria, pero esta vez eterno. Original, irónico y reflexivo relato, Álex. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Qué bueno! Tu protagonista está claro que se salva: entre encontrar cobertura, comprobar seguidores y responder a los comentarios que le dejen...Se le va el día y el santo al cielo. Me ha gustado. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Álex.
ResponderEliminarEl ego elevado a la enésima potencia. Las redes sociales noes están cambiando de arriba abajo. Y me temo que, en muchas cosas para mal. El famoso instante de gloria, por el que estamos dispuestos a sacrificar incluso la vida, el bien más preciado. Estupendo texto que nos invita a una reflexión muy seria sobre el asunto.
La adicción por el postureo llevada al límite. Me ha encantado la imagen de esa raya que se resiste a ser localizada y que subraya lo patética comicidad de la situación.
ResponderEliminarUn estupendo relato, Álex. Enhorabuena.
Ja, ja, ja...
ResponderEliminarSi camino del suicidio piensa en dejar constancia y buscar cobertura, muy claro no lo tenía. Así que en este caso las redes sociales van a hacerle un favor, como ya apuntan los comentarios anteriores.
Si cuelga la foto en instagram del sitio puede pedir que le propongan sitios mejores para su fin ;-) luego quedará con alguien y tal y tal (eso debería ser, desvirtualizar a la gente!)
Un beso, Álex
Magnífico cincuenta Alex. Soy de la ciudad de los puentes (Alcoi) y allí es la manera más rápida, el utilizarlos, para irse voluntariamente, pero con el problema de la cobertura y la actual adicción a "dejar constancia"... no sé, no sé... si habrán cambiado las costumbres. Felicidades.
ResponderEliminar¡Muchas gracias por los comentarios! Me alegro mucho de que os haya gustado. En efecto, la idea era rizar el rizo y que la propia adicción a las redes le impidiera suicidarse al adicto, puesto que sería demasiado tentador saber cómo reaccionan los demás a su propio suicidio. ¡Abrazos!
ResponderEliminar