La gota

A su paso, aquella gota de color indescriptible hizo sonrojar a las mismísimas nubes, que reflejaban su poderoso brillo. Crecía implacable en su descenso hasta que, un día, chocó contra el océano, en cuya inmensidad diluyóse pronto su formidable color. Hoy nadie está seguro de que existiera siquiera tal gota.
Escrito por Álex Garaizar

Carpe diem

"Vive la vida y no dejes que la vida te viva", díjose, mientras abandonaba disimuladamente la casa. Habían quedado en verse y, al no encontrarla, fue a su alcance. No le diría que llegó —adrede— tarde. Tocó la puerta con insistencia y el esposo, sin querer queriendo, la dejó entrar.
Escrito por Ruperto

La pregunta

Cada vez que Adolfito lloraba, jugaba con su Barbie, leía poemas de amor o se preocupaba por estar guapo, su padre le solía decir: "No hagas eso. Esas son cosas de niñas y tú eres un niño". Hasta que un día Adolfito le preguntó: "¿Acaso es malo ser una niña?".
Escrito por Lorena Jiménez Justicia

Confusiones

Ayer mi pareja me contaba su ilusión porque la habían llamado para un trabajo. Me dijo que tendría que comprarse algo especial para la entrevista; estaba preocupada por dar buena imagen. Le sugerí que se pusiera el traje de la naturalidad. Me llamó iluso y acabó de preparar la cena.
Escrito por Rafael Domingo Sánchez

Encuentro

Ayer salí a caminar y en la esquina de mi casa me encontré con un extraño sujeto tirado en la calle. Cuando me acerqué, descubrí que era yo mismo, aunque más joven. Le pregunté qué le pasaba y me dijo que nada, que estaba muy bien hasta que aparecí yo.
Escrito por Gabriel Falconi

Última cena

Se miran y brindan entrelazando sus manos. Juan saborea el vino pensando que aquellos intensos aromas serán uno de los últimos placeres para Carmen. De hoy no pasa. Carmen juguetea con la copa segura de que el poco paladar de Juan bastará para no apreciar el amargo sabor a almendras.
Escrito por Miguel Ángel Molina López - Web

El sueño eterno

—Llevo tanto tiempo deseando estar a solas contigo y, ahora que estás delante, no sé muy bien qué decir.

—Hace mucho que me esperabas, ¿verdad, querido? —me dijo ella besándome suavemente—. Pero ya no tendrás que aguardar más. Aquí estoy, desnuda y excitada. Soy toda tuya —dijo la muerte sonriendo.
Escrito por Ricardo García - Web

Incontinencia verbal

Llegaron días en que las palabras se amotinaban en la punta de la lengua y no querían salir. A veces, escapaban solas, de noche, en medio de un sueño. Otras reventaban en la cara de algún valiente que probaba su límite. Casi siempre traicionaban el sentido común de su dueño.
Escrito por Eva - Twitter

Croquetas de crisis

La viejita confesó avergonzada a su esposo que su pensión no daba para más. Hacía equilibrios con la paga, pero la crisis la había reducido considerablemente. Y confesó:

—Hago las croquetas con paté de perro.

—¿Sabes, Juana? Tus croquetas de ahora me gustan más que las de antes.
Escrito por Cristina Selva - Twitter

Crimen

Todo estaba preparado para esa noche. Llamaría a su puerta y, mientras ella iba a abrir, se colaría por la ventana de la cocina para sorprenderla. Aprovecharía el alto volumen de la televisión de los vecinos para que nadie oyera los gritos.

Así sucedió. Después se despidieron con un beso.
Escrito por Juan Monroy - Twitter

Alicia de los barrancos

Abajo, junto a los barrancos, nos reíamos del anciano que daba paseos y hablaba solo. Un día, con gesto serio, se acercó a nosotros.

—Esta es Alicia. Es de vuestra edad.

Miramos. No había nadie. Improvisamos unas teatrales y alocadas carcajadas que se nos atragantaron al escuchar aquella dulce voz.
Escrito por Ignacio Urtiaga - Twitter

Fiebre laboral

Revisaba el balance mientras comía. Peggy Lee cantaba: "You give me fever…". Miró, descubrió a un tipo canoso e interesante, le guiñó un ojo y cruzó las piernas provocativamente. Él se levantó, llegó hasta ella y le susurró: "Payasa, necesito el balance a las cuatro". Y Peggy acabó la canción.
Escrito por Patricia Richmond - Web

Llegó la Navidad

Acomodado en el sillón, cogió la manta y la posó sobre él. Fuera tronaba, mientras cerraba sus ojos. El frío se apoderó de las calles y el escaso trasiego de unos pocos silenciaba la ciudad.

