Perro viejo

Los jóvenes amantes, huidos del colegio, se regocijaban en el soleado parque.

Eres tan especial. Me da igual lo demás, yo sólo quiero estar contigo decía ella.

Te prometo que estaremos siempre juntos contestaba él.

Una estampa deliciosa, sólo empañada por la sonora carcajada que profirió uno de los jubilados.
Escrito por Álex Garaizar

Un mal despertar

A punto estuvo de desmayarse, la vista se le nubló. No era como uno de los terribles sueños que le habían asaltado cada noche las pasadas dos semanas; pesadillas tras las que se había levantado empapada en sudor. Esto era real, el inconfundible aroma del café no podía ser ficticio.
Escrito por Covadonga López Iglesias - Web

Perfectamente instruido

Estaba perfectamente instruido, preparado para matar sin pestañear. De un golpe abrí la puerta y entré con mi fusil.

¡Despejado!

En un vistazo repasé la habitación, allí estaba ella, no más de ocho años, ojos negros como aceitunas y el miedo en ellos. Gracias a Dios esa vez sí pestañeé.
Escrito por Arturo - Twitter

Tres

La vieja estación se mantenía como siempre, con los rasgos rotos de antaño y las marcas de humo en bóvedas de cristal oscuro. Si te fijabas, podías ver el centenario reloj del andén, aquel que siempre marcaba las tres, sin dejarte avanzar en el tiempo y sin llegar a destino.
Escrito por JBR - Twitter

En un suspiro

Soledad, tristeza, pena, desconsuelo... Así me sentía después de la discusión. Las lágrimas caían por mi cara intentando curar la herida. Pero mi mente continuaba torturándome. Lo único que sabía con algo de claridad es que él se había ido de mi vida tal y como entró, en un suspiro.
Escrito por Cristina

Cuestión de tiempo

Bajaba por las escaleras saltándolas de cuatro en cuatro; todos los días oía el mismo retumbar a la hora del colegio.

Últimamente ya no lo hacía con tanta frecuencia. "Seguro que los vecinos le riñen", pensé.

Desde la ventana le vi pasar, con su maletín de médico en la mano.
Escrito por Mª Jesús Rodríguez
Elegido mejor relato de febrero de 2014

Déjà vu

Al despertar, recordó con nitidez la cantinela del altavoz anunciando una muerte. Presuroso, se vistió y salió a la calle. Justo en ese momento pasaba el cortejo fúnebre.

Alcanzó a ver a su mujer, sus hijos, sus hermanos. Imposible que él fuera el muerto, llevaba enterrado más de diez años.
Escrito por Virgi - Web

La frontera

Y ahí estaba yo. Llena de miedo, temblando y deseosa por salir de aquel agujero. Habían pasado más de veinticuatro horas. Cruzar la frontera sería mi libertad.

—¡Aquí tienes tus papeles! —me dijo.

Pude sentir el sol, el aire, pude respirar profundamente. Vi la luz. Lo había conseguido. Y sonreí.
Escrito por Agola

La caza

Estaba arrodillado y repasaban los mandamientos. Llegados al quinto no supo qué decir. "No matarás", dijo el confesor, y le llegó el aliento agrio. "¿Has matado, hijo?", insistió el cura, y él siguió mudo. De pronto se dio cuenta de que todo era un sueño y oyó ladrar los perros.
Escrito por Antonio Toribios - Web

Lo malo

Lo malo de hacer de mocho doméstico es cuando te sumergen en el cubo de agua sucia. Allí te encuentras lo peor. Pero cuando te sacuden y escurren y tras un breve vuelo de nuevo te hacen deslizar por las baldosas y esquinas del piso todo vuelve a la normalidad.
Escrito por Preocupa

El regreso de la esperanza

Acababa de llegar a su hogar, del que había permanecido alejado durante más de veinte años, después de vagar por el mundo trabajando en los oficios más pintorescos. Por fin había decidido retornar en busca de su antiguo amor, ahora que por fin eran libres. Debían darse una nueva oportunidad.
Escrito por Gloria Arcos Lado

