Engaños
—Estoy bien, tranquilo —dije dándole la espalda a mi amigo. En cuanto salí del edificio eché a correr. Cada minuto que pasaba corría más deprisa por la calle, provocando las miradas de desaprobación de la gente. Esa maldita persona a la que yo llamaba "novio" me había vuelto a engañar.