No era la Navidad que hubiera deseado. Sonó la sirena. Había estallado la guerra.
Escrito por Imanol Landa

Experimento de ciencia y letras

Ya no se expresaba con aquel lenguaje chabacano, soez. Sus palabras afloraban a su garganta tan precisas y adecuadas cual personaje de Cortázar.

Había resultado grandioso el experimento de implantarle nanopalabras en las células nerviosas cerebrales. Las dendritas y axones eran el mecanismo por el que fluían sonoras al exterior.
Escrito por Santiago

The show must go on

"Tres, cuatro, giro; cinco, seis, izquierda..."

Era su nueva coreografía. El eco del bastón de la maestra seguía marcando el ritmo de sus pasos hasta llegar a casa. Entró y, con la elegancia natural que desprenden las bailarinas, alargó el brazo y posó en el paragüero su flamante bastón blanco.
Escrito por Lola Pacheco

En el olmo

Un hombre entra jadeando a la habitación.

—¡Hijo! —exclama —¡Ayúdame, por favor! Me marea seguirme meciendo suavemente en lo alto del olmo. ¡Ven por mí! ¿No me oyes? ¿Por qué lloras?

Confundido, baja la cabeza y cierra los ojos. Una brisa fría comienza a mecerlo una vez más con suavidad.
Escrito por Eliseo Carranza Guerra

Para ser feliz

Corrió tras él como siempre, pero en esta ocasión él no la esperó. Al contrario, corrió más rápido y continúo con su camino y olvidó aquel amor. Ella, ya cansada de seguirlo, decidió cambiar de rumbo; encontró a su gran anhelado amor y fue feliz como siempre lo había soñado.
Escrito por Nereka

En propia meta

Se comportaba extrañamente hacía tiempo. Todos lo habían notado, sin darle mayor importancia, sabedores del mal momento personal que pasaba.

Aquella tarde de derbi, cogió el balón y, ante la perplejidad de todos, incluido el trío arbitral, recorrió el campo desde el área contraria, dribló a su portero y... ¡¡¡Goooool!!!
Escrito por José Antonio Barrionuevo

Final sin apertura

Todo se convirtió de pronto en algo inesperado. Durante años soñó con esta oportunidad. Analizó la noche anterior variantes que, pensaba, podrían darle ventaja decisiva. Calculó probabilidades, riesgos. Entonces apareció súbitamente el cansancio: las ideas perdieron claridad, armonía; cayendo en un sueño profundo, parecidísimo a la muerte. Ya no despertó.
Escrito por Ruperto

Don't try

No. Déjalo. No lo intentes esta vez. Te fuiste y regresaste cuando ya ni siquiera recordaba tu voz. Pero mi error fue dejar la puerta entreabierta, por donde volviste a escapar después.

Déjalo, te digo. No malgastes energía. Esta vez he cerrado con llave.

Y tú no tendrás una copia.
Escrito por Silvia - Web

El cuento del hambre

Una tarde que los siete enanitos regresaron de trabajar se encontraron la casa limpia, la poca comida caliente y la mesa preparada. Cuando el gruñón vio una linda jovencita durmiendo en su cama todos se alegraron. Entonces, el enanito sabio cogió un machete:

—¡Bien, ya tenemos comida para varias semanas!
Escrito por La Marca Amarilla

Plegaria

Estoy hablando y bromeando con todos mientras rezo en silencio para que te acerques ya. Sabes que te observo y cuando noto tu mano rozándome por casualidad, se me eriza el pelo de la nuca. Sonríes y el tiempo se para, anticipando lo que sucederá, cuando todos se hayan ido.
Escrito por Ricardo García - Web

Salem

—Aquellas brujas solo traerán calamidades al pueblo —susurró la esposa del reverendo.

Los jueces, con ayuda de la autoridad eclesiástica, dictaminaron que fueran quemadas en la hoguera.