Añoranza y sus amigas

Añoranza, Nostalgia y Melancolía salían siempre de marcha. "La primera" en el barrio de emigrantes. De camino, alternaban con indigentes. Terminaban en la residencia de ancianos con las malas compañías de Tristeza, Angustia, Soledad y Desolación. De vuelta "la penúltima" junto al romántico poeta o el desilusionado enamorado, ¡nunca fallaban!
Escrito por Pilar Arenas - Web

Rencorosa

Te internaste en el mar para tirar la caña. Cuanto más adentro ingresaras, más posibilidades tendrías de pescar un pez de buen tamaño. Vino una ola y te cubrió hasta la cabeza. Por no soltar la caña te hundiste.

 Creo que te vi implorar ayuda. Pero yo soy tan perezosa...
Escrito por Luciano Doti - Web

Locura de amor

Compañero de trinchera, Juan siempre me hablaba de Coral, su gran amor. Me pedía que, si moría, le diera una medalla que él siempre llevaba. Tras aquella fatídica batalla, acudí a la entrega pero me encontré con una Coral casada, que me juraba por sus hijos no conocer a Juan.
Escrito por La Marca Amarilla

La cima de la montaña

Los últimos instantes de vida sentí una infinita tristeza. Echaría tanto de menos a mi familia... y ellos a mí. Me golpeaba la certeza de que jamás encontrarían mi cuerpo, sin vida. Quedaría por el resto de los tiempos sepultado, oculto bajo las nieves, en la cima de mi montaña.
Escrito por Raquel Tevas Cisneros - Web

Efecto mariposa

Sacudió su cabello. La mariposa malogró esquivar la melena y fue zarandeada. Su intención no era esparcir su polvillo escamoso sobre la nariz de su agresora, mas no pudo evitarlo, contemplando así la accidentada escena en la que la emperifollada estornudaba percutiendo su cabeza contra el canto de la puerta.
Escrito por Matías Gali - Web

La escritora

La llamaron loca, todo porque pasó la noche tecleando en aquella vieja máquina de escribir, folios y folios de la historia de su vida, desde que recordaba. Parecía cansada cuando se levantó, y fue a meter en un sobre todas las hojas en blanco, la miraron raro pero ella sonrió.
Escrito por Leire Frex

Qué lejos quedó aquel país alegre de la infancia

—Papá, ¿me oyes?— murmuró acercando su boca a mis oídos.

Cuando preguntó eso me observaba; sobre todo los labios. Luego, de un tirón, me peinó el flequillo. Me colocó las manos sobre el corazón, lo escuchó callado; y dijo:

—No te desaparecerá ese brillo de maldad ni después de muerto.
Escrito por Calamanda

¿Volar?

—Mamá, ¿por qué los pájaros pueden volar?

La madre la miró.

 —Porque ellos tienen alas.

—¿Y nosotros por qué no las tenemos? ¿Pueden llegar más lejos que nosotros?

Ella alzó las manos hacia arriba y respondió:

—Mira cariño: nosotros no las tenemos; porque podemos tocar el cielo con las manos.
Escrito por Saioa Etxegia Eizagirre - Twitter

Viviendo en el teatro sexual

Su aparato digestivo funcionaba mal desde la ruptura. Sin embargo volvía a dormir siete horas cada noche, algo que era impensable para él. Ya no le quitaba el sueño la frustración de no cumplir con su esposa, pues ahora era una profesional quien se ocupaba de fingir que él cumplía.
Escrito por Jorge LP Logan - Facebook

Las huellas de la vida

Contempló el espejo: la imagen de la desolación. Canas, varios cientos sobre su pelo antes azabache. Patas de gallo, un corral lleno. Arrugas, en proyecto. Ojeras, relucientes. Palidez, como la luna de abril. Y, a pesar de todo, era ella, sin ninguna duda. Se contempló un momento más y sonrió.
Escrito por Patricia Richmond - Web

