Su egocentrismo desconocía límites y, sin embargo, aquello cambió al conocerla. Incoaron en él sentimientos insólitos. Con extrema sinceridad, departió:
—Cielo, creo que me estoy transformando en un hombre maduro que halló la verdadera felicidad.
Ella, se sonrojó.
Él, tan rotundo y espontáneo...
Ella, tan discreta y tímida...
Envejecieron juntos.
Escrito por Jorge LP Logan - Web