Cuando los gritos y el olor a carne abrasada cedieron del todo, la esposa asintió. Ahora sólo ella sería la reina del aquelarre.
Escrito por Pablo Nicoli Segura - Web

Un cuento más

Llegué a París con mi ejemplar de Rayuela y un guijarro. La piedra era para la tumba de Cortázar. Miré el mapa de París y busqué el Pont des Arts: "¿Encontraría a la Maga?". Quizá no, pero sería delicioso hallarla y hablar con ella, hasta que París sea una fiesta.
Escrito por Sergio F. S. Sixtos - Web

Día de muertos

El niño habla con determinación. No se alcanza a oír lo que dice pero se ve que tiene una conversación animada. Se ríe.

Solo que frente a él no hay nadie.

Eso dirán los escépticos. Los que creen pueden escuchar y ver claramente a una abuela platicando con su nieto.
Escrito por Lorena Sama - Web

Antidisturbios

El gentío se agolpaba y el veterano policía no dudó en arremeter furioso junto a sus compañeros. En un frenesí de adrenalina, propinó uno o dos golpes a todo el que se resistió, hasta que se dispersaron. Sólo entonces distinguió horrorizado a su hija menor. Huía con la cabeza ensangrentada.
Escrito por Álex Garaizar

Jeanette

—¿Vas a venir a verme, papito? —preguntó Jeanette, concentrada en su charla telefónica.

Una voz femenina, profunda y casi machona respondió a sus espaldas:

—Nadie va a venir a verte, hija de puta.

Jeanette balbuceó algo. Lo último que vio fue el cañón de un arma, disparándole en la cara.
Escrito por Capitán Howdy - Web

La última carta

Ensimismado, releyendo su última carta, intentaba cruzar la calle. La luz del semáforo cambió precipitadamente.

Entonces todo fue rojo.

Paralizado, inmóvil en la cama de ese mísero hospital municipal, apenas si pude abrir un ojo y divisar que ella no estaba ahí. Ya no me amaba.

Entonces todo fue negro.
Escrito por Daniel Morón

Mi madre no le conoce como yo

Ante su madre escondía los moratones para no oír sus reproches: "¡No le defiendas! ¡Muérdete la lengua!".

La ducha lavaba sus heridas. "Trabaja duro... demasiada presión... quizá no hago lo suficiente".

Una bañera resbaladiza hizo que al caer se apercibiera con sorpresa de que, accidentalmente, se había mordido la lengua.
Escrito por Narión

Paranoia

No lo había advertido, un hombre escondido tras un gran periódico me seguía, seguramente desde que salí. No sé cuál sería su intención. Entré al primer bar que encontré, pero allí me esperaba otro, disimulando también su mirada con otro diario. Estoy cercado. Ahora es el mozo quien me mira.
Escrito por José Luis Bulacio - Twitter

Entre mil letras

Por fin te conocería después de tantos años leyéndote. Entré nerviosa en la librería. Me puse a la cola. Llegó mi turno. Te di mi libro. Lo firmaste. Nos dimos la mano. Me dijiste algo amable. Nos sonreímos.

Me hubiera gustado besarte. Pero ya era el turno de otro lector.
Escrito por Maest

José, "el Pez"

Siempre dijeron que José, apodado "el Pez" por su peculiar complexión, estaba loco. Salió a pescar una mañana y del mar jamás regresó. Inexplicablemente, también su casa de madera situada junto al puerto desapareció.

Cuentan algunos que, preso de su extraña locura, había nombrado a una hermosa sirena heredera universal.
Escrito por Juana Mª Igarreta Egúzquiza - Web

Criaturas

Cae la noche, abrumadora. Las criaturas diurnas buscan su escondrijo. Hay otras que van ocupando su lugar. De entre las que viven de la luz solar, una quiere experimentar la luz de la luna. Sabe que nada será igual cuando le envuelva. Sabe que una vida dará paso a otra.
Escrito por Francisco Javier Sarabia - Web

Chocolate

Cada jueves les obligaban a visitar a su tía "la rica", besarle la mano y aguantar su cara desdeñosa mientras comía pan con chocolate ante unos chiquillos hambrientos. Un día la encontraron ahogada en una bañera rebosante de cacao. Intuyeron a su padre alejándose y por fin pudieron merendar.
Escrito por Freya Póssivel - Web

Él

Esta tarde tendré que enfrentarme de nuevo a él. Por la mañana no he querido verlo. En la tarde de ayer lo dejé con no muy buen aspecto y él solo es incapaz de mejorarse. Qué de quebraderos de cabeza me produce. Dichoso trabajo de la asignatura de Recursos Humanos.
Escrito por Hipérbole