El primer día

Apenas cinco minutos separaban a Alexander Tumnus de rebasar la formidable puerta de entrada de la universidad por primera vez. Lástima que en su mochila y bolsillos abundasen diferentes tipos de marihuana y no libros y anotaciones, pues se proponía pasar el primer día de clase lo más risueño y apacible posible.
Escrito por Señor Tumnus

Matías

Encerrado en casa, bajo una intensa lluvia, Matías soportaba la doble pena de tener ausentes al padre y a ella: uno en coma , la otra hastiada. Y discutía ridículamente consigo mismo sobre si mirar o no por la ventana. Ahora estaba solo. Afuera, la lluvia no lograba borrar los recuerdos .
Escrito por Ruperto

Frigidez pasajera

Conocía su punto "G". Sabía que inmediatamente reaccionaría. No fue así esta vez. Suavemente siguió intentándolo, recorrió todos y cada uno de los rincones de su cuerpo; primero, con delicadeza, después, con firmeza impertinente, ansiosa... ¡Nada! No respondía a sus caricias.

¡Tendría que cambiarle la batería! ¡O hacer un "reset"!
Escrito por M. Dolores Vicente - Web

En los brazos de Morfeo

El sonido del despertador anunció un nuevo día. Sacó su brazo somnoliento de debajo de las sábanas y lo apagó. El vello erizado y la tirantez de la piel al contacto con el exterior anunciaron otro día frío. Decidió seguir durmiendo, no ir a trabajar. Pensó: "No es tan importante".
Escrito por Virginia Funes

La chica y el espejo

Nada de lo sucedido importaba, al final no era más que una decisión que la dejaba sin rumbo o sin aquello que tan profundamente ansiaba. La mano le temblaba ligeramente y una pequeña sonrisa se desdibujaba en su rostro.

La miró, la besó y suspiró con ella una vez más.
Escrito por JBR

Querida amiga

Consciente de que sin decir nada me respondías yo también quedé callado. Dos voces gritando en silencio que todo acabó.

La casa vacía, los corazones rotos, el llanto sereno.

Ese alivio infinito reflejado en tu cara mientras te alejabas me hizo entender que, ahora sí, podríamos empezar a ser amigos.
Escrito por Narión

El sueño eterno

Nunca llegaba a tiempo su té, por más que se apurara en colocar todos los detalles en la bandeja mientras hervía el agua.

Cuando quería entrar en la salita Ramón ya dormitaba apaciblemente.

Pero aquella vez fue diferente, el silbido de la tetera no consiguió despertarla de su fulminante sueño.
Escrito por Mª Jesús Rodríguez

Un viaje a la tristeza

En aquel trayecto diario una cara triste destacó entre las somnolientas, en el mismo instante en que subió al autobús.

Se sentó a mi lado. Sacó una libreta y empezó a escribir, deprisa, ininteligible. Lloraba. Acabó, suspiró, arrancó la hoja y arrugándola me miró y dijo: "Toma, sabrás qué hacer".
Escrito por Avecesann - Web

El columpio

Le da la última calada, se quema los dedos.

—Imagínate que el humo que exhalamos son pompas de jabón que nunca explotan y cada una guarda un recuerdo que se dirige al infinito. ¿Qué ves? 

—Veo dos niñas balanceándose en un columpio. Sólo preocupadas por llegar a lo más alto.
Escrito por Calcetín Rayado - Twitter

Pasiones

Él parecía fuera de sí mientras arrojaba a aquella mujer sobre el sofá. La inmovilizó situándose encima, mientras le apuntaba con su arma en la frente.

Fue entonces cuando apartó el revólver, se quitó el sombrero de sheriff y la abrazó emocionado.

Mami, me gusta jugar contigo. Te quiero tanto...
Escrito por JotaJota

Espíritu maligno

El espíritu maligno volvió a visitarle. Esta vez no oyó voces. Las pastillas las habían adormecido.

