El capataz
Cerró los ojos. Aquellos hombres, de recios brazos perlados por el sudor, remaban en la galera contra viento y marea. Jadeaban, todos al unísono, inmunes al cansancio y el dolor.
Abrió los ojos y respiró hondo, orgulloso. La vieja oficina rezumaba aire fresco tras la llegada de los nuevos becarios.
Abrió los ojos y respiró hondo, orgulloso. La vieja oficina rezumaba aire fresco tras la llegada de los nuevos becarios.
Escrito por Álex Garaizar
Colorín colorado
—Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
—¿Ya? ¿Y no muere nadie? ¡Qué cuento tan soso!
—¿Y qué más quieres que pase? Hay castillos, príncipes y princesas, enanitos y hadas... hasta unicornios.
—Ya, pero... todos son taaan bueeenos que empalagan. No hay ni un personaje que sea malo malísimo.
—¿Ya? ¿Y no muere nadie? ¡Qué cuento tan soso!
—¿Y qué más quieres que pase? Hay castillos, príncipes y princesas, enanitos y hadas... hasta unicornios.
—Ya, pero... todos son taaan bueeenos que empalagan. No hay ni un personaje que sea malo malísimo.
Escrito por Maest
El encuentro
Abrió los ojos y se dio cuenta de que era el día esperado. Veintidós años habían pasado para el suceso. Con miedo pero con la esperanza en su vientre, lo vio nacer. Fue en una noche de invierno, cuando lo conoció, el pequeño mamó de su seno y ella lloró.
Escrito por Andrea Rivas
Magia
El mago apuntó la varita mágica al público y dijo:
—¡Abracadabra patas de cabra!
Una nube de humo blanco inundó el teatro y los espectadores desaparecieron en el acto. El mago —rascándose la cabeza— miró perplejo los asientos vacíos del silencioso teatro; mientras los espectadores miraban sorprendidos el solitario escenario.
—¡Abracadabra patas de cabra!
Una nube de humo blanco inundó el teatro y los espectadores desaparecieron en el acto. El mago —rascándose la cabeza— miró perplejo los asientos vacíos del silencioso teatro; mientras los espectadores miraban sorprendidos el solitario escenario.
Escrito por Sergio F. S. Sixtos - Web
El salvador
Un enorme mural domina el recinto. A puerta cerrada, los presidentes de Estados Unidos y Rusia mantienen un diálogo tenso. Cada uno en su idioma, amenazan con desatar una guerra total. Aprisionado entre ambos y sudoroso, a duras penas traduzco supuestas propuestas de paz. No cuesta nada salvar al mundo.
Escrito por Edgar Ferreira - Twitter
Historia sin-cuenta (+50)
Lo retó: cuente una historia en quincuagésima, ni una más ni una menos. Lo bueno y breve dos veces bueno. Rápido y del afán de escribir con síntesis y mensaje, recapituló: qué bien, tengo cincuenta... ¿palabras o años?; tengo mucho recorrido pero pocos vocablos. Entonces, terminó su historia sin contar...la.
Escrito por Mafesafo
Un test endemoniado
Me he quedado perplejo al encontrar ante mí un bloque de hojas con un sinfín de preguntas absurdas. Lo rápido que avanzan cosas tan mundanas como la electrónica y sin embargo lo esotérico sigue anclado en un rancio pasado. ¿Un test de personalidad para hacer un pacto con el diablo?
Escrito por Juancho Plaza - Web
Equipo de rescate
Solo tengo una oportunidad; es mi última bengala. Agarro la pistola con firmeza y disparo al paso del helicóptero. Una perfecta parábola de humo parte el cielo en dos y se cuela en la cabina. Un tiro perfecto. Es el quinto que derribo. Todavía no entienden que prefiera estar solo.
Escrito por Radon - Twitter
La lucha de Clara
Lo primero que hace Clara cada mañana al levantarse es decir en voz alta: —Buenos días, Clara, ¿estás bien? —Vale, pues me alegro mucho—. Luego, sonríe.
Una vez más ha conseguido vencer a la oscura sombra que, irrumpiendo en su vida un aciago día, quiso robarle las palabras para siempre.
Una vez más ha conseguido vencer a la oscura sombra que, irrumpiendo en su vida un aciago día, quiso robarle las palabras para siempre.
Escrito por Juana Mª Igarreta Egúzquiza- Web
The show must go on
"¿Dónde está mi reina?". Gritaba a lomos de un blanco corcel.