Carta

Cierta tarde gris de invierno, paseando por la orilla de un lago cualquiera, me paré a recordar viejos tiempos. Me senté en aquel banco, mustio, viejo y destartalado, el mismo banco de cada tarde, de cada día, de los últimos veinticinco años. Comencé a escribir lo que fue mi vida.
Escrito por Paul Tarcea - Google+

El gato

Al fin llegó a las puertas del Castillo y con un fuerte maullido gritó que la amaba, con todo el corazón, desde la primera vez que le iluminó con esa sonrisa. Cerró los ojos e imaginó vivir entre sus brazos y decirle, con maullidos, que se quedaría siempre con ella.
Escrito por Maurice - Twitter

Adiós, papá

Su padre siempre había maltratado a su madre. Un día los abandonó y tuvieron que dejar su casa. Cuando lo vio pidiendo en la calle, le dio una patada a la gorra donde la gente le dejaba monedas y siguió su camino pensando que, a veces, la vida es justa.
Escrito por Lorena Jiménez Justicia

La extraña deserción del gnomo de la suerte

Año tras año era lo mismo. Pero decidió que aquel fuera diferente. Entre estrellas y campanitas doradas unas, plateadas otras, estaba colgado de su gorro rojo y puntiagudo a una rama del decorado abeto artificial cuando, aquella madrugada, se deslizó por una guirnalda azul para desaparecer en vísperas de Navidad.
Escrito por José Antonio Barrionuevo

Ímpetu

Al llegar a casa exhausto y con un hambre atroz encontró la nevera vacía, la despensa desierta, la alacena sin nada... Tan sólo encontró lleno el cargador del revólver... y se pegó un tiro con bulímica avidez. Al fin y al cabo, de alguna manera había que matar el hambre.
Escrito por Sandra Sánchez - Web

Cincuenta trozos

Llegó a su casa después de una larga jornada de trabajo. Hizo lo de siempre: se duchó, saludó a su mujer y cenó junto a su familia. Luego, antes de acostarse, acomodó en el sótano los restos que quedaron sobre la mesa. Al más grande lo cortó en cincuenta trozos.
Escrito por Gabriel Falconi

Tenía que hacerlo

Dijo "adiós", se dio la vuelta y una gota asomó en su lagrimal. Tenía que hacerlo. Lo había pospuesto demasiado, era un flaco favor para ambos. Sintió alivio, esperanza, nueva vida. No más sufrir ni fingir. Aceleró el paso... ¡Genial! Sonrió.

Después de todo, tenía que hacerlo. ¿Tenía que hacerlo?
Escrito por Juan Monroy - Twitter

La ventana

De verdad, no creo que sea necesario mirar por la ventana. ¿Qué hay afuera? La calle, la gente... ¡Ah, claro! Eso también. Pero, ¿te has dado cuenta? De pronto ha empezado a llover tan fuerte que, así de repente, se ha borrado todo, todo. ¿Aún quieres mirar por la ventana?
Escrito por Ruperto

Nostalgia

Ella siempre se opuso. Pero su pareja insistió tanto que acabó cediendo. Resultó ser demasiado nervioso, rompía todo, sólo obedecía a su marido... y ensuciaba la casa. Hoy en la limpieza diaria viendo que ya no quedan pelos en el sillón, un par de lágrimas han brotado de sus ojos.
Escrito por Jesús - Twitter

Saludo de amigos

Se fundieron en un emotivo abrazo que parecía como si el uno entrara en el otro. Después de las preguntas rutinarias por las dos familias, el trabajo, la economía, la política, la salud y los estudios de los niños, se acercó a ellos Manolo Escobar, que llegaba en ese momento.
Escrito por Santiago

El vuelo de Remedios, la bella

A través de los ligustros que separan su casa de la vecina, Gabriel García Márquez espía a una hermosa muchacha con uniforme de mucama. La observa acercarse al tendedero, guardar unas medias negras en el bolsillo de su delantal y descolgar una sábana blanca.