Sintió un fuerte impulso que le levantó de la cama. Se dirigió a la habitación de sus padres. Se oyeron gritos y forcejeos.

Después, silencio.

Volvió a su habitación y durmió hasta el amanecer.
Escrito por Maest

Croquetas o el arte de seducir

—¿Qué llevas?
—Camiseta y braguita.
—Sugerente...
—Mi mano acaricia tu nuca, la otra la deslizo suavemente por tu pecho.
—Sigue...

Estela con una mano removía la bechamel, con la otra sostenía el inalámbrico. El delantal rojo con lunares negros destacaba con sus graciosos volantes sobre el chándal rosa y gris.
Escrito por Pilar Arenas - Web

El somormujo

Con intención de satisfacer el último capricho del magnate, el lujoso avión privado transportaba un cargamento ilegal de aves exóticas, con destino a su finca de recreo. Un ecologista bienintencionado abrió en pleno vuelo todas las jaulas y una ventanilla para liberar tan valiosa mercancía. Sólo se salvó el somormujo.
Escrito por Jerónimo Hernández de Castro

Telúrico temor

Subía sigiloso, asustado por aquella impenetrable oscuridad que me asfixiaba y no comprendía. Cuando giré, noté una respiración apenas audible, quien la emitía obstruía el camino. Mi ventaja sería el silencio, la sorpresa. Cuando me abalanzaba con desespero, surgió ante mí Ramón, sus manos alzadas y, entre ellas, la bombilla.
Escrito por Roberto Gracia Segovia - Web

La delgada línea

Su oído percibió el sonido de pasos infantiles alejarse. Entonces cogió el papel:

mamita llase que tu no mequieres me jorman dame al in fierno para que tu tequedes li bres llosoi mal criada. 

Sabía que no tenía margen para el error. Y acaso resultó ser excesivo castigo la indiferencia.
Escrito por Gustavo Lino

Las penas con pan...

Desde la cocina veía el camino serpenteante, solitario, callado. Seguía removiendo el sofrito. El bacalao aguardaba en un plato aparte. Miraba el reloj y la ventana. Puso un trozo de pescado en la sartén y el otro lo guardó en la nevera. Sus lágrimas ya no eran por la cebolla.
Escrito por Santiago

Cada noche

Tenía por costumbre usar carmín, estilizar sus pestañas con rímel y colorear sus mejillas. Su pelo bien cuidado y alborotado hacía la función de marco en su cara. Su cuello perfumado. Vestía con zapatos de tacón y medias negras.

A cambio se dejaba el corazón en la mesilla, cada noche.
Escrito por Varsovia - Twitter

Sobresalto

Con la sombra a sus espaldas la figura lánguida del soñador buscaba una luz que iluminase su despertar. Unos pasos entre calles oscuras, huellas silenciosas. Al doblar la esquina alguien le pidió unas monedas y se hizo la luz; al abrir la cartera el filo de la navaja lo deslumbró.
Escrito por Leire Frex

Para Judith

Hoy quise conseguir algo que seguramente nadie habría hecho antes, sacarte la sonrisa más maravillosa que puedas enseñar. Sonrojarte y pedirte un favor. Mientras leas esto, mírate en el espejo, contempla esa sonrisa que tienes y entenderás el porqué de todo. Para Judith, espero alumbrar esas mejillas de por siempre.
Escrito por Paul Tarcea

La luz al final del túnel

Habían pasado meses, perdí la cuenta. Había oído voces, intentado moverme en vano... Y ese día mi pequeño mundo se vino abajo. Las paredes se me echaban encima, tenía miedo. Vi una luz y fui hacia ella. Al alcanzarla, escuché algo que no entendí:

—Enhorabuena, es un niño precioso.
Escrito por Ocuséyul - Web

El reloj

Primero saqué el reloj del botiquín. No es cierto lo que dicen, el tiempo no lo cura todo.

Después lo metí dentro de otro reloj. Quería darle tiempo al tiempo.

Ahora tengo dos relojes. Estoy herido por un presente anclado al pasado, y los días sin ti son más largos.
Escrito por David SV - Twitter

Condenado a vivir

—Si te preguntas si soy capaz de matar, te diré que no.

—Vivo conectado a una máquina, encerrado en mi cuerpo, no merezco vivir. Quiero que escuches mis pecados, el tipo de monstruo que soy, querrás hacerlo.

Escuchó su relato atentamente y se marchó dejando atrás un cuerpo sin alma.
Escrito por Matías Gali - Twitter

¡Bendito trío!

¡Vaya subidón! Adrenalina al 100%. Hacer tríos empieza a gustarme.

Mientras Álex entra y sale de dentro de mí, con embestidas firmes y tenaces, Tamara toca mis pezones erectos con ambas manos al tiempo que permite mi lengua, ansiosa de su humedad, recorrer su clítoris, provocando en ambas codiciados multiorgasmos.
Escrito por Sandra

Sensaciones contrapuestas

Abrí la puerta y entré, a oscuras. Sentí tu presencia y caminé hacia ti... y ya no tuve miedo. Tu mirada me serena, tus brazos me protegen, tus palabras me alientan. Me coges de la mano, ya no temo irme, porque siempre estarás a mi lado. Te amo sin amor.
Escrito por Lady Morritos - Twitter

La despedida

Decidida, cogió papel y lápiz. Había convivido lo suficiente para saber que la relación no daba para más. ¿Culpar a alguien? Para qué. Le escribiría que él siempre tuvo razón, la rutina mata. ¡Ah! Y que no lo dejaba necesariamente para irse con una mujer.

Cuando algo acaba, acaba concluyó.
Escrito por Ruperto

Lucha encarnizada

—¡¡Invasión!! —gritó clamorosamente un batallón de agresivos soldados.

El ejército opositor se pertrechó para oponer resistencia. Inevitablemente, se produjeron miles de bajas en ambos bandos. Durante ocho interminables días, el combate fue devastador. El campo de batalla quedó maltrecho, las defensas debilitadas...

Pero, ¡por fin, pudo levantarse de la cama!
Escrito por M. Dolores Vicente - Web

Haciendo amigos

Me gusta tratar con la gente... y jugar al fútbol. Tampoco se me dan mal las mujeres, para ser un tipo callado.

Últimamente en el vestuario del equipo me da la risa al recordar que a algunas de las mujeres de mis amigos les encanta hablar mucho después de follar.
Escrito por Ricardo García - Web

Mi amigo Clint

El jefe ha llamado a otros tres. El resto, apenas se asoman, parapetados en sus puestos. Los rodamundos campan a sus anchas por los pasillos. Abro el cajón. Me pongo el poncho. Cojo el revólver. Enciendo un puro. Ya es hora de que mi amigo Clint aparezca por la oficina.
Escrito por Ignacio Urtiaga - Twitter

Incertidumbre

Allí estaba él, esperando en la puerta del baño, nunca había estado más nervioso. Tampoco entendía por qué no le dejaba entrar. ¡Mierda de retraso! Si sólo lo habían hecho una vez.

Ella abre la puerta y, mirándole fijamente a los ojos, le dice: ¡quiero saber que prefieres que salga!
Escrito por Kantellado - Twitter

Cincuenta palabras

Comenzó a escribir. Las ideas salían automáticamente, casi sin querer, y se plasmaban en el relato. Palabra tras palabra, construía una pequeña historia que, esperaba, luego se leería. Seguía unas pautas determinadas, sencillas, pero imprescindibles. Era un reto curioso.

Pronto dejó de escribir. Contó las palabras y sonrió: exactamente cincuenta.
Escrito por Gonzalo Arbex - Web

Tu imagen

Me despertó tu imagen en mi mente, pero no estabas.

Juraría haber llegado allí contigo, recorriendo a risas las calles, parando en los portales, tu mano bajo mi falda, cerrando la puerta de un golpe, mi espalda recostada en la pared...

Y mientras juraba en vano, apareciste con un café.
Escrito por Avecesann - Web

Una vida

Miré a mi izquierda y allí estabas tú, me sumergí en el verde de tus ojos y recordé cuando nos conocimos, el primer beso, nuestro gran amor, mis hijos, los tuyos, aquel error, lo caro que sale pedir perdón, miré al frente, el semáforo cambió y tú te fuiste para siempre.
Escrito por Arturo - Twitter

Placer entre sábanas

Sábanas frías acogen mi cuerpo ansioso de placer. Su roce provoca una excitación inesperada, empiezo a sentir cómo el calor recorre mi cuerpo hasta sentir enrojecer mis mejillas; placer, gemidos, risas y latidos en medio de la noche, en la soledad de la alcoba a la luz de las velas.
Escrito por Mar Lamas

Delirando

En la larga cola, Lisa esperaba impaciente su turno. Dos clientes se interponían entre ella y su ansiado cappuccino y delicioso cronut. Cafeína y azúcar, eso era lo que necesitaba para enfrentarse a la lagarta de su jefa. De pronto, repara en que olvidó el monedero. "¡Nooooo! Creo que moriré".
Escrito por Covadonga López Iglesias - Web

Vista atrás

El oscuro y frío manto de la noche cubría sus pisadas desnudas. La lluvia incesante mojaba sus pasos. Un grito frío recorría su cuerpo. Todos se arremolinaban en torno a un cuerpo. Se acercó a contemplarlo, atraída por el miedo. Suspiró, sólo se arrepentía de una cosa: de haber saltado.
Escrito por Maruxina

Gozar la vida

Me acerqué a la playa, sentí el olor marino y, sin darle más vueltas, me lancé. Me fundí con las olas dando gracias a Dios por semejante regalo.

La mente viajó por parajes insólitos y una euforia incontenible se apoderó de mí. ¡Qué sensación! Qué alegría supone gozar la vida.
Escrito por Inmaculada Nogueras Montiel

Fuerza innata

Tecleó el buscador de empleo. Aparecían dos ofertas.

Vacantes Fuerza de Voluntad: 
—Requerimos capacidad de aguante y paciencia. 
—Valoramos haber parido al menos una vez. 

Especialistas Fuerza Bruta: 
—Capacidad para imponer criterios. 
—Abstenerse individuos con delicadeza. 

Pinchó la primera: "Enviar currículum". La segunda, sin dudarlo, la reenvió a su ex.
Escrito por Pilar Arenas - Web

¡Atiza!

La tarde llora sin consuelo. Unas pisadas, de barro, son prueba del tremendo aguacero; la puerta forzada, de que alguien entró con violencia. Cajones y armarios desordenados, ropa revuelta… un cuerpo inerte con el cráneo abierto.

Badila en mano, Doña Josefa, unos minutos antes, había dejado de atizar el brasero.
Escrito por José Antonio Barrionuevo

Pirómanos

Las campanas tocan a fuego. Una densa columna de humo se eleva en la finca comunal y todo el pueblo, como un solo hombre, corre al auxilio. Hasta nuestras familias, modernos Capuletos y Montescos, acuden juntos a sofocar el incendio que, en aquel pajar, arde avivado por nuestra secreta pasión.
Escrito por Juancho Plaza - Web

La decisión

Aquella casa estaba muerta. La ventana de la tristeza escupía su vaho pegajoso en las noches frías. El sol entraba durante el día por la ventana de la nada y nada iluminaba. La de la alegría tenía pintadas irrisorias sobre el amor. Eso sí, las vistas eran maravillosas. Estaba claro...
Escrito por Emilia Tuc

Ella fue capaz

La noche que se conocieron la obnubiló, robándole su inocencia. Cenas, regalos y labia impar le arrebataron su voluntad, haciéndola creerse princesa. "Es mi esclava", reía en el bar.