Devastadas torres impedían su paso en aquella orgía de cuerpos desnudos. La encontró entre las piernas de varios peones que jadeaban, que reían histriónicamente. Una luz les paralizó. La caja del ajedrez volvía a
abrirse. El show debía continuar.
Escrito por Raquel Lozano - Web
Cazador de azares
El rifle le hace sentirse poderoso. Disparará a un pato en medio de la bandada, quizá a dos, el azar elige, él ejecuta, es divertido jugar a Dios, ese mismo que acaba de señalarle a él, mortal, por deporte, para que se consuma en semanas sobre una cama de hospital.
Escrito por Ángel Saiz Mora
Escrito por Ángel Saiz Mora
Elegido mejor relato de octubre de 2013
Colofón
El día de su muerte la jornada fue corriente: comió la comida del día anterior; leyó el diario, saltándose las tiras cómicas; escribió correos electrónicos; memorizó un chiste picante; engrasó su revólver y se le escapó el tiro mortal. En los estertores de la muerte lamentó ser lo que fue.
Escrito por Sergio F. S. Sixtos - Web
Sí se puede
El funambulista da otro paso más sobre el alambre, su mujer y sus hijos van detrás de él. Se adivina el final en un fondo oscuro, a lo lejos. Más próximo, bajo sus pies, está el vacío sin red. Y la orden de desahucio les persigue, cada vez más cerca.
Escrito por La Marca Amarilla
Una vez más
Los pétalos resbalaron entre sus dedos y el deshojado tallo le quemó las manos.
No podría armar de nuevo los pedazos rotos de aquella vida, no podría dejar lisa otra vez aquella hoja de papel que él mismo arrugó.
Pero había algo que sí podía hacer todavía... volver a empezar.
Pero había algo que sí podía hacer todavía... volver a empezar.
Escrito por Narión
En el cine
La hermosa amante del galán resulta ser su hermana perdida. Demasiado previsible. ¿Acaso ya no hay buenas historias? La sala del "Majestic", bastante concurrida, se fue vaciando de manera paulatina. Al encenderse las luces sólo quedan una chica, justo a tu lado, y tú. Perfecto: tienes la excusa para abordarla.
Escrito por Edgar Ferreira - Web
Blancanieves XXI
Disfrazado de vendedora de manzanas se adentró en el Mercado de Colón de Valencia, con un cestillo tembloroso ajustado a su codo, los ojos desbocados, y un pequeño tic en la mejilla que se acentuaba cada vez que detrás de uno de lo puestos creía ver a su deseada Blancanieves.
Escrito por Jorge Ortiz Robla - Web
La antesala del destino huele a mar
Cónsul, canciller y jefe de visados me rodeaban. Al oír al cónsul, se repetía en mi mente un pensamiento: ¿a cuánta gente del país habría humillado por un visado? ¡Cuánto estarían disfrutando ahora separando a dos ridículos enamorados! Estaba decidido: cruzaríamos juntos.
El estrecho nos ahogaba. El estrecho... nos ahogó.
El estrecho nos ahogaba. El estrecho... nos ahogó.
Escrito por Sandra Campos - Web
El encargo
El encargo no salió como él hubiese deseado: le costó más de media hora encontrar aparcamiento. Cuando llegó al edificio, el ascensor no funcionaba. Entró en el apartamento y encontró a su objetivo en la cama, muerto, con un bote vacío de ansiolíticos en el suelo. Aun así, le disparó.
Escrito por Vicente F. Hurtado - Web
Suspiros de escoba
Le gustaba pasar volando por delante de la ventana del poeta. Él la saludaba y suspiraba y la hacía sentirse la bruja más hermosa.
Una noche no lo encontró y, pensando que ya no le gustaba, aterrizó llorando sobre su azotea. Allí él la esperaba con una botella de champán.
Una noche no lo encontró y, pensando que ya no le gustaba, aterrizó llorando sobre su azotea. Allí él la esperaba con una botella de champán.
Escrito por Patricia Richmond - Web
Anónimo
Nació sin nombre y sus padres decidieron no darle uno. Cuando se dirigían a él, sólo decían: "¡hey, tú!"; otros batían palmas o silbaban, y los miserables se limitaban a chasquear los dedos. Al llegar a la edad adulta, el que no tenía nombre —lleno de rencor— decidió llamarse: 666.
Escrito por Sergio F. S. Sixtos - Web
Olor a libro, olor a historias
Y tras vencer al malvado rajá y cruzar el desierto a lomos de mi fiel caballo, llegué a la casa que hacía tanto pertenecía a mi familia, y donde yo empezaría una nueva.
FIN
Cierro el libro, en mi apartamiento puedo sentir el sol y la arena bajo mis pies.
FIN
Cierro el libro, en mi apartamiento puedo sentir el sol y la arena bajo mis pies.
Escrito por María Juliá
Vivir en el limbo
Tenía varias vidas gracias a los sueños de Cortázar, Bolaño y los libros imposibles de Borges. A veces era un cronopio pequeñito, un detective salvaje o se perdía en los laberintos de Babilonia. Al regresar a su vida triste y ordinaria enfermaba, y sólo unas gotas de literatura lo aliviaban.
Escrito por Sergio F. S. Sixtos - Web
¿Un deseo imposible?
Diez años podría llevar sin pisar la catedral, prácticamente desde su boda. Tanto tiempo había trascurrido que, titubeante, tuvo verdaderos problemas para dar con la devota capilla de San Martín. Depositó el donativo, encendió una vela y rezó, apretando sus ojos, mientras musitaba: "¡Ojalá esta noche te mueras! ¡Por cerdo!".
Escrito por José Antonio Barrionuevo
Rutinas
Llega cada tarde sobre las 7, siempre con su traje y su maletín. Se sienta triste y pesadamente en el mismo taburete, en una esquina de la barra. Le sirvo su cerveza y unas patatas.
Del maletín saca una gruesa carpeta, llena de currículums. Su ánimo adelgaza día a día.
Del maletín saca una gruesa carpeta, llena de currículums. Su ánimo adelgaza día a día.
Escrito por Maest
Final de trayecto
Había vivido durante muchos años. Pensaba que con honradez y sin perjudicar a ningún semejante. Ya solo esperaba que el tránsito de la muerte fuera tranquilo y sereno, como hombre bueno que se consideraba. Pero percibió ese aroma de incienso, y las dudas emergieron de nuevo, como cuando era niño.
Escrito por Rafael Domingo Sánchez
La inocencia
Aquel higo le satisfacía con dulce placer y desde la rama, a horcajadas, dominaba la pradera en descenso hasta el riachuelo. Años después recordaría una y más aquel dominio señorial que sintió en la higuera y tantas otras veces aquel atardecer cuando perdió el privilegio de ser dueño de sí.
Escrito por José Ángel Bermejo Urréchaga - Web
La hora a través del espejo
Mis abuelos tenían un reloj de pared que marcaba la hora al revés. Pero a través del espejo veíamos la hora correctamente.
Un día el reloj se paró y el abuelo, en minutos, lo arregló.
Lástima que ahora va con unos minutos de retraso con respecto al reflejo del espejo.
Un día el reloj se paró y el abuelo, en minutos, lo arregló.
Lástima que ahora va con unos minutos de retraso con respecto al reflejo del espejo.
Escrito por Juana Mª Igarreta Egúzquiza - Web
Ya para qué
—¿Tienes cerveza sin alcohol?... no, mejor vino blanco... qué coño, ponme un güisquito.
—Tu horóscopo dice hoy que no discutas con tu parienta.
—Debí venir antes al bar para que me lo leyeras, ahora para qué... llama a alguien y dale esta pistola cuando me vaya.
Y sonó un disparo.
—Tu horóscopo dice hoy que no discutas con tu parienta.
—Debí venir antes al bar para que me lo leyeras, ahora para qué... llama a alguien y dale esta pistola cuando me vaya.
Y sonó un disparo.
Escrito por Narión
La primera vez
Se me daba bien y me proporcionaba una profunda excitación aquel deporte nocturno. Conseguía seguirlas hasta sus casas sin ser visto, unas veces solas y otras acompañadas, pero siempre a las más bonitas. Atesoraba una lista con sus direcciones. Hasta aquella noche en la que una de ellas me sorprendió.
Escrito por Juancho Plaza - Web
Despertar del letargo
—No tengo tiempo, Lola. La niña no me deja respirar ni un segundo. Estoy muy ocupada. Hoy ni me he duchado para poder dar un paseo con ella.
—Deberías intentarlo. Estoy segura de que te gustará. ¡Venga, anímate! —me repitió, ilusionada por compartir conmigo una afición.
—No puedo. —¿Eran 50?
—Deberías intentarlo. Estoy segura de que te gustará. ¡Venga, anímate! —me repitió, ilusionada por compartir conmigo una afición.
—No puedo. —¿Eran 50?