Con desilusión, la ve alejarse caminando.
Escrito por Leonardo - Web

El cumple

¿Huelga de trenes? El anciano no daba crédito a las palabras del empleado. Se alejó cabizbajo pensando que no podría llegar al cumpleaños de su hija. El encargado cogió el teléfono y dijo: "Verifique la medicación del señor García, es la tercera vez esta semana que quiere coger el tren".
Escrito por Valmont

Prohibido sentir

Un día, por el miedo a una nueva historia que la dañara, dejó de fantasear siquiera con que podría ser feliz. Así también dejó de dormir para no correr el riesgo de soñar y su corazón congelado, por miedo a que la ilusión alterase su ritmo, dejo también de latir.
Escrito por Lua Luna

Armas de mujer

Tenía pocas amistades, era demasiado rudo. Alguien le aconsejó desarrollar más su lado femenino y así lo hizo. No sólo se dio cuenta de que se enriquecía y avanzaba, sino de cuánto tiempo había estado lastrado por una carencia. El peón llegó al límite del tablero y se coronó reina.
Escrito por Ángel Saiz Mora
Elegido mejor relato de diciembre de 2013

Abandonos

Érase una vez un hombre que gustaba de ir a la playa. Aquel día estaba desierta. Sus ojos se dirigieron a aquellos zapatos abandonados. Pensó: pobres, ya tenéis nuevo dueño. Al día siguiente, los zapatos, en sus pies, guiaron sus pasos inexorablemente a la playa. Los abandonó. Y regresó descalzo.
Escrito por Hipérbole

Hasta que la muerte nos separe

Por expreso deseo de nuestras familias acabé casándome contigo. Fue una buena alianza y aunque tuve que soportar toda la ceremonia vestida de negro, creo que conseguí mantener una actitud digna; sin embargo no pude contener el gesto cuando tuve que asir tu gélida mano en el arcón de pino.
Escrito por Juancho Plaza - Web

Futuro imperfecto

El consejero real ordenó la búsqueda del soberano. La servidumbre y los efectivos de la guardia corrían apesadumbrados por el temor de un secuestro o una fuga inexplicable.

Mientras, el faraón comprobaba las prestaciones de un obsequio reciente.

Está oscuro, pero este sarcófago hermético regalo de mi heredero parece confortable.
Escrito por Jerónimo Hernández de Castro

La comida

Apagaba el horno cuando llamaron a la puerta. Carlos, mi vecino.

Sonia me ha dejado me dice.

Después de tanto tiempo compartiendo tabique, le invité a comer. En la mesa, ensalada verde y pollo asado. Habló de Sonia. Tomamos café.

¿Y tu José? me dice. No respondí. Nunca lo hice.
Escrito por Ana Cuaresma - Facebook

Cuestión de protocolo

La sopa fría en la mesa. El pavo tampoco ofrece el lustre de lo recién hecho. Un niño dormita junto a su madre ausente. Del auricular, que pende aguantándose por el cable rizado, sale lejana una voz grave: 

—¿Está bien? Lo siento. Tendrá que venir al anatómico forense. Puro formulismo.
Escrito por José Antonio Barrionuevo

Soñar la muerte

Tarde o temprano me despertaría. Ese paisaje tan abrupto ¡era totalmente veraz!; pero debía ser mi propio delirio onírico, seguro. Al llegar al borde del abismo me pareció oír una voz conocida, amortiguada por una distancia intangible. Me decía: "Soy el eco de tu desesperación". Y mi cuerpo voló liviano.
Escrito por Rafael Domingo Sánchez

La maleta

Habían quedado. No apareció. Era la última vez que preparaba una maleta de besos para ir a ninguna parte. La guardó, intacta, en el lugar del alma donde se cosen las penas. Se colgó con parsimonia una sonrisa, como si hubiese quedado con él, escondiendo el mar en su maleta.
Escrito por Emilia Tuc

Obsesión carnal

Tan pequeño y soñando en ser médico forense. Oficio poco aceptado en la Inglaterra pacata y victoriana, pero ese niño quería adentrarse en los intrínsecos misterios del cuerpo humano y sobre todo en el femenino. Esa obsesión rondaba sus sueños todas las noches.

Jack... Jack. ¡Despierta! Has tenido una pesadilla.
Escrito por Daniel Morón

La luz

Por momentos todo su mundo se cernía sobre él; su única salida era atravesar aquella luz. No sabía que allí le esperaban unos extraños seres verdes. Tras sujetarle unos instantes, le dejaron tumbado junto a otro ser que, sin saber el porqué, le inspiraba ternura y placidez.

Le llamaron Javier.
Escrito por Emilio NB - Web

Atropello

La carretera discurría por un frondoso bosque. Apagué la música y bajé las ventanillas para disfrutar del olor a tierra mojada. De repente algo saltó desde los árboles y no tuve tiempo de esquivarlo. Parecía estar esperándome. Al sacarlo de los bajos del coche, noté que aún movía sus ramas.
Escrito por Radon