Un buen día, ella despertó y tomó medidas... ¡Nunca pensó que de un solo tajo las tripas colgarían de aquella manera!
Escrito por Desiderio - Twitter

El pelotón de fusilamiento

Le ordenaron, por primera vez, abrir fuego en el pelotón de fusilamiento. Él no se había hecho militar para quitarles la vida a personas inocentes e indefensas, pero las circunstancias obligaban. Le temblaban las piernas. "Dispara", le decía el coronel, y así lo hizo volándole la cabeza a su superior.
Escrito por Lorena Jiménez Justicia

Celo

Eran cuatro. Me seguían desde hacía dos calles, y no me habían alcanzado gracias al tránsito, que aprendí a esquivar. Pero faltaba para llegar a mi casa y estaba segura de que iban a empezar a correr para agarrarme. Entonces entendí por qué no me dejan salir estando en celo.
Escrito por José Luis Bulacio - Twitter

El maltratador

Desperté en medio de la acera, con moratones y esquirlas de hielo clavadas en la cara. Escupí sangre y piezas dentales antes de llamarle bastardo. Esquivé un golpe pero recibí otro de lleno. Siguió silencioso su camino mientras me batía en duelo con la muerte un frio día de invierno.
Escrito por Matías Gali - Twitter

La nube

Una fuerte ráfaga de viento la alejó de sus padres mientras disfrutaban de un día de playa. La cría de nube se perdió más allá de las dunas, en el desierto sin nombre, y al verse sola se pasó toda la noche llorando. Por la mañana, despertó en un oasis.
Escrito por Radon

Rutina

Un dulce y tímido beso en la mejilla para no despertarla. Cogió su maletín. En el espejo del pasillo se ajustó el nudo de la corbata. Cerró suavemente la puerta. Saludó al conserje y salió a la calle. Encaminó sus pasos hacia el parque y se sentó en un banco.
Escrito por FNR

Culpables

Terminados los arrebatos pasionales, ella lamentó haber sido vulnerable. Matías estaba convencido de que su éxito consistió en estar en el momento preciso. "Las mujeres caen en lo común al culpar siempre al hombre. ¿Acaso la abandonó para irse con uno? La tentación fue la otra".

—Mujer contra mujer—, sentenció.
Escrito por Ruperto

Queda tiempo

Habíamos quedado a las cinco de la tarde y desde primeras horas de la mañana, recién espabilado por el agua fría de la ducha, sabía que no iría. Sí, soy yo el que insistió para la cita, pero también soy yo el que teme demasiado a la "parca". Preferí caminar.
Escrito por Rafael Domingo Sánchez

Me metí

Me metí en la cara de Llora y accedí a hacerle de nariz. Algunos principios se precipitaban por sus ojos en forma de lágrimas. En eso que va y estornuda y salto disparado. "¿Estás bien, cariño?", dice con cierta voz de pito que no logra enmascarar la boca de Jorge.
Escrito por Preocupa

En todas partes

Escribe en las paredes blancas, en los folios reciclados, en los anuncios olvidados, en los márgenes desaprovechados, en los muros de las lamentaciones, en las tablas de Moisés, en las pantallas apagadas, en los cheques sin fondos, en los libros sin dedicatoria. Alba escribe porque está afónica de tanto gritar.
Escrito por Dídac Marín Hernández - Web

Jugando al tiempo

Tengo tiempo de ver pasar el tiempo, moviéndome a mi antojo entre el tiempo pasado, el vivido y el malgastado.

He entrecerrado los ojos, con esfuerzo, intentando ver el tiempo que está por venir. Esfuerzo inútil. Opté por cerrarlos del todo y caer en el plácido sueño de vivir ojalás.
Escrito por Avecesann - Web

El niño que tenía miedo

El cielo negro y violeta se desplomaba en la ventana empañada, mojando despacio la cara de Juan. Los truenos retumbantes vibraban en su blanca mejilla y amenazaban con hacerle llorar. Pero el niño hacía más presión sobre el vidrio para no oír las voces que venían de la habitación contigua.
Escrito por Soledad García